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Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Editorial BAC
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2La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.
3Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió.
4Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla.
5Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
6Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas».
7E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue.
8Llamó Dios al firmamento «cielo». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
9Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue.
10Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.
11Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue.
12La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
13Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
14Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años,
15y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue.
16E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas.
17Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,
18para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno.
19Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
20Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo».
21Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno.
22Luego los bendijo Dios, diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra».
23Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
24Dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies». Y así fue.
25E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno.
26Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
27Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
28Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
29Y dijo Dios: «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento.
30Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira». Y así fue.
31Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
21Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.
2Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.
3Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó.
4Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo,
5no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo;
6pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.
7Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo.
8Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
9El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
10En Edén nacía un río que regaba el jardín, y allí se dividía en cuatro brazos:
11el primero se llama Pisón; rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro.
12El oro de este país es bueno; allí hay también bedelio y lapislázuli.
13El segundo río se llama Guijón; rodea toda la tierra de Cus.
14El tercero se llama Tigris y corre al este de Asiria. El cuarto es el Éufrates.
15El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.
16El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín,
17pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».
18El Señor Dios se dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».
19Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
20Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
21Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.
22Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.
23Adán dijo: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será “mujer”, porque ha salido del varón».
24Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
25Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.
31La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho.
2Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?».
3La mujer contestó a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”».
4La serpiente replicó a la mujer: «No, no moriréis;
5es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal».
6Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió.
7Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
8Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.
9El Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?».
10Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
11El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
12Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
13El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
14El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú | entre todo el ganado y todas las fieras del campo; | te arrastrarás sobre el vientre | y comerás polvo toda tu vida; |
15pongo hostilidad entre ti y la mujer, | entre tu descendencia y su descendencia; | esta te aplastará la cabeza | cuando tú la hieras en el talón».
16A la mujer le dijo:«Mucho te haré sufrir en tu preñez, | parirás hijos con dolor, | tendrás ansia de tu marido, | y él te dominará».
17A Adán le dijo: «Por haber hecho caso a tu mujer | y haber comido del árbol del que te prohibí, | maldito el suelo por tu culpa: | comerás de él con fatiga mientras vivas;
18brotará para ti cardos y espinas, | y comerás hierba del campo.
19Comerás el pan con sudor de tu frente, | hasta que vuelvas a la tierra, | porque de ella fuiste sacado; | pues eres polvo y al polvo volverás».
20Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
21El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
22Y el Señor Dios dijo: «He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él y viva para siempre».
23El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
24Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
41Adán conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor».
2Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo.
3Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo;
4también Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda,
5pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y andaba abatido.
6El Señor dijo a Caín: «¿Por qué te enfureces y andas abatido?
7¿No estarías animado si obraras bien?; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú podrás dominarlo».
8Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.
9El Señor dijo a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?».
10El Señor le replicó: «¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo.
11Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano.
12Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra».
13Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla.
14Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará».
15El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase.
16Caín salió de la presencia del Señor y habitó en Nod, al este de Edén.
17Caín conoció a su mujer; ella concibió y dio a luz a Henoc. Caín estaba edificando una ciudad y le puso el nombre de su hijo Henoc.
18A Henoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec.
19Lamec tomó dos mujeres: una se llamaba Ada y la otra Sila.
20Ada dio a luz a Yabel, que fue el padre de los que habitan en tiendas con ganados.
21Su hermano se llamaba Yubal, que fue el padre de los que tocan la cítara y la flauta.
22Sila, a su vez, dio a luz a Tubalcaín, forjador de herramientas de cobre y hierro; la hermana de Tubalcaín era Naama.
23Lamec dijo a sus mujeres: «Ada y Sila, escuchad mi voz; | mujeres de Lamec, prestad oído a mi palabra. | A un hombre he matado por herirme, | y a un joven por golpearme. |
24Caín será vengado siete veces, | y Lamec setenta y siete».
25Adán conoció otra vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».
26A Set le nació también un hijo, que se llamó Enós. Por entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.
51Este es el libro de los descendientes de Adán.El día en que Dios creó al hombre, a imagen de Dios lo hizo.
2Los creó varón y mujer, los bendijo y les puso el nombre de «Adán» el día en que los creó.
3Adán tenía ciento treinta años cuando engendró un hijo a imagen suya, a su semejanza, y lo llamó Set.
4Después de haber engendrado a Set, vivió Adán ochocientos años y engendró hijos e hijas.
5Adán vivió un total de novecientos treinta años.
6Set tenía ciento cinco años cuando engendró a Enós.
7Después de haber engendrado a Enós, vivió Set ochocientos siete años y engendró hijos e hijas.
8Set vivió un total de novecientos doce años.
9Enós tenía noventa años cuando engendró a Quenán.
10Después de haber engendrado a Quenán, vivió Enós ochocientos quince años y engendró hijos e hijas.
11Enós vivió un total de novecientos cinco años.
12Quenán tenía setenta años cuando engendró a Malalel.
13Después de haber engendrado a Malalel, vivió Quenán ochocientos cuarenta años y engendró hijos e hijas.
14Quenán vivió un total de novecientos diez años.
15Malalel tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Yared.
16Después de haber engendrado a Yared, vivió Malalel ochocientos treinta años y engendró hijos e hijas.
17Malalel vivió un total de ochocientos noventa y cinco años.
18Yared tenía ciento sesenta y dos años cuando engendró a Henoc.
19Después de haber engendrado a Henoc, vivió Yared ochocientos años y engendró hijos e hijas.
20Yared vivió un total de novecientos sesenta y dos años.
21Henoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén.
22Después de haber engendrado a Matusalén, siguió Henoc los caminos de Dios durante trescientos años y engendró hijos e hijas.
23Henoc vivió trescientos sesenta y cinco años.
24Henoc siguió los caminos de Dios y después desapareció, porque Dios se lo llevó.
25Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec.
26Después de haber engendrado a Lamec, vivió Matusalén setecientos ochenta y dos años y engendró hijos e hijas.
27Matusalén vivió un total de novecientos sesenta y nueve años.
28Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando engendró a un hijo,
29a quien llamó Noé, pues dijo: «Este nos aliviará de nuestro trabajo y del cansancio de nuestras manos en el suelo que el Señor maldijo».
30Después de haber engendrado a Noé, vivió Lamec quinientos noventa y cinco años y engendró hijos e hijas.
31Lamec vivió un total de setecientos setenta y siete años.
32Noé tenía quinientos años cuando engendró a Sem, Cam y Jafet.
61Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie del suelo y engendraron hijas,
2los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bellas y se escogieron mujeres entre ellas.
3Dijo entonces el Señor: «Mi espíritu no durará por siempre en el hombre, porque es carne; solo vivirá ciento veinte años».
4Por aquel tiempo había gigantes en la tierra; e incluso después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y engendraron hijos. Estos fueron los héroes de antaño, los hombres de renombre.
5Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra y que todos los pensamientos de su corazón tienden siempre y únicamente al mal,
6el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le pesó de corazón.
7Dijo, pues, el Señor: «Voy a borrar de la superficie de la tierra al hombre que he hecho, junto con los cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo, pues me pesa haberlos hecho».
8Pero Noé obtuvo el favor del Señor.
9Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo e íntegro entre sus contemporáneos. Noé siguió los caminos de Dios
10y engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11La tierra estaba corrompida ante Dios y llena de violencia.
12Dios vio la tierra y, en efecto, estaba corrompida, pues todas las criaturas de la tierra se habían corrompido en su proceder.
13Dios dijo a Noé: «Por lo que a mí respecta, ha llegado el fin de toda criatura, pues por su culpa la tierra está llena de violencia; así que he pensado exterminarlos junto con la tierra.
14Fabrícate un arca de madera de ciprés. Haz compartimentos en el arca, y calafatéala por dentro y por fuera.
15La fabricarás así: medirá ciento cincuenta metros de larga, veinticinco de ancha y quince de alta.
16Haz una claraboya a medio metro del remate, pon una puerta al costado del arca y haz una cubierta inferior, otra intermedia y otra superior.
17Yo voy a enviar el diluvio a la tierra para exterminar toda criatura viviente bajo el cielo; todo cuanto existe en la tierra perecerá.
18Pero yo estableceré mi alianza contigo, y entrarás en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres.
19Meterás también en el arca una pareja de cada criatura viviente, macho y hembra, para que conserve la vida contigo.
20De cada especie de aves, de ganados y de reptiles de la tierra, entrará una pareja contigo para conservar la vida.
21Recoge toda clase de alimentos y almacénalos para que os sirva de sustento a ti y a ellos».
22Noé hizo todo lo que le mandó Dios.
71El Señor dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación.
2De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra;
3y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra.
4Dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie del suelo a todos los vivientes que he hecho».
5Noé hizo todo lo que le mandó el Señor.
6Tenía Noé seiscientos años cuando vino el diluvio a la tierra.
7Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y sus nueras, para librarse de las aguas del diluvio.
8 De los animales puros e impuros, de las aves y de todos los reptiles de la tierra,
9entraron con Noé en el arca de dos en dos, macho y hembra, como Dios había mandado a Noé.
10Pasados siete días, las aguas del diluvio cubrieron la tierra.
11En el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del segundo mes, reventaron las fuentes del gran abismo y se abrieron las compuertas del cielo,
12y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13Aquel mismo día entró Noé en el arca con sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y sus tres nueras;
14y con ellos toda clase de fieras, de ganados, de reptiles, que se arrastran por la tierra, y de aves (pájaros y seres alados), según sus especies.
15Entraron con Noé en el arca parejas de todas las criaturas con aliento vital;
16de todas las criaturas entraron macho y hembra, como se lo había mandado Dios. Y tras él cerró el Señor la puerta.
17El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra; el agua creció y levantó el arca, que se alzó por encima de la tierra.
18El agua se hinchaba y crecía mucho sobre la tierra y el arca flotaba sobre la superficie del agua.
19El agua se hinchaba más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas más altas bajo el cielo;
20unos siete metros por encima subió el agua, cubriendo las montañas.
21Perecieron todas las criaturas que se movían en la tierra: aves, ganados, fieras y cuanto bullía sobre la tierra; y todos los hombres.
22Todo lo que exhalaba aliento de vida, todo cuanto existía en la tierra firme, murió.
23Así fueron exterminados todos los seres de la superficie del suelo, desde los hombres hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo; todos fueron exterminados de la tierra. Solo quedó Noé y los que estaban con él en el arca.
24Las aguas llenaron la tierra durante ciento cincuenta días.
81Entonces Dios se acordó de Noé, de todas las fieras y de todo el ganado que estaban con él en el arca; Dios hizo soplar el viento sobre la tierra y el agua comenzó a bajar.
2Se cerraron los manantiales del abismo y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo.
3El agua se fue retirando poco a poco de la tierra y decreció, de modo que a los ciento cincuenta días,
4el día diecisiete del mes séptimo, el arca encalló sobre las montañas de Ararat.
5El agua continuó disminuyendo hasta el mes décimo, y el día primero de ese mes asomaron los picos de las montañas.
6Pasados cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca
7y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra.
8Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo.
9Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca.
10Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca.
11Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico. Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra.
12Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió.
13El año seiscientos uno, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca.
14El día veintisiete del mes segundo la tierra estaba seca.
15Entonces dijo Dios a Noé:
16«Sal del arca con tu mujer, tus hijos y tus nueras.
17Haz salir también todos los animales que están contigo, todas las criaturas: aves, ganados y reptiles; que se muevan por la tierra, sean fecundos y se multipliquen en ella».
18Salió, pues, Noé con sus hijos, su mujer y sus nueras.
19También salieron del arca, por familias, todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todos los reptiles que se mueven sobre la tierra.
20Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.
21El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: «No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo.
22Mientras dure la tierra no han de faltar | siembra y cosecha, frío y calor, | verano e invierno, día y noche».
91Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles: «Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra.
2Todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo os temerán y os respetarán; todos los reptiles del suelo y todos los peces del mar están a vuestra disposición.
3Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento: os lo entrego todo, lo mismo que los vegetales.
4Pero no comáis carne con sangre, que es su vida.
5Pediré cuentas de vuestra sangre, que es vuestra vida; se las pediré a cualquier animal. Y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano.
6Quien derrame la sangre de un hombre, | por otro hombre será su sangre derramada; | porque a imagen de Dios hizo él al hombre.
7Vosotros sed fecundos y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla».
8Dios dijo a Noé y a sus hijos:
9«Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes,
10con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra.
11Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra».
12Y Dios añadió: «Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones:
13pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra.
14Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco
15y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes.
16Aparecerá el arco en las nubes, y al verlo recordaré la alianza perpetua entre Dios y todos los seres vivientes, todas las criaturas que existen sobre la tierra».
17Aún dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que establezco con toda criatura que existe en la tierra».
18Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán.
19Estos tres son los hijos de Noé que se propagaron por toda la tierra.
20Noé era agricultor y fue el primero en plantar una viña.
21Bebió del vino, se emborrachó y quedó desnudo dentro de su tienda.
22Cam, padre de Canaán, vio a su padre desnudo y salió a contárselo a sus dos hermanos.
23Sem y Jafet tomaron el manto, se lo echaron ambos sobre sus hombros y, caminando de espaldas, taparon la desnudez de su padre; como tenían el rostro vuelto, no vieron desnudo a su padre.
24Cuando Noé se despertó de la borrachera y se enteró de lo que había hecho con él su hijo menor,
25dijo: «Maldito sea Canaán. | Sea el último siervo de sus hermanos».
26Y añadió: «Bendito sea el Señor, Dios de Sem. | Sea Canaán su siervo. |
27El Señor haga fecundo a Jafet, | y more en las tiendas de Sem | y sea Canaán su siervo».
28Noé vivió después del diluvio trescientos cincuenta años.
29 Noé vivió un total de novecientos cincuenta años.
101Estos son los descendientes de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, nacidos después del diluvio.
2Hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Yaván, Tubal, Mesec y Tirás.
3Hijos de Gomer: Asquenat, Rifat y Togarma.
4Hijos de Yaván: Elisa, Tarsis, Quitín y Dodanín.
5De estos se ramificaron los pueblos de la costa por países, cada uno con su lengua, por familias y naciones.
6Hijos de Cam: Cus, Misráin, Put y Canaán.
7Hijos de Cus: Seba, Javila, Sabta, Raama y Sabteca. Hijos de Raama: Seba y Dedán.
8Cus engendró a Nimrod, el primer héroe de la tierra.
9Fue un heroico cazador ante el Señor. Por eso se dice: «Heroico cazador ante el Señor, como Nimrod».
10Las capitales de su reino fueron Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Senaar.
11De este país salió para Asur y construyó Nínive, Rejobotir, Calaj
12y Resen, entre Nínive y Calaj: es la gran ciudad.
13Misráin engendró a los lidios, anamitas, leabitas, naftujitas,
14patrusitas, calusitas y caftoritas, de los que proceden los filisteos.
15Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Jet,
16y a los jebuseos, amorreos, guirgaseos,
17heveos, arquitas y sinitas,
18arvaditas, samaritas y jamatitas. Después se dispersaron las familias cananeas.
19La frontera de los cananeos se extendía desde Sidón, en dirección a Guerar, hasta Gaza; y en dirección a Sodoma, Gomorra, Admá y Seboín, hasta Lesa.
20Estos son los hijos de Cam, por familias y lenguas, por territorios y naciones.
21Sem, hermano mayor de Jafet y antepasado de todos los hijos de Eber, también engendró hijos.
22Hijos de Sem: Elán, Asur, Arfacsad, Lud y Arán.
23Hijos de Arán: Uz, Jul, Gueter y Mas.
24Arfacsad engendró a Selaj y Selaj engendró a Eber.
25Eber engendró dos hijos: uno se llamó Peleg, porque en su tiempo se dividió la tierra, y su hermano se llamó Yoctán.
26Yoctán engendró a Almodad, Selef, Jasarmavet, Yeraj,
27Adorán, Uzal, Diclá,
28Obal, Abimael, Seba,
29Ofir, Javila y Yobab. Todos estos fueron hijos de Yoctán.
30Su territorio se extendía desde Mesa hasta Sefar, la montaña oriental.
31Esos son los descendientes de Sem, por familias, lenguas, territorios y naciones.
32Estas son las familias de los hijos de Noé, por genealogías y naciones. De ellas se ramificaron las naciones de la tierra después del diluvio.
111Toda la tierra hablaba una misma lengua con las mismas palabras.
2Al emigrar los hombres desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí.
3Se dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos al fuego». Y emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de argamasa.
4Después dijeron: «Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre, no sea que nos dispersemos por la superficie de la tierra».
5El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres.
6Y el Señor dijo: «Puesto que son un solo pueblo con una sola lengua y esto no es más que el comienzo de su actividad, ahora nada de lo que decidan hacer les resultará imposible.
7Bajemos, pues, y confundamos allí su lengua, de modo que ninguno entienda la lengua del prójimo».
8El Señor los dispersó de allí por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
9Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó el Señor por la superficie de la tierra.
10Estos son los descendientes de Sem: Sem tenía cien años cuando engendró a Arfacsad, dos años después del diluvio.
11Después de haber engendrado a Arfacsad, vivió Sem quinientos años, y engendró hijos e hijas.
12Arfacsad tenía treinta y cinco años cuando engendró a Selaj.
13Después de haber engendrado a Selaj, vivió Arfacsad cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
14Selaj tenía treinta años cuando engendró a Eber.
15Después de haber engendrado a Eber, vivió Selaj cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
16Eber tenía treinta y cuatro años cuando engendró a Peleg.
17Después de haber engendrado a Peleg, vivió Eber cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas.
18Peleg tenía treinta años cuando engendró a Reu.
19Después de haber engendrado a Reu, vivió Peleg doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas.
20Reu tenía treinta y dos años cuando engendró a Serug.
21Después de haber engendrado a Serug, vivió Reu doscientos siete años, y engendró hijos e hijas.
22Serug tenía treinta años cuando engendró a Najor.
23Después de haber engendrado a Najor, vivió Serug doscientos años, y engendró hijos e hijas.
24Najor tenía veintinueve años cuando engendró a Teraj.
25Después de haber engendrado a Teraj, vivió Najor ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas.
26Teraj tenía setenta años cuando engendró a Abrán, a Najor y a Arán.
27Estos son los descendientes de Teraj: Teraj engendró a Abrán, Najor y Arán. Arán engendró a Lot.
28Arán murió en vida de su padre Teraj, en su país natal, Ur de los caldeos.
29Abrán y Najor se casaron. La mujer de Abrán se llamaba Saray, y la mujer de Najor, Milcá, hija de Arán, padre de Milcá y Yiscá.
30Saray era estéril, no tenía hijos.
31Teraj tomó a Abrán su hijo, a Lot su nieto, hijo de Arán, a Saray su nuera, mujer de su hijo Abrán, y salió con ellos de Ur de los caldeos para dirigirse a la tierra de Canaán. Llegaron a Jarán y se establecieron allí.
32Teraj vivió doscientos cinco años y murió en Jarán.
121El Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
2Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
3Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
4Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.
5Abrán llevó consigo a Saray su mujer, a Lot su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Jarán, y salieron en dirección a Canaán. Cuando llegaron a la tierra de Canaán,
6Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.
7El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia daré esta tierra». Él construyó allí un altar en honor del Señor que se le había aparecido.
8Desde allí continuó hacia las montañas, al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante. Construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor.
9Después Abrán se trasladó por etapas al Negueb.
10Pero sobrevino un hambre en el país y Abrán bajó a Egipto para establecerse allí, porque el hambre arreciaba en el país.
11Cuando estaba llegando a Egipto, dijo a Saray su mujer: «Mira, sé que eres una mujer hermosa;
12cuando te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer”, y me matarán a mí y a ti te dejarán con vida.
13Por favor, di que eres mi hermana, para que me traten bien en atención a ti y salve mi vida por causa tuya».
14Cuando Abrán llegó a Egipto, vieron los egipcios que su mujer era muy hermosa.
15La vieron también los oficiales del faraón y la ponderaron ante el faraón. La mujer fue llevada al palacio del faraón.
16A Abrán se le trató bien en atención a ella, y obtuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos.
17Pero el Señor afligió al faraón y a su casa con grandes plagas por causa de Saray, mujer de Abrán.
18Entonces el faraón llamó a Abrán y le dijo: «¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me informaste de que era tu mujer?
19¿Por qué me dijiste: “Es mi hermana”, de modo que yo la tomé por esposa? Ahora, pues, aquí tienes a tu mujer, tómala y vete».
20El faraón ordenó a sus hombres que lo despidieran con su mujer y todas sus pertenencias.
131Abrán subió de Egipto al Negueb con su mujer y todas sus pertenencias; Lot lo acompañaba.
2Abrán era muy rico en ganado, plata y oro.
3Desde el Negueb se trasladó por etapas a Betel, al lugar donde había plantado su tienda al principio, entre Betel y Ay,
4donde antes había construido un altar; y allí invocó el nombre del Señor.
5También Lot, que iba con Abrán, poseía ovejas, vacas y tiendas,
6de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos.
7Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abrán y los de Lot. Además, en aquel tiempo los cananeos y los perizitas habitaban en el país.
8Abrán dijo a Lot: «No haya disputas entre nosotros dos, ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos hermanos.
9¿No tienes delante todo el país? Sepárate de mí: si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda».
10Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Soar, era de regadío —esto era antes de que el Señor destruyera Sodoma y Gomorra— como el jardín del Señor o como Egipto.
11Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron el uno del otro.
12Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma.
13Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.
14El Señor dijo a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Alza tus ojos y mira desde el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el levante y el poniente.
15Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre.
16Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes.
17Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar».
18Abrán alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar al Señor.
141Por aquel tiempo, Anrafel, rey de Senaar, Arioc rey de Elasar, Quedorlaomer rey de Elán y Tidal rey de Goín
2declararon la guerra a Bera rey de Sodoma, a Birsa rey de Gomorra, a Sinab rey de Admá, a Semeber rey de Seboín y al rey de Bela, esto es, de Soar.
3Todos estos se reunieron en el valle de Sidín, o sea el mar de la Sal.
4Durante doce años habían sido vasallos de Quedorlaomer, pero al decimotercero se rebelaron.
5El año decimocuarto vino Quedorlaomer con sus reyes aliados y derrotaron a los refaítas en Asterot Carnáin, a los zuzíes en Ham, a los emitas en la llanura de Quiriatáin,
6y a los joritas en las montañas de Seír, junto a El Farán, al lado del desierto.
7Después se volvieron y vinieron a En Mispat, o sea Cadés, y sometieron el territorio de los amalecitas y también a los amorreos, que habitaban en Jasasón Tamar.
8Entonces hicieron una expedición los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Seboín y Bela, esto es, Soar, y presentaron batalla en el valle de Sidín
9a Quedorlaomer rey de Elán, a Tidal rey de Goín, a Anrafel rey de Senaar, a Arioc rey de Elasar: cuatro reyes contra cinco.
10El valle de Sidín estaba lleno de pozos de betún y los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos al huir, mientras los otros escapaban a la montaña.
11Los enemigos saquearon las posesiones de Sodoma y Gomorra con todas las provisiones y se fueron.
12Al marcharse, se llevaron también a Lot, sobrino de Abrán, con sus posesiones, pues él habitaba en Sodoma.
13 Un fugitivo vino y se lo contó a Abrán el hebreo, que habitaba en el encinar de Mambré el amorreo, hermano de Escol y de Aner, aliados de Abrán.
14Cuando Abrán oyó que su sobrino había caído prisionero, reunió a sus hombres adiestrados, trescientos dieciocho nacidos en su casa, y emprendió la persecución de aquellos hasta Dan.
15De noche cayó sobre ellos con su tropa, los batió y persiguió hasta Joba, al norte de Damasco.
16Recuperó todas sus posesiones y se trajo también a su hermano Lot con sus posesiones, las mujeres y la tropa.
17Cuando Abrán volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes aliados, salió a su encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, o sea el valle del Rey.
18Entonces Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino,
19y le bendijo diciendo:«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, | creador de cielo y tierra;
20bendito sea el Dios altísimo, | que te ha entregado tus enemigos».Y Abrán le dio el diezmo de todo.
21Luego el rey de Sodoma dijo a Abrán: «Dame la gente, quédate con las posesiones».
22Pero Abrán replicó: «Juro por el Señor Dios altísimo, creador de cielo y tierra,
23que no aceptaré un hilo ni una correa de sandalia ni nada de cuanto te pertenece, para que no digas: “Yo he enriquecido a Abrán”.
24No acepto más que lo que han comido mis muchachos y la porción de los que me acompañaron, Aner, Escol y Mambré; que ellos tomen su porción».
151Después de estos sucesos, el Señor dirigió a Abrán, en una visión, la siguiente palabra: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante».
2Abrán contestó: «Señor Dios, ¿qué me vas a dar si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?».
3Abrán añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará».
4Pero el Señor le dirigió esta palabra: «No te heredará ese, sino que uno salido de tus entrañas será tu heredero».
5Luego lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas». Y añadió: «Así será tu descendencia».
6Abrán creyó al Señor y se le contó como justicia.
7Después le dijo: «Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos, para darte en posesión esta tierra».
8Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?».
9Respondió el Señor: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón».
10Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves.
11Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba.
12Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
13El Señor dijo a Abrán: «Has de saber que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena, la esclavizarán y la oprimirán durante cuatrocientos años.
14Pero yo juzgaré a la nación a quien han de servir, y después saldrán cargados de riquezas.
15Tú te reunirás en paz con tus padres y te enterrarán en buena vejez.
16A la cuarta generación volverán aquí tus descendientes, pues hasta entonces no habrá llegado al colmo la maldad de los amorreos».
17El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
18Aquel día el Señor concertó alianza con Abrán en estos términos: «A tu descendencia le daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Éufrates:
19los quenitas, quenicitas, cadmonitas,
20hititas, perizitas, refaítas,
21amorreos, cananeos, guirgaseos y jebuseos».
161Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una esclava egipcia llamada Agar.
2Saray dijo a Abrán: «El Señor no me concede hijos, llégate, pues, a mi esclava a ver si tengo hijos por medio de ella». Abrán aceptó la propuesta de Saray.
3Así, a los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa.
4Él se llegó a Agar y ella concibió. Al verse encinta, le perdió el respeto a su señora.
5Entonces Saray dijo a Abrán: «Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella al verse encinta me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros dos».
6Abrán dijo a Saray: «En tu poder está tu esclava, trátala como te parezca». Saray la maltrató y ella se escapó.
7El ángel del Señor la encontró junto a una fuente en el desierto, la fuente del camino de Sur,
8y le dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?». Ella respondió: «Vengo huyendo de Saray mi señora».
9El ángel del Señor le dijo: «Vuelve a tu señora y sométete a su poder».
10Y el ángel del Señor añadió: «Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar».
11Y el ángel del Señor concluyó: «Mira, estás encinta, darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción.
12Será un potro salvaje: su mano irá contra todos y la de todos contra él; acampará separado de sus hermanos».
13Agar invocó al Señor, que le había hablado, con el nombre de El Roi (Dios que me ve), pues se dijo: «¿No he visto aquí al que me ve?».
14Por eso se denominó aquel pozo Beer Lajay Roi (Pozo del Viviente que me ve). Está entre Cadés y Bared.
15Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar.
16Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar le engendró a Ismael.
171Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto.
2Yo concertaré una alianza contigo: te haré crecer sin medida».
3Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
4«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
5Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos.
6Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
7Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros.
8Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».
9El Señor añadió a Abrahán: «Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones.
10Esta es la alianza que habréis de guardar, una alianza entre yo y vosotros y tus descendientes: sea circuncidado todo varón entre vosotros.
11Os circuncidaréis la carne del prepucio y esa será la señal de mi alianza con vosotros.
12A los ocho días de nacer serán circuncidados todos los varones de cada generación: los nacidos en casa y los comprados con dinero a extranjeros que no sean de vuestra raza.
13Deberán ser circuncidados los nacidos en casa y los comprados con dinero. Así llevaréis en la carne mi alianza como alianza perpetua.
14Todo varón incircunciso, que no haya circuncidado la carne de su prepucio, será extirpado de mi pueblo, por haber quebrantado mi alianza.
15El Señor dijo a Abrahán: «Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara.
16La bendeciré y te dará un hijo, a quien también bendeciré. De ella nacerán pueblos y reyes de naciones».
17Abrahán cayó rostro en tierra y se sonrió, pensando en su interior: «¿Un centenario va a tener un hijo y Sara va a dar a luz a los noventa?».
18Y Abrahán dijo a Dios: «Ojalá pueda vivir Ismael en tu presencia».
19Dios replicó: «No, es Sara quien te va a dar un hijo; lo llamarás Isaac; con él estableceré mi alianza y con sus descendientes, una alianza perpetua.
20En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer sobremanera, engendrará doce príncipes y lo convertiré en una gran nación.
21Pero mi alianza la concertaré con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene por estas fechas».
22Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
23Entonces Abrahán tomó a su hijo Ismael, a todos los nacidos en su casa y a los comprados con dinero, a todos los varones de su casa, y les circuncidó la carne del prepucio aquel mismo día, como le había dicho Dios.
24Abrahán tenía noventa y nueve años cuando le circuncidaron la carne de su prepucio.
25Su hijo Ismael tenía trece años cuando le circuncidaron la carne de su prepucio.
26Aquel mismo día se hicieron circuncidar Abrahán y su hijo Ismael.
27Y todos los varones de su casa, los nacidos en casa y los comprados con dinero a extranjeros, fueron circuncidados con él.
181El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día.
2Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra
3y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo.
4Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol.
5Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo». Contestaron: «Bien, haz lo que dices».
6Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
7Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato.
8Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
9Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?». Contestó: «Aquí, en la tienda».
10Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo». Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la tienda.
11Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos.
12Sara se rio para sus adentros, pensando: «Cuando ya estoy agotada, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?».
13Entonces el Señor dijo a Abrahán: «¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: “De verdad que voy a tener un hijo, yo tan vieja”?
14¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
15Pero Sara lo negó: «No me he reído», dijo, pues estaba asustada. Él replicó: «No lo niegues, te has reído».
16Los hombres se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma. Abrahán los acompañaba para despedirlos.
17El Señor pensó: «¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer?
18Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra.
19Lo he escogido para que mande a sus hijos, a su casa y a sus sucesores que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido».
20El Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave:
21voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré».
22Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor.
23Abrahán se acercó y le dijo: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?
24Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él?
25¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?».
26El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».
27Abrahán respondió: «¡Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza!
28Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco».
29Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta». Él dijo: «En atención a los cuarenta, no lo haré».
30Abrahán siguió hablando: «Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?». Él contestó: «No lo haré, si encuentro allí treinta».
31Insistió Abrahán: «Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré».
32Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré».
33Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su lugar.
191Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer, mientras Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó para ir a su encuentro, se postró rostro en tierra
2y dijo: «Señores míos, os ruego que vengáis a casa de vuestro servidor, para pasar la noche y lavaros los pies; por la mañana seguiréis vuestro camino». Ellos contestaron: «No, pasaremos la noche en la plaza».
3Pero él insistió tanto que fueron con él y entraron en su casa. Les preparó una comida, coció panes ácimos y comieron.
4Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa, desde los jóvenes a los viejos, todo el pueblo sin excepción.
5Y gritaban a Lot y le decían: «¿Dónde están los hombres que han entrado en tu casa esta noche? Sácanoslos para que los conozcamos».
6Lot salió adonde estaban ellos, a la entrada, cerrando la puerta tras de sí,
7y dijo: «Por favor, hermanos míos, no cometáis esta maldad.
8Mirad, tengo dos hijas que aún no han conocido varón; os las sacaré para que las tratéis como os parezca bien, pero no hagáis nada a estos hombres que se han cobijado bajo mi techo».
9Pero ellos contestaron: «¡Quita allá!». Y añadieron: «Este individuo ha venido como inmigrante y pretende ser juez. Ahora te trataremos peor que a ellos». Y forcejearon con Lot, acercándose a forzar la puerta.
10Entonces los visitantes alargaron sus manos, metieron a Lot en casa y cerraron la puerta;
11y a los que estaban ante la puerta, desde el menor hasta el mayor, los cegaron con un resplandor, de modo que, por más que tanteaban, no daban con la puerta.
12Los visitantes dijeron a Lot: «¿A quién más tienes aquí? Saca de este lugar a tus yernos, hijos, hijas y todo cuanto poseas en la ciudad,
13porque vamos a destruir este lugar, pues el clamor contra ellos ante el Señor es enorme, y el Señor nos ha enviado para destruirlo».
14Lot salió a hablar con sus yernos, prometidos de sus hijas, y les dijo: «Levantaos, salid de este lugar, porque el Señor va a destruir la ciudad». Pero sus yernos lo tomaron a broma.
15Al amanecer, los ángeles urgieron a Lot: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, no vayas a perecer por culpa de la ciudad».
16Y como no se decidía, los hombres los tomaron de la mano a él, a su mujer y a sus dos hijas, por la misericordia del Señor hacia él,
17y lo sacaron, poniéndolo fuera de la ciudad y diciéndole: «Ponte a salvo; por tu vida, no mires atrás ni te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer».
18Lot les respondió: «No, Señor mío.
19Aunque tu siervo ha alcanzado tu favor, pues me has tratado con gran misericordia, salvándome la vida, yo no puedo ponerme a salvo en los montes; la desgracia me alcanzará y moriré.
20Mira, cerca de aquí hay una ciudad pequeña, donde puedo refugiarme. ¡Permíteme escapar allá! ¿No es acaso muy pequeña? Así yo salvaré la vida».
21Le contestó: «Accedo a lo que pides, no arrasaré la ciudad que dices.
22Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues allá». Por eso la ciudad se llama Soar.
23Salía el sol sobre la tierra cuando Lot llegó a Soar.
24El Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego desde el cielo.
25Arrasó aquellas ciudades y toda la vega; los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo.
26La mujer de Lot miró atrás, y se convirtió en estatua de sal.
27Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado delante del Señor.
28 Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como humo de horno.
29Cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, se acordó de Abrahán y sacó a Lot de la catástrofe, al arrasar las ciudades donde había vivido Lot.
30Lot subió de Soar y se estableció en los montes con sus dos hijas, pues tenía miedo de vivir en Soar. Se estableció en una cueva con sus dos hijas.
31La mayor dijo a la menor: «Nuestro padre es viejo y no hay en el país ningún hombre que se una a nosotras, como se acostumbra en todas partes.
32Ven, emborrachemos a nuestro padre y acostémonos con él; así tendremos descendencia de él».
33Aquella noche emborracharon a su padre y la mayor fue y se acostó con él, sin que él se diera cuenta al acostarse y levantarse ella.
34Al día siguiente la mayor dijo a la menor: «Puesto que anoche dormí yo con mi padre, esta noche lo emborracharemos también, y tú te acuestas con él para tener descendencia de él».
35Aquella noche también emborracharon a su padre y la menor fue y se acostó con él, sin que él se diera cuenta al acostarse y levantarse ella.
36Las dos hijas de Lot concibieron de su padre.
37La mayor dio a luz un hijo y lo llamó Moab. Es el antepasado del Moab actual.
38También la menor dio a luz un hijo y lo llamó Amón. Es el antepasado de los actuales amonitas.
201Abrahán partió de allí hacia la región del Negueb y se estableció entre Cadés y Sur. Mientras estaba residiendo en Guerar,
2Abrahán dijo de su mujer Sara: «Es mi hermana». Abimélec, rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara.
3Pero Dios se le apareció de noche, en sueños, a Abimélec y le dijo: «Vas a morir por haber tomado esa mujer, pues está casada».
4Abimélec, que no se había acercado a ella, dijo: «Señor, ¿vas a matar también a gente inocente?
5¿No me dijo él: “Es mi hermana”, y ella misma dijo: “Es mi hermano”? Lo he hecho de buena fe y con manos limpias».
6 Dios le respondió en sueños: «También yo sé que lo has hecho de buena fe; incluso yo mismo te he preservado de pecar contra mí; por eso no he permitido que la toques.
7Ahora devuelve la mujer de ese hombre, porque es un profeta e intercederá por ti y vivirás; pero si no se la devuelves, debes saber que moriréis tú y todos los tuyos».
8Abimélec se levantó temprano, llamó a todos sus servidores y les contó todo lo sucedido. Y los hombres se asustaron mucho.
9Luego Abimélec llamó a Abrahán y le dijo: «¿Qué nos has hecho? ¿Qué mal te he hecho para que nos hayas expuesto a mí y a mi reino a un pecado tan grande? Lo que has hecho conmigo no se debe hacer».
10Abimélec preguntó aún a Abrahán: «¿Qué miras tenías para hacer tal cosa?».
11Abrahán respondió: «Pensé: “seguramente no existe temor de Dios en este lugar y me matarán por causa de mi mujer”.
12Además, en realidad, es mi hermana, hija de mi padre, aunque no de mi madre, y la tomé por mujer.
13Cuando Dios me hizo vagar lejos de mi casa paterna, le dije: “Hazme este favor: en todos los sitios adonde lleguemos di que soy tu hermano”».
14Entonces Abimélec tomó ovejas y vacas, siervos y siervas, y se las dio a Abrahán; y le devolvió a Sara, su mujer.
15Después dijo Abimélec: «Ahí tienes mi país a tu disposición; instálate donde mejor te parezca».
16A Sara le dijo: «He entregado a tu hermano mil monedas de plata; serán como un velo en los ojos para ti y para todos los que están contigo. Quedas rehabilitada».
17Abrahán rogó a Dios, y Dios curó a Abimélec, a su mujer y a sus concubinas, que tuvieron hijos,
18pues el Señor había cerrado la matriz a todas en casa de Abimélec, por causa de Sara, mujer de Abrahán.
211El Señor visitó a Sara, como había dicho. El Señor cumplió con Sara lo que le había prometido.
2Sara concibió y dio a Abrahán un hijo en su vejez, en el plazo que Dios le había anunciado.
3Abrahán llamó Isaac al hijo que le había nacido, el que le había dado Sara.
4Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios.
5Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.
6Sara dijo: «Dios me hizo reír; todo el que lo oiga, reirá conmigo».
7Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abrahán que Sara iba a amamantar hijos?, pues le he dado un hijo en su vejez».
8El chico creció y lo destetaron. Abrahán dio un gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9Al ver que el hijo de Agar, la egipcia, y de Abrahán jugaba con Isaac,
10 Sara dijo a Abrahán: «Expulsa a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada con mi hijo Isaac».
11Abrahán se llevó un disgusto, pues era hijo suyo.
12Pero Dios dijo a Abrahán: «No te aflijas por el muchacho y la criada; haz todo lo que dice Sara, porque será Isaac quien continúe tu descendencia.
13Pero también al hijo de la criada lo convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo».
14Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el muchacho. Ella marchó y fue vagando por el desierto de Berseba.
15Cuando se agotó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas;
16se apartó y se sentó a solas, a la distancia de un tiro de arco, diciendo: «No puedo ver morir al niño». Se sentó aparte y, alzando la voz, rompió a llorar.
17Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo; le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico, allí donde está.
18Levántate, toma al niño y agárrale fuerte de la mano, porque haré que sea un pueblo grande».
19Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua; ella fue, llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.
20Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero.
21Vivió en el desierto de Farán y su madre tomó para él una mujer egipcia.
22Por aquel tiempo, Abimélec con Picol, jefe de su tropa, dijo a Abrahán: «Dios está contigo en todo lo que haces.
23Ahora, pues, júrame por Dios aquí mismo que no me engañarás a mí, ni a mis parientes, ni a mi raza, sino que me tratarás a mí y a la tierra en que estás residiendo como emigrante, con la misma lealtad con que yo te he tratado».
24Abrahán respondió: «Lo juro».
25Pero Abrahán se quejó a Abimélec por causa del pozo de agua del que se habían apoderado.
26Abimélec le dijo: «No sé quién lo hizo. Además tampoco tú me habías informado, ni yo lo había oído hasta hoy».
27Entonces Abrahán tomó ovejas y vacas, se las dio a Abimélec y los dos concertaron una alianza.
28Abrahán apartó siete corderas del rebaño
29y Abimélec preguntó a Abrahán: «¿Qué significan esas siete corderas que has apartado?».
30Respondió: «Tú recibirás de mi mano esas siete corderas, como testimonio de que yo cavé este pozo».
31Por eso se llama aquel lugar Berseba, porque allí juraron los dos.
32Concluida la alianza en Berseba, Abimélec y Picol, jefe de su tropa, se volvieron a la tierra de los filisteos.
33Abrahán plantó un tamarisco en Berseba e invocó allí el nombre del Señor Dios Eterno.
34Abrahán residió mucho tiempo en la tierra de los filisteos.
221Después de estos sucesos, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo: «¡Abrahán!». Él respondió: «Aquí estoy». »
2Dios dijo: «Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
3Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el holocausto y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.
4Al tercer día levantó Abrahán los ojos y divisó el sitio desde lejos.
5Abrahán dijo a sus criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros».
6Abrahán tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
7Isaac dijo a Abrahán, su padre: «Padre». Él respondió: «Aquí estoy, hijo mío». El muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?».
8Abrahán contestó: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío». Y siguieron caminando juntos.
9Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
10Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
11 Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!». Él contestó: «Aquí estoy».
12El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
13Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «En el monte el Señor es visto».
15El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo
16y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único,
17te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos.
18Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
19Abrahán volvió al lado de sus criados y juntos se pusieron en camino hacia Berseba, y Abrahán se quedó a vivir en Berseba.
20Después de estos sucesos, le comunicaron a Abrahán: «También Milcá ha dado hijos a tu hermano Najor:
21Uz el primogénito, Buz su hermano y Quemuel, padre de Arán;
22Quesed, Jazo, Fildas, Yidlaf y Betuel.
23Betuel engendró a Rebeca. Milcá dio estos ocho hijos a Najor, hermano de Abrahán.
24Y una concubina, llamada Rauma, también le dio hijos: Tebaj, Gaján, Tajas y Maacá.
231Sara vivió ciento veintisiete años.
2Murió Sara en Quiriat Arbá, o sea Hebrón, en la tierra de Canaán. Abrahán fue a hacer duelo por Sara y a llorarla.
3Después Abrahán dejó a su difunta y habló así a los hititas:
4«Yo soy un emigrante, residente entre vosotros. Dadme un sepulcro en propiedad, entre vosotros, para enterrar a mi difunta».
5Los hititas respondieron a Abrahán:
6«Escúchanos, señor; tú eres un príncipe de Dios entre nosotros. Entierra a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará un sepulcro para enterrar a tu difunta».
7Abrahán se levantó, hizo una inclinación ante la gente del país, los hititas,
8y les habló así: «Si realmente queréis que entierre a mi difunta, escuchadme y suplicad en mi nombre a Efrón, hijo de Sojar,
9para que me venda la cueva de Macpela, que es suya y se encuentra en el extremo de su campo. Que me la venda al precio completo, ante vosotros, como sepulcro en propiedad».
10Efrón estaba sentado entre los hititas. Efrón, el hitita, respondió a Abrahán de forma que lo oyesen los hititas y cuantos entraban por la puerta de la ciudad:
11«No, señor mío, escúchame: te doy el campo y te doy también la cueva que hay en él. Te la doy en presencia de mis paisanos; entierra a tu difunta».
12Abrahán hizo una inclinación ante la gente del país
13y habló a Efrón de forma que lo oyese la gente del país: «Escúchame tú, por favor: yo te doy el precio del campo, acéptalo y enterraré allí a mi difunta».
14Efrón contestó a Abrahán:
15«Señor mío, escucha: el terreno vale unas cuatrocientas monedas de plata. ¿Qué es eso entre nosotros dos? Entierra, pues, a tu difunta».
16Abrahán accedió a la petición de Efrón. Abrahán pesó para Efrón la plata de que este había hablado en presencia de los hititas: unas cuatrocientas monedas de plata de curso entre mercaderes.
17Y así el campo de Efrón en Macpela, frente a Mambré, el campo con la cueva y todos los árboles dentro de sus linderos,
18pasó a ser propiedad de Abrahán, en presencia de los hititas y de cuantos entraban por la puerta de la ciudad.
19Después Abrahán enterró a Sara, su mujer, en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, o sea Hebrón, en la tierra de Canaán.
20Y así el campo con la cueva pasó de los hititas a Abrahán como sepulcro en propiedad.
241Abrahán era anciano, de edad avanzada, y el Señor había bendecido a Abrahán en todo.
2Abrahán dijo al criado más viejo de su casa, que administraba todas las posesiones: «Pon tu mano bajo mi muslo
3y júrame por el Señor, Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito,
4sino que irás a mi tierra nativa a tomar mujer para mi hijo Isaac».
5El criado contestó: «Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿tengo que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?».
6Abrahán le replicó: «De ninguna manera lleves a mi hijo allá.
7El Señor Dios del cielo, que me sacó de la casa paterna y del país nativo, y que me juró: “A tu descendencia daré esta tierra”, enviará su ángel delante de ti, y traerás de allí mujer para mi hijo.
8Pero si la mujer no quiere venir contigo, quedas libre del juramento. Mas a mi hijo, no lo lleves allá».
9El criado puso su mano bajo el muslo de Abrahán, su amo, y le juró cumplirlo.
10Entonces el criado tomó diez de los camellos de su amo y, llevando toda clase de regalos de su amo, se puso en marcha hacia Arán Najaráin, la ciudad de Najor.
11Hizo arrodillarse a los camellos junto a un pozo fuera de la ciudad, al atardecer, cuando suelen salir las aguadoras.
12Y dijo: «Señor, Dios de mi amo Abrahán, concédeme hoy una señal propicia y muestra tu benevolencia a mi amo Abrahán.
13Aquí estoy junto a la fuente, mientras las muchachas de la ciudad salen a sacar agua;
14para la muchacha a la que yo diga: “Por favor, inclina tu cántaro que beba” y que me responda: “Bebe y también abrevaré tus camellos”, esa sea la que has destinado para tu siervo Isaac. Así sabré que muestras benevolencia con mi amo».
15Apenas había acabado de hablar, cuando salía Rebeca, hija de Betuel, el hijo de Milcá, la mujer de Najor, el hermano de Abrahán, con el cántaro al hombro.
16La muchacha era muy hermosa, una doncella que no había conocido varón. Bajó a la fuente, llenó el cántaro y subió.
17El criado corrió a su encuentro y le dijo: «Por favor, déjame beber un poco de agua de tu cántaro».
18Ella respondió: «Bebe, señor mío». Y enseguida bajó el cántaro al brazo y le dio de beber.
19Cuando terminó de darle de beber, ella dijo: «Voy a sacar también agua para tus camellos, hasta que se sacien».
20Y enseguida vació el cántaro en el abrevadero, corrió al pozo a sacar más y sacó para todos los camellos.
21El hombre la contemplaba en silencio hasta saber si el Señor daba éxito a su viaje o no.
22Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro de unos seis gramos de peso y se lo puso en la nariz, y le colocó en los brazos dos pulseras de oro de unos ciento veinte gramos.
23Luego le preguntó: «¿De quién eres hija? Dímelo, por favor. ¿Hay sitio en casa de tu padre para que pasemos la noche?».
24Ella le contestó: «Soy hija de Betuel, el hijo de Milcá y de Najor».
25 Y añadió: «También tenemos paja y forraje en abundancia y sitio para pasar la noche».
26 El hombre se inclinó en señal de adoración al Señor
27y dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de mi amo Abrahán, que no ha retirado su benevolencia y fidelidad a mi amo. El Señor me ha guiado por el camino justo a la casa del hermano de mi amo».
28La muchacha fue corriendo a casa de su madre a contar todas estas cosas.
29Rebeca tenía un hermano llamado Labán, que salió corriendo hacia la fuente, en busca del hombre.
30En cuanto vio el anillo y las pulseras en los brazos de su hermana y oyó decir a su hermana Rebeca: «Así me ha hablado el hombre», Labán fue en busca del hombre, que aún estaba con los camellos junto a la fuente.
31Y le dijo: «Ven, bendito del Señor, ¿por qué permaneces fuera? Yo te he preparado alojamiento y sitio para los camellos».
32El hombre entró en la casa. Desaparejaron los camellos y les dieron paja y forraje. Luego trajeron agua para que se lavasen los pies el hombre y sus acompañantes.
33 Pero cuando le sirvieron de comer, dijo: «No comeré hasta exponer lo que he de decir». «Habla», le respondieron.
34Él dijo: «Soy criado de Abrahán.
35El Señor ha colmado de bendiciones a mi amo, que ha prosperado; le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36Sara, la mujer de mi amo, le ha dado un hijo en su vejez; y a él le ha cedido todos sus bienes.
37Mi amo me hizo prestar este juramento: “No tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito,
38sino que irás a casa de mis padres y mis parientes y allí tomarás mujer para mi hijo”.
39Yo contesté a mi amo: “¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?”.
40Él replicó: “El Señor, en cuya presencia he caminado, enviará su ángel contigo y dará éxito a tu viaje, y así tomarás mujer para mi hijo en la casa de mi padre y mis parientes.
41Pero quedarás libre de mi maldición si, llegado a casa de mis parientes, no te la quieren dar; entonces quedarás libre de mi maldición”.
42Cuando llegué hoy a la fuente, dije: “Señor, Dios de mi amo Abrahán, si quieres dar éxito al viaje que he emprendido,
43aquí estoy junto a la fuente; la muchacha que salga a sacar agua y yo le diga: ‘Dame de beber un poco de agua de tu cántaro’,
44y ella me responda: ‘Bebe tú y sacaré también para tus camellos’, esa será la mujer que el Señor destina para el hijo de mi amo”.
45Apenas había acabado yo de hablar para mis adentros, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro. Bajó a la fuente, sacó agua y le dije: “Por favor, dame de beber”.
46Ella enseguida bajó el cántaro de su hombro y me respondió: “Bebe tú y abrevaré también tus camellos”. Bebí yo y ella abrevó también los camellos.
47Y le pregunté: “¿De quién eres hija?”. Me respondió: “De Betuel, hijo de Najor y Milcá”. Entonces le puse un anillo en la nariz y pulseras en los brazos,
48y me incliné en adoración al Señor, bendiciendo al Señor, Dios de mi amo Abrahán, que me ha guiado por el camino justo, para llevar al hijo de mi amo la hija de su hermano.
49Ahora, pues, si queréis ser benévolos y leales con mi amo, decídmelo; y si no, decídmelo también, para actuar en consecuencia».
50Labán y Betuel le contestaron: «El asunto viene del Señor; nosotros no podemos responderte bien o mal.
51Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho».
52Cuando el criado de Abrahán oyó sus palabras, se postró en tierra ante el Señor.
53Luego el criado sacó objetos de plata, objetos de oro y vestidos, y se los dio a Rebeca. Ofreció también regalos a su hermano y a su madre.
54Después comieron él y sus acompañantes, y pasaron la noche. Cuando se levantaron por la mañana, dijo el criado: «Dejadme volver a mi amo».
55El hermano y la madre respondieron: «Deja que la chica se quede con nosotros unos diez días, después se marchará».
56Pero él replicó: «No me retengáis, ya que el Señor ha dado éxito a mi viaje; dejadme volver a mi amo».
57Ellos dijeron: «Llamemos a la chica y preguntémosle su opinión».
58Llamaron a Rebeca y le preguntaron: «¿Quieres ir con este hombre?». Ella respondió: «Sí».
59Entonces despidieron a su hermana Rebeca, a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus acompañantes.
60Y bendijeron a Rebeca diciendo:«Tú eres nuestra hermana, | crece mil y mil veces; | que tu descendencia someta | el poder de sus enemigos».
61Rebeca y sus doncellas se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre. Así el criado de Abrahán tomó a Rebeca y se fue.
62Isaac había vuelto del pozo de Lajay Roi. Por entonces habitaba en la región del Negueb.
63Una tarde, salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos.
64También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello.
65Ella dijo al criado: «¿Quién es aquel hombre que viene por el campo en dirección a nosotros?». Respondió el criado: «Es mi amo». Entonces ella tomó el velo y se cubrió.
66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho.
67Isaac la condujo a la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.
251Abrahán tomó otra mujer, llamada Queturá,
2la cual le dio a Zimrán, Yocsán, Medán, Madián, Yisbac y Suaj.
3Yocsán engendró a Seba y Dedán. Los hijos de Dedán fueron los asuritas, letusitas y leumitas.
4Los hijos de Madián fueron Efa, Efer, Henoc, Abida y Eldaá. Todos estos fueron descendientes de Queturá.
5Abrahán legó todo lo que poseía a Isaac.
6A los hijos de sus concubinas, Abrahán les hizo donaciones; y todavía en vida los envió hacia las tierras de oriente, lejos de su hijo Isaac.
7Abrahán vivió ciento setenta y cinco años.
8Murió en buena vejez, anciano y colmado de años, y se reunió con su pueblo.
9Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron en la cueva de Macpela, frente a Mambré, en el campo del hitita Efrón, hijo de Soar,
10el campo que Abrahán había comprado a los hititas. Allí fue enterrado Abrahán junto a su mujer Sara.
11Después de la muerte de Abrahán, Dios bendijo a su hijo Isaac. Isaac se estableció junto al pozo de Lajay Roi.
12Estos son los descendientes de Ismael, hijo de Abrahán y Agar, la egipcia, criada de Sara.
13Y estos son los nombres de los hijos de Ismael, por orden de nacimiento: Nebayot, el primogénito de Ismael, Quedar, Adbeel, Mibsán,
14Misma, Duma, Masa,
15Jadad, Temá, Yetur, Nafis y Quedma.
16Estos son los hijos de Ismael y estos sus nombres, por poblados y campamentos: doce jefes de tribu.
17Los años de la vida de Ismael fueron ciento treinta y siete; luego expiró y fue a reunirse con su pueblo.
18Los ismaelitas se extendieron desde Javila hasta Sur, junto a Egipto, según se va a Asur, unos frente a otros.
19Estos son los descendientes de Isaac, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac.
20Cuando Isaac tenía cuarenta años, tomó por esposa a Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Arán, y hermana de Labán el arameo.
21Isaac rogó al Señor por su mujer, que era estéril. El Señor le atendió y su mujer Rebeca concibió.
22Pero los niños chocaban tanto en su seno que ella exclamó: «Si es así, ¿para qué estoy aquí?». Y se fue a consultar al Señor.
23El Señor dijo:«Dos naciones hay en tu vientre, | dos pueblos se separarán de tus entrañas. | Un pueblo dominará al otro, | el mayor servirá al menor».
24Cuando se cumplió el tiempo de dar a luz, había dos mellizos en su vientre.
25Salió primero uno rojo, todo peludo como un manto, y lo llamaron Esaú.
26Después salió su hermano, agarrando con la mano el talón de Esaú, y lo llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando nacieron.
27Los muchachos crecieron. Esaú era un experto cazador, hombre de campo, mientras que Jacob era un hombre comedido, amante de la tienda.
28Isaac prefería a Esaú, porque le gustaba la caza, pero Rebeca prefería a Jacob.
29Un día que Jacob estaba preparando un potaje, llegó Esaú del campo, agotado.
30Esaú dijo a Jacob: «Dame un bocado de ese potaje rojo, pues estoy agotado». Por eso se lo llamó Edón.
31Jacob respondió: «Véndeme ahora mismo tus derechos de primogenitura».
32Esaú replicó: «Estoy a punto de morir, ¿de qué me sirve la primogenitura?».
33Jacob le dijo: «Júramelo ahora mismo». Él se lo juró, y vendió a Jacob su derecho de primogenitura.
34Entonces Jacob dio a Esaú pan y potaje de lentejas. Él comió y bebió; luego se levantó y se fue. Así menospreció Esaú sus derechos de primogenitura.
261Sobrevino un hambre en el país, distinta del hambre anterior que hubo en tiempos de Abrahán, e Isaac fue a Guerar, donde Abimélec era rey de los filisteos.
2El Señor se le había aparecido y le había dicho: «No bajes a Egipto, quédate en el país que yo te indicaré.
3Reside en ese país, y yo estaré contigo y te bendeciré, pues a ti y a tus descendientes os daré todas estas tierras, cumpliendo el juramento que hice a tu padre Abrahán.
4Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y daré a tus descendientes todas estas tierras. En tus descendientes se bendecirán todas las naciones de la tierra,
5porque Abrahán escuchó mi voz y acató mis órdenes, mandatos, decretos e instrucciones».
6Isaac se estableció en Guerar.
7Como los hombres del lugar preguntaran por su mujer, él respondió: «Es mi hermana», pues tenía miedo de decir: «Es mi mujer», no fueran a matarlo aquellos hombres por causa de Rebeca, pues era muy hermosa.
8Había pasado bastante tiempo; un día Abimélec, rey de los filisteos, estaba mirando por la ventana, cuando vio a Isaac acariciando a su mujer Rebeca.
9Entonces Abimélec llamó a Isaac y le dijo: «¡Así que es tu mujer! ¿Por qué has dicho: “Es mi hermana”?». Isaac contestó: «Porque pensé que podía morir yo por causa de ella».
10Abimélec replicó: «¿Qué nos has hecho? Por poco no se acuesta uno del pueblo con tu mujer, haciéndonos a todos culpables».
11Abimélec dio esta orden a todo el pueblo: «El que toque a este hombre o a su mujer, es reo de muerte».
12Isaac sembró en aquella tierra y aquel año cosechó el ciento por uno, pues le bendijo el Señor.
13El hombre prosperó y creció continuamente hasta hacerse muy rico.
14Poseía rebaños de ovejas y vacas, y una gran servidumbre, tanto que los filisteos le envidiaban.
15Todos los pozos que habían cavado los criados de su padre en tiempos de su padre Abrahán, cuando este vivía, los cegaron los filisteos llenándolos con tierra.
16Y Abimélec dijo a Isaac: «Vete de entre nosotros, porque te has hecho más poderoso que nosotros».
17Isaac se fue de allí y acampó en el valle de Guerar, donde se estableció.
18Isaac volvió a cavar los pozos de agua que habían sido cavados en tiempo de su padre Abrahán y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abrahán, y los llamó con los mismos nombres que su padre les había puesto.
19Los criados de Isaac cavaron en el valle y encontraron allí un pozo de agua corriente.
20Pero los pastores de Guerar riñeron con los pastores de Isaac y les dijeron: «El agua es nuestra». Y llamó al pozo Esec, porque habían reñido con él.
21Cavaron luego otro pozo y también discutieron por él. Y lo llamó Sitna.
22Se alejó de allí y cavó otro pozo, por el cual ya no riñeron. Y lo llamó Rejobot, queriendo decir: «Esta vez el Señor nos ha concedido espacio para crecer en el país».
23Desde allí se dirigió a Berseba.
24Aquella noche se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abrahán; no temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, en atención a mi siervo Abrahán».
25Construyó allí un altar e invocó el nombre del Señor. Plantó allí su tienda y los criados de Isaac cavaron allí un pozo.
26Abimélec vino desde Guerar a visitarlo con Ajuzat, su consejero, y Picol, jefe de su tropa.
27Isaac les preguntó: «¿A qué habéis venido aquí, si me odiáis y me habéis echado de entre vosotros?».
28Contestaron: «Hemos visto claramente que el Señor está contigo y pensamos: “Haya un juramento entre los dos, entre nosotros y tú”. Queremos concertar una alianza contigo:
29tú no nos harás mal alguno, pues nosotros no te hemos tocado; más bien nos hemos portado bien contigo y te hemos dejado ir en paz. Que el Señor te bendiga ahora».
30Les preparó un banquete, comieron y bebieron.
31Al día siguiente madrugaron y se prestaron juramento mutuo. Isaac los despidió y se fueron en paz.
32Aquel mismo día llegaron los criados de Isaac y le hablaron del pozo que habían cavado y le dijeron: «Hemos encontrado agua».
33Él lo llamó Seba, y de ahí que la ciudad se llame Berseba, hasta hoy.
34Tenía Esaú cuarenta años cuando tomó por esposa a Judit, hija de Beerí, y a Basmat, hija del hitita Elón.
35Causaron muchos disgustos a Isaac y Rebeca.
271Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a su hijo mayor: «Hijo mío». Le contestó: «Aquí estoy».
2Él le dijo: «Mira, yo soy viejo y no sé cuándo moriré.
3Toma tus aparejos, arco y aljaba, y sal al campo a buscarme caza;
4después me preparas un guiso sabroso, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma; pues quiero darte mi bendición antes de morir».
5Rebeca escuchó la conversación de Isaac con Esaú, su hijo. Salió Esaú al campo a cazar para su padre.
6Y Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre, que, hablando con tu hermano Esaú, le decía:
7“Tráeme caza y prepárame un guiso sabroso para que lo coma y te bendiga en presencia del Señor, antes de morir”.
8Ahora pues, hijo mío, escúchame bien y haz lo que yo te mando.
9Ve al rebaño y tráeme dos buenos cabritos, para preparar con ellos un guiso sabroso, como a él le gusta.
10Se lo llevarás a tu padre para que coma, y así te bendecirá antes de morir».
11Jacob replicó a Rebeca, su madre: «Ten en cuenta que mi hermano Esaú es velludo y yo, en cambio, lampiño.
12Si por casualidad me palpa mi padre y quedo ante él como un mentiroso, atraería sobre mí la maldición, en vez de la bendición».
13Pero su madre le dijo: «Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío. Tú hazme caso, ve y tráemelos».
14Fue, pues, a buscarlos y se los trajo a su madre. Su madre preparó un guiso sabroso, como le gustaba a su padre.
15Luego Rebeca tomó un traje de su hijo mayor Esaú, el mejor que tenía en casa, y vistió con él a Jacob, su hijo menor.
16Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lisa del cuello.
17Y puso en manos de su hijo Jacob el guiso sabroso que había preparado y el pan.
18Él entró en la habitación de su padre y dijo: «Padre». Respondió Isaac: «Aquí estoy; ¿quién eres, hijo mío?».
19Contestó Jacob a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito; he hecho lo que me mandaste. Incorpórate, siéntate y come de mi caza; después podrás bendecirme».
20Isaac dijo a su hijo: «¿Cómo la has podido encontrar tan pronto, hijo mío?». Él respondió: «El Señor tu Dios me la puso al alcance».
21Isaac dijo a Jacob: «Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no».
22Se acercó Jacob a su padre Isaac, que lo palpó y le dijo: «La voz es de Jacob, pero los brazos son de Esaú».
23Y no lo reconoció porque sus brazos estaban peludos como los de su hermano Esaú. Así que le bendijo.
24Pero insistió: «¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?». Respondió Jacob: «Yo soy».
25Isaac dijo: «Sírveme, hijo mío, que coma yo de tu caza; después te bendeciré». Se la sirvió y él comió. Le trajo vino y bebió.
26Entonces le dijo su padre Isaac: «Acércate y bésame, hijo mío».
27Se acercó y lo besó. Y, al oler el aroma del traje, le bendijo con estas palabras:«El aroma de mi hijo | es como el aroma de un campo | que bendijo el Señor.
28Que Dios te conceda el rocío del cielo, | la fertilidad de la tierra, | abundancia de trigo y de vino.
29Que te sirvan los pueblos, | y se postren ante ti las naciones. | Sé señor de tus hermanos, | que ellos se postren ante ti. | Maldito quien te maldiga, | bendito quien te bendiga».
30Apenas había terminado Isaac de bendecir a Jacob, en el instante en que salía Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú volvía de cazar.
31También él preparó un guiso sabroso; se lo llevó a su padre y le dijo: «Padre, incorpórate y come de la caza de tu hijo; después podrás bendecirme».
32Su padre Isaac le preguntó: «¿Quién eres tú?». Respondió él: «Soy Esaú, tu hijo primogénito».
33Isaac se estremeció profundamente y preguntó: «Entonces ¿quién es el que me ha traído la caza? Yo la he comido antes de que tú llegaras, lo he bendecido y quedará bendito».
34Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte, amargado en extremo, y dijo a su padre: «Padre, bendíceme a mí también».
35Pero él respondió: «Tu hermano ha venido con astucia y se ha llevado tu bendición».
36Respondió Esaú: «Con razón se llama Jacob; ya me ha suplantado dos veces: antes me quitó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición». Y añadió: «¿No has reservado una bendición para mí?».
37Isaac respondió a Esaú: «Le he constituido señor tuyo y le he dado a todos sus hermanos por siervos suyos; le he concedido el trigo y el vino. ¿Qué puedo ya hacer por ti, hijo mío?».
38Replicó Esaú a su padre: «¿Solo tienes una bendición, padre mío? Padre, bendíceme también a mí». Esaú rompió a llorar a gritos.
39Entonces su padre Isaac le respondió: «Lejos de la tierra fértil tendrás tu morada, | y lejos del rocío del cielo.
40Vivirás de tu espada, | y servirás a tu hermano. | Y cuando te rebeles, | sacudirás el yugo de tu cuello».
41Esaú concibió odio a Jacob, por la bendición que su padre le había dado, y se decía: «Se acercan los días del fin del duelo por mi padre, y entonces mataré a mi hermano Jacob».
42Cuando comunicaron a Rebeca las palabras de su hijo mayor Esaú, mandó llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: «Tu hermano Esaú planea matarte para vengarse de ti.
43Ahora pues, hijo mío, escúchame: Huye a Jarán, a casa de mi hermano Labán,
44y quédate con él una temporada hasta que se le pase la cólera a tu hermano
45y cese su indignación contra ti y se olvide de lo que has hecho. Entones yo haré que te traigan de allí. ¿Por qué he de verme privada de vosotros dos en un solo día?».
46Rebeca dijo a Isaac: «Estas mujeres hititas me hacen la vida imposible. Si Jacob toma por mujer a una hitita como estas, una nativa, ¿de qué me sirve vivir?».
281Isaac llamó a Jacob, le bendijo y le dio estas órdenes: «No tomes por mujer a una cananea.
2Anda, vete a Padán Arán, a casa de Betuel, tu abuelo materno, y toma allí por mujer a una de las hijas de Labán, hermano de tu madre.
3Que Dios todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique, hasta que llegues a ser una multitud de pueblos.
4Que él te conceda la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia, para que poseas la tierra donde resides, que Dios ha entregado a Abrahán».
5Isaac despidió a Jacob, que se fue a Padán Arán, a casa de Labán, hijo de Betuel el arameo, hermano de Rebeca, la madre de Jacob y Esaú.
6Se enteró Esaú de que Isaac había bendecido a Jacob y le había enviado a Padán Arán para que tomase mujer allí; y de que, al bendecirle, le había dado esta orden: «No tomes por mujer a una cananea»;
7y de que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, había ido a Padán Arán.
8Cuando Esaú cayó en la cuenta de que las mujeres cananeas desagradaban a su padre Isaac,
9se dirigió adonde estaba Ismael y, además de las mujeres que tenía, tomó por esposa a Majlat, hija de Ismael, el hijo de Abrahán, hermana de Nebayot.
10Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán.
11Llegó a un determinado lugar y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Tomando una piedra de allí mismo, se la colocó por cabezal y se echó a dormir en aquel lugar.
12Y tuvo un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella.
13El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado la daré a ti y a tu descendencia.
14Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás a occidente y oriente, a norte y sur; y todas las naciones de la tierra serán benditas por causa tuya y de tu descendencia.
15Yo estoy contigo; yo te guardaré donde quiera que vayas, te haré volver a esta tierra y no te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido».
16Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía».
17Y, sobrecogido, añadió: «Qué terrible es este lugar: no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».
18Jacob se levantó de madrugada, tomó la piedra que había colocado por cabezal, la erigió como estela y derramó aceite por encima.
19Y llamó a aquel lugar Betel, aunque antes la ciudad se llamaba Luz.
20Jacob hizo un voto en estos términos: «Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme,
21si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios,
22y esta piedra que he erigido como estela será una casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el diezmo».
291Jacob continuó su viaje hacia la tierra de los orientales.
2En el campo vio un pozo y tres rebaños de ovejas tumbadas junto a él, pues los rebaños solían abrevarse de aquel pozo. Una piedra grande tapaba la boca del pozo.
3Cuando se reunían allí todos los rebaños, se corría la piedra de la boca del pozo y se abrevaba el ganado; luego se volvía la piedra a su sitio sobre la boca del pozo.
4Jacob dijo a los pastores: «Hermanos, ¿de dónde sois?». Respondieron: «Somos de Jarán».
5Les preguntó: «¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?». Contestaron: «Sí».
6 Les dijo: «¿Qué tal está?». Respondieron: «Está bien; mira, su hija Raquel llega con el rebaño».
7Él dijo: «Aún es pleno día y no es hora de reunir el ganado; abrevad el rebaño y llevadlo a pastar».
8Contestaron: «No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños y se corra la piedra de la boca del pozo; entonces abrevaremos el rebaño».
9Todavía estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con el rebaño de su padre, pues era pastora.
10Apenas vio Jacob a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, con el rebaño de su tío Labán, se acercó, corrió la piedra de la boca del pozo y abrevó el rebaño de su tío Labán.
11Después Jacob besó a Raquel y se echó a llorar.
12Jacob explicó a Raquel que era pariente de su padre e hijo de Rebeca. Ella corrió a contárselo a su padre.
13Cuando Labán oyó las noticias acerca de Jacob, hijo de su hermana, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa; y él contó a Labán todo lo sucedido.
14 Labán le dijo: «Tú eres realmente de mi hueso y carne». Y se quedó con él un mes.
15Labán dijo a Jacob: «¿Acaso por ser pariente mío me vas a servir de balde? Dime qué salario quieres».
16Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía y la menor se llamaba Raquel.
17Lía tenía ojos apagados; Raquel era de buen tipo y bello semblante.
18Jacob, que se había enamorado de Raquel, le dijo: «Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor».
19Labán respondió: «Mejor es dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo».
20Jacob sirvió por Raquel siete años, que le parecieron unos pocos días, de lo enamorado que estaba.
21Jacob dijo a Labán: «Se ha cumplido el plazo; dame mi mujer para que cohabite con ella».
22Labán reunió a todos los hombres del lugar y les ofreció un banquete.
23Por la noche tomó a su hija Lía y se la llevó a Jacob, que se acostó con ella.
24Además, Labán designó a su criada Zilpa como criada de su hija Lía.
25A la mañana Jacob vio que era Lía, y dijo a Labán: «¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?».
26Labán replicó: «No es costumbre en este lugar dar la menor antes que la mayor.
27Completa la semana nupcial de esta y te daré también la otra, a cambio de que me sirvas otros siete años».
28Jacob aceptó y, cumplida la semana de esta, Labán le dio por mujer a su hija Raquel.
29Además, Labán designó a su criada Bilá como criada de su hija Raquel.
30Él cohabitó también con Raquel y amó a Raquel más que a Lía; y se quedó a su servicio otros siete años.
31El Señor vio que Lía era menospreciada y la hizo fecunda, mientras Raquel seguía estéril.
32Lía concibió, dio a luz un hijo y lo llamó Rubén, pues dijo: «El Señor ha visto mi aflicción; ahora me amará mi marido».
33Concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: «El Señor ha oído que era menospreciada y me ha dado este también». Y lo llamó Simeón.
34Volvió a concebir, dio a luz un hijo y dijo: «Ahora sí me cobrará afecto mi marido, pues le he dado tres hijos». Y lo llamó Leví.
35Concibió de nuevo, dio a luz un hijo y dijo: «Esta vez alabaré al Señor». Por eso lo llamó Judá. Y dejó de tener hijos.
301Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana y dijo a Jacob: «Dame hijos o me muero».
2Jacob se enfadó con Raquel y dijo: «¿Estoy yo en el lugar de Dios, que te ha negado el fruto del vientre?».
3Ella dijo: «Ahí tienes a mi criada Bilá. Cohabita con ella, para que dé a luz en mis rodillas; así también tendré yo hijos por medio de ella».
4Entonces le dio a su criada Bilá por mujer y Jacob cohabitó con ella.
5Bilá concibió y dio a luz un hijo.
6Raquel dijo: «Dios me ha hecho justicia y ha escuchado mi súplica, dándome un hijo». Por eso lo llamó Dan.
7Concibió de nuevo Bilá, la criada de Raquel, y dio otro hijo a Jacob.
8Raquel dijo: «Dios me ha hecho competir con mi hermana y la he vencido». Y lo llamó Neftalí.
9Cuando vio Lía que había dejado de tener hijos, tomó a su criada Zilpa y se la dio a Jacob por mujer.
10Zilpa, la esclava de Lía, dio un hijo a Jacob.
11Lía exclamó: «¡Qué suerte!». Y lo llamó Gad.
12Zilpa, la criada de Lía, dio un segundo hijo a Jacob.
13Y Lía dijo: «¡Qué felicidad! Seguro que las mujeres me felicitarán». Y lo llamó Aser.
14Un día, durante la siega del trigo, Rubén salió al campo y encontró unas mandrágoras, que llevó a su madre Lía. Raquel dijo a Lía: «Dame algunas mandrágoras de tu hijo».
15Lía contestó: «¿Te parece poco haberme quitado a mi marido, que vas a quitarme también las mandrágoras de mi hijo?». Raquel replicó: «Que se acueste contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo».
16Cuando Jacob volvía del campo, por la tarde, le salió Lía al encuentro, y le dijo: «Tienes que venir conmigo, pues he pagado por ti con unas mandrágoras de mi hijo». Y él se acostó con ella aquella noche.
17Dios escuchó a Lía, que concibió y dio a Jacob el quinto hijo.
18Ella dijo: «Dios me ha pagado por haber dado mi criada a mi marido». Y lo llamó Isacar.
19Concibió de nuevo Lía y dio a Jacob el sexto hijo.
20Lía dijo: «Dios me ha dado una buena dádiva: esta vez mi marido me tratará como una princesa, pues le he dado seis hijos». Y lo llamó Zabulón.
21Después dio a luz una hija y la llamó Dina.
22Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la escuchó e hizo fecundo su seno.
23Ella concibió, dio a luz un hijo y dijo: «Dios ha quitado mi afrenta».
24Y lo llamó José, pues dijo: «¡Que el Señor me añada otro hijo!».
25Después que Raquel dio a luz a José, dijo Jacob a Labán: «Déjame marchar a mi lugar y mi país.
26Dame mis mujeres, por las que te he servido, y mis hijos, y me marcharé; pues tú sabes el servicio que te he hecho».
27Labán le respondió: «Si he alcanzado tu favor, escúchame: he adivinado que el Señor me ha bendecido por tu causa».
28Y añadió: «Dime qué paga quieres, y te la daré».
29Le respondió: «Tú sabes lo que te he servido y cómo le ha ido a tu ganado conmigo.
30Lo poco que poseías antes que yo llegara ha crecido muchísimo, porque el Señor te ha bendecido por mi causa. Ahora bien, ¿cuándo voy a hacer yo también algo por mi propia casa?».
31 Labán preguntó: «¿Qué te he de dar?». Jacob respondió: «No me des nada. Si estás de acuerdo con mi propuesta, yo volveré a pastorear y guardar tu rebaño.
32Pasaré hoy entre todo tu rebaño, apartando de él toda oveja oscura y toda cabra manchada o moteada; ese será mi salario.
33Y así el día de mañana, cuando vengas a comprobar mi salario, mi honradez quedará en claro: cualquier cabra no manchada o moteada y cualquier oveja no oscura, que estén en mi poder, es que las he robado».
34Dijo Labán: «Está bien, sea como tú dices».
35Aquel mismo día apartó Jacob los machos cabríos rayados o manchados y todas las cabras moteadas y manchadas, todo lo que tenía algo de blanco y todo lo negro entre las ovejas, y lo confió a sus hijos.
36Después Labán se alejó de Jacob a una distancia de tres jornadas, mientras Jacob pastoreaba el resto del rebaño de Labán.
37Jacob tomó varas verdes de chopo, almendro y plátano, y peló en ellas unas tiras blancas, dejando al descubierto lo blanco de las varas.
38Luego colocó las varas peladas frente al ganado en los pilones de los abrevaderos, donde el ganado venía a beber. El ganado se apareaba cuando venía a beber.
39Así el ganado se apareó frente a las varas y parían crías rayadas, moteadas y manchadas.
40Jacob apartó los corderos y los echó a las reses rayadas y oscuras del ganado de Labán. Así mantuvo separado su ganado, sin mezclarlo con el rebaño de Labán.
41Cuando las reses más fuertes se iban a aparear, Jacob colocaba las varas delante de ellas en el abrevadero, para que se apareasen frente a las varas.
42En cambio, cuando las reses eran débiles, no las colocaba; de este modo, las reses endebles eran las de Labán y las fuertes las de Jacob.
43Así prosperó muchísimo y llegó a tener numerosos rebaños, siervos y siervas, camellos y asnos.
311Jacob oyó que los hijos de Labán decían: «Jacob se ha apoderado de todo lo de nuestro padre y a costa de nuestro padre ha hecho toda esa fortuna».
2Jacob observó el gesto de Labán y vio que ya no se portaba con él como antes.
3El Señor dijo a Jacob: «Vuelve a la tierra de tus padres, donde naciste, y yo estaré contigo».
4Entonces Jacob hizo venir a Raquel y Lía al campo de los rebaños
5y les dijo: «Vengo observando el gesto de vuestro padre y ya no se porta conmigo como antes, pero el Dios de mi padre está conmigo.
6Vosotras sabéis que he servido a vuestro padre con toda mi fuerza;
7pero vuestro padre me ha engañado y me ha cambiado diez veces el salario, aunque Dios no le ha permitido perjudicarme.
8Si él decía: “Las reses manchadas serán tu salario”, todo el rebaño paría crías manchadas; y si decía: “Las reses rayadas serán tu salario”, todo el rebaño paría crías rayadas.
9Así Dios le ha quitado el rebaño a vuestro padre y me lo ha dado a mí.
10Una vez, durante el tiempo en que se aparea el ganado, vi en sueños que todos los machos que se apareaban eran rayados, moteados y manchados.
11El ángel de Dios me llamó en sueños: “Jacob”; yo respondí: “Aquí estoy”.
12Él dijo: “Alza la vista y verás que todos los machos que se aparean son rayados, moteados y manchados; es que yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.
13Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una estela y me hiciste un voto. Ahora levántate, sal de esta tierra y vuelve a tu tierra nativa”».
14Raquel y Lía respondieron: «¿Tenemos aún parte o herencia en la casa de nuestro padre?
15¿No nos trata como a extranjeras? Nos ha vendido y ha gastado nuestro dinero.
16En realidad, toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre era nuestra y de nuestros hijos. Por tanto, haz todo lo que Dios te ha dicho».
17Jacob se levantó, montó a sus hijos y a sus mujeres en los camellos,
18y se llevó todo su ganado y todas las posesiones que había adquirido —el ganado de su propiedad que había adquirido en Padán Arán— y se dirigió a la casa de su padre Isaac, en tierra de Canaán.
19Labán había ido a esquilar el ganado y Raquel robó los amuletos de su padre
20Jacob había embaucado a Labán el arameo, encubriéndole su intención de huir.
21Así que huyó con todas sus pertenencias y cruzó el río en dirección a la montaña de Galaad.
22Al tercer día comunicaron a Labán que Jacob había huido.
23Él tomó a sus parientes consigo y le persiguió durante siete jornadas, hasta que le dio alcance en las montaña de Galaad.
24Pero aquella noche Dios se le apareció a Labán el arameo en sueños y le dijo: «Guárdate de hablar nada con Jacob, ni bueno ni malo».
25Labán alcanzó a Jacob, cuando este había plantado su tienda en la montaña; y Labán plantó sus tiendas en la montaña de Galaad.
26Labán dijo a Jacob: «¿Qué has hecho? ¿Por qué me has embaucado y te has llevado a mis hijas como cautivas de guerra?
27¿Por qué has huido furtivamente, y me engañaste, sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría y con cánticos, con panderetas y cítaras.
28Ni siquiera me dejaste dar un beso a mis hijas y a mis nietos. Te has portado neciamente.
29En mi poder está haceros daño, pero el Dios de tu padre me dijo anoche: “Cuídate de meterte con Jacob en cualquier sentido”.
30Ahora bien, si te has marchado porque añorabas la casa paterna, ¿por qué me has robado a mis dioses?».
31Jacob respondió a Labán: «Tuve miedo, pues pensé que podías quitarme a tus hijas.
32Eso sí, aquel a quien le encuentres tus dioses no quedará con vida. En presencia de nuestros parientes, registra lo que yo tengo y toma lo tuyo». Jacob no sabía que Raquel se los había robado.
33Labán entró en la tienda de Jacob, en la de Lía y en la de las dos criadas, y no encontró nada. Salió de la tienda de Lía y entró en la de Raquel.
34Entretanto, Raquel había tomado los amuletos, los había colocado en la silla del camello y se había sentado encima. Labán registró toda la tienda, sin encontrar nada.
35Ella dijo a su padre: «No tome a mal mi señor el que no pueda levantarme en su presencia, pues me ha venido el período de las mujeres». Y así, aunque él buscó, no encontró los amuletos.
36Entonces Jacob se irritó y comenzó a discutir con Labán. Dijo Jacob a Labán: «¿Qué crimen he cometido o cuál es mi culpa para que me acoses así?
37Has registrado todas mis cosas, ¿qué has encontrado que pertenezca a tu casa? Ponlo aquí ante mis parientes y los tuyos, y ellos nos juzgarán a los dos.
38Hace veinte años que estoy contigo: tus ovejas y tus cabras no han abortado, y no he comido los carneros de tu rebaño.
39Nunca te traje una res despedazada; yo mismo la restituía. Me reclamabas lo robado de día y lo robado de noche.
40Durante el día me devoraba el calor y por la noche el frío; y no conciliaba el sueño.
41De los veinte años que he pasado en tu casa, catorce te he servido por tus dos hijas y otros seis por tu ganado; y tú has cambiado mi salario diez veces.
42Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán y el Protector de Isaac no hubiera estado conmigo, me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios se fijó en mi aflicción y fatiga y me ha hecho justicia anoche».
43Labán respondió a Jacob: «Estas hijas son mis hijas, y estos hijos son mis hijos; mío es el rebaño, y todo lo que ves es mío. ¿Qué puedo hacer hoy por estas hijas mías y por los hijos que ellas dieron a luz?
44Ahora ven, hagamos una alianza tú y yo, que sirva de testimonio entre los dos».
45Jacob entonces tomó una piedra y la erigió como estela.
46Luego dijo Jacob a sus parientes: «Recoged piedras». Ellos recogieron piedras, hicieron un montón y comieron sobre él.
47Labán lo llamó Yegar Saadutá y Jacob lo llamó Galaad.
48Labán dijo: «Este montón es hoy testimonio entre tú y yo». Por eso lo llamó Galaad.
49También lo llamó Mispá, pues dijo: «Que el Señor vele entre tú y yo cuando nos hayamos separado el uno del otro.
50Si maltratas a mis hijas o tomas otras mujeres aparte de mis hijas, aunque nadie lo vea, Dios será testigo entre tú y yo».
51Dijo además Labán a Jacob: «Mira este montón y esta estela que he erigido entre tú y yo:
52 testigo sea este montón y testigo esta estela de que yo no traspasaré este montón hacia ti, ni tú traspasarás este montón ni esta estela hacia mí, con intenciones hostiles.
53Que el Dios de Abrahán y el Dios de Najor (Dios de sus padres) juzgue entre nosotros». Y Jacob juró por el Protector de Isaac, su padre.
54Luego Jacob ofreció un sacrificio en la montaña e invitó a sus parientes a comer. Comieron y pasaron la noche en la montaña.
321A la mañana siguiente, Labán madrugó, besó a sus nietos y a sus hijas y los bendijo. Después se volvió a su casa.
2Jacob siguió su camino y se encontró con unos ángeles de Dios.
3Al verlos, dijo: «Este es el campamento de Dios». Y llamó aquel lugar Majanáin.
4Jacob envió mensajeros por delante a su hermano Esaú, a la tierra de Seír, al campo de Edón,
5con este mensaje: «Decid a mi señor Esaú: “Esto dice tu siervo Jacob: He estado viviendo con Labán, deteniéndome allí hasta ahora.
6Tengo bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; he enviado a informar a mi señor, para obtener su favor”».
7Los mensajeros volvieron a Jacob y le dijeron: «Hemos ido adonde tu hermano Esaú y él mismo viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres».
8Jacob sintió mucho miedo y angustia, y dividió en dos campamentos su gente, sus ovejas, vacas y camellos,
9pues pensó: «Si Esaú llega a un campamento y lo destruye, se salvará el otro».
10Luego dijo Jacob: «Dios de mi padre Abrahán y Dios de mi padre Isaac, Señor que me dijiste: “Vuelve a tu tierra nativa que yo seré bueno contigo”;
11no merezco los favores ni la lealtad con que has tratado a tu siervo, pues con un bastón crucé este Jordán y ahora vuelvo con dos campamentos.
12Líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, pues temo que venga y mate a las madres con los hijos.
13Pues tú me dijiste: “Yo seré muy bueno contigo, haré tu descendencia como la arena del mar, tan numerosa que no se puede contar”».
14Y paso alli la noche . Después, de lo que tenía a mano, escogió un regalo para su hermano Esaú:
15doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros,
16treinta camellas de leche con sus crías, cuarenta vacas y diez bueyes, veinte asnas y diez asnos.
17Y se los confió a sus criados, cada rebaño por separado, y les dijo: «Id delante de mí, dejando un espacio entre cada rebaño».
18Al primero le dio esta orden: «Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte: “¿De quién eres, a dónde vas, para quién es eso que llevas?”,
19responderás: “Es de tu siervo Jacob, un regalo que envía a mi señor Esaú; y él viene también detrás de nosotros”».
20Al segundo, al tercero y a todos los que llevaban los rebaños, les dio esta orden: «En los mismos términos hablaréis a Esaú cuando lo encontréis.
21Aseguraos de decirle: “Mira, también tu siervo Jacob viene detrás de nosotros”». Pues pensaba: «Le calmaré con el regalo que va por delante y luego le veré; quizá me ponga buena cara».
22Mandó, pues, el regalo por delante y él pasó aquella noche en el campamento.
23Todavía de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos, y cruzó el vado de Yaboc.
24Después de tomarlos y hacerles pasar el torrente, hizo pasar cuanto poseía.
«25Y Jacob se quedó solo.
Un hombre luchó con él hasta la aurora.»
26Y viendo que no podía a Jacob, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa mientras peleaba con él.
27El hombre le dijo: «Suéltame, que llega la aurora». Jacob respondió: «No te soltaré hasta que me bendigas».
28Él le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Contestó: «Jacob».
29 Le replicó: «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido».
30Jacob, a su vez, preguntó: «Dime tu nombre». Respondió: «¿Por qué me preguntas mi nombre?». Y le bendijo.
31Jacob llamó aquel lugar Penuel, pues se dijo: «He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo».
32Cuando atravesaba Penuel, salía el sol y él iba cojeando del muslo.
33Por eso los hijos de Israel hasta hoy no comen el tendón de la articulación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.
331Cuando Jacob alzó la vista y vio a Esaú que venía acompañado de cuatrocientos hombres, repartió los niños entre Lía, Raquel y las dos criadas.
2Puso en cabeza a las criadas con sus hijos, detrás a Lía con los suyos, y por fin a Raquel con José.
3Él pasó delante de ellos y se postró en tierra siete veces hasta llegar donde su hermano.
4Esaú corrió a su encuentro, lo abrazó, se le echó al cuello y lo besó llorando.
5Después alzó Esaú los ojos y, viendo a las mujeres y a los niños, preguntó: «¿Quiénes son estos?». Respondió: «Son los hijos que Dios ha concedido a tu siervo».
6Se acercaron las criadas con sus hijos y se postraron.
7Después se acercó Lía con sus hijos y se postró. Finalmente se acercaron José y Raquel, y se postraron.
8Volvió a preguntar: «¿Qué pretendes con toda esa caravana que he ido encontrando?». Contestó: «Es para obtener el favor de mi señor».
9Esaú respondió: «Yo tengo bastante, hermano mío, quédate con lo tuyo».
10 Pero Jacob replicó: «No, te lo ruego; si he obtenido tu favor, acepta este regalo de mi mano, pues he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios y me has acogido benévolamente.
11Acepta este regalo que te he traído, pues Dios me ha favorecido y tengo de todo». Y, como insistía, lo aceptó.
12Luego dijo Esaú: «Pongámonos en marcha, y yo iré a tu lado».
13Pero Jacob le replicó: «Mi señor sabe que los niños son débiles y que las ovejas y las vacas están criando; si les fuerzo una jornada, perecerá todo el ganado.
14Pase mi señor delante de su siervo, y yo caminaré despacio detrás de la caravana que me precede y detrás de mis hijos, hasta alcanzar a mi señor en Seír».
15Esaú contestó: «Al menos dejaré contigo una parte de mi gente». «¿Para qué —respondió Jacob— si he obtenido el favor de mi señor?».
16Así, Esaú regresó a Seír aquel día,
17mientras Jacob marchó a Sucot, donde se construyó una casa e hizo establos para el ganado. Por eso se llama aquel lugar Sucot.
18Jacob llegó sano y salvo a Siquén, en tierra de Canaán, proveniente de Padán Arán, y acampó frente a la ciudad.
19La parcela de terreno donde había plantado su tienda se la compró después a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien monedas.
20Allí erigió un altar y lo llamó «El, Dios de Israel».
341Dina, la hija que Lía había dado a Jacob, salió a visitar a las mujeres del país.
2Cuando la vio Siquén, hijo de Jamor el heveo, jefe del país, la agarró, se acostó con ella y la violó.
3Pero llegó a sentir tal afecto por Dina, hija de Jacob, que se enamoró de la muchacha y trató de conquistar su corazón.
4Siquén dijo a su padre Jamor: «Tómame esa muchacha por mujer».
5Jacob oyó que su hija Dina había sido deshonrada. Pero como sus hijos estaban en el campo con el ganado, Jacob se calló hasta que volvieran.
6Entretanto, Jamor, padre de Siquén, salió para hablar con Jacob.
7Cuando, de vuelta del campo, se enteraron los hijos de Jacob, se indignaron y se enfurecieron por la ofensa hecha a Israel acostándose con la hija de Jacob, algo que no debía hacerse.
8Jamor les dijo: «Mi hijo Siquén se ha enamorado de vuestra hija. Por favor, dádsela por mujer.
9Emparentad con nosotros: dadnos vuestras hijas y tomaos las nuestras.
10Así podréis vivir con nosotros. La tierra está a vuestra disposición: estableceos en ella, comerciad y adquirid posesiones».
11Siquén dijo al padre y a los hermanos de Dina: «Si he obtenido vuestro favor, os daré lo que me digáis.
12Pedidme una dote alta, y os pagaré lo que me digáis, con tal de que me deis la muchacha en matrimonio».
13Los hijos de Jacob respondieron a Siquén y a su padre Jamor con engaño, porque su hermana Dina había sido deshonrada;
14les dijeron: «No podemos hacer una cosa así, dar nuestra hermana a un incircunciso, pues sería una afrenta para nosotros.
15Solo aceptamos con esta condición: que seáis como nosotros, circuncidando a todos vuestros varones.
16Entonces os daremos nuestras hijas y tomaremos las vuestras, habitaremos con vosotros y seremos un solo pueblo.
17Pero si no queréis circuncidaros, tomaremos a nuestra hija y nos iremos».
18Parecieron bien sus palabras a Jamor y a Siquén, hijo de Jamor,
19y no tardó el muchacho en realizarlo, porque estaba enamorado de la hija de Jacob y él era el más respetado en la casa de su padre.
20Fueron, pues, Jamor y su hijo Siquén a la puerta de la ciudad, y hablaron así a sus conciudadanos:
21«Estos hombres son pacíficos con nosotros; que habiten en nuestra tierra y comercien en ella, pues la tierra es suficientemente espaciosa para ellos. Tomaremos sus hijas por mujeres y les daremos las nuestras.
22Pero solo aceptan habitar con nosotros y ser un solo pueblo con esta condición: que circuncidemos a todos los varones, como ellos están circuncidados.
23¿No serán así nuestros sus ganados, su hacienda y todos sus animales? Asintamos y habiten con nosotros».
24Todos los que salían por la puerta de la ciudad asintieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquén. Y fueron circuncidados todos los varones que salían por la puerta de la ciudad.
25Al tercer día, cuando estaban convaleciendo, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron su espada, entraron sin resistencia en la ciudad y mataron a todos los varones.
26Mataron también a espada a Jamor y a su hijo Siquén; luego sacaron a Dina de casa de Siquén; y salieron.
27Los hijos de Jacob cayeron sobre los muertos y saquearon la ciudad, por haber sido deshonrada su hermana.
28Se apoderaron de sus ovejas, bueyes y asnos, y de todo lo que había en la ciudad y en el campo.
29Se llevaron toda su fortuna, sus niños y sus mujeres, y saquearon cuanto había en las casas.
30Jacob dijo a Simeón y a Leví: «Me habéis metido en un apuro, haciéndome odioso a los habitantes del país, los cananeos y los perizitas. Yo tengo poca gente; si se reúnen contra mí y me atacan, me destruirán a mí y a mi familia».
31Pero ellos replicaron: «¿Y debería nuestra hermana haber sido tratada como una prostituta?».
351Dios dijo a Jacob: «Anda, sube a Betel y establécete allí. Construye allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú».
2Jacob dijo a toda su familia y a toda su gente: «Retirad los dioses extranjeros que tengáis, purificaos y cambiaos de ropa.
3Subamos a Betel, donde construiré un altar al Dios que me escuchó en el peligro y me acompañó en mi viaje».
4Ellos entregaron a Jacob los dioses extranjeros que tenían y los pendientes que llevaban. Jacob los enterró bajo la encina que hay junto a Siquén.
5 Entonces cayó un terror de Dios sobre las ciudades de la comarca, de modo que no persiguieron a los hijos de Jacob.
6Jacob con toda su gente llegó a Luz —que hoy es Betel—, en tierra de Canaán.
7Allí construyó un altar y llamó al lugar «El Betel», porque allí se le había revelado Dios, mientras huía de su hermano.
8Por entonces murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue enterrada junto a Betel, bajo la encina; por eso se le puso el nombre de «Encina del llanto».
9Dios se apareció de nuevo a Jacob, a su llegada de Padán Arán, y le bendijo.
10Luego Dios le dijo: «Tu nombre es Jacob. Ya no se te llamará Jacob; tu nombre será Israel». Y lo llamó Israel.
11Dios añadió: «Yo soy Dios todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate: un pueblo, una muchedumbre de pueblos nacerá de ti, y saldrán reyes de tus entrañas.
12Te daré la tierra que di a Abrahán y a Isaac; y se la daré también a tus descendientes».
13Entonces Dios se separó de él, en el lugar donde había hablado con él.
14Jacob erigió una estela de piedra en el lugar donde Dios había hablado con él, derramó sobre ella una libación y la ungió con aceite.
15Y Jacob llamó Betel a aquel lugar donde Dios había hablado con él.
16Después marcharon de Betel y, estando todavía a cierta distancia de Efratá, Raquel dio a luz; su parto fue muy doloroso.
17Cuando le apretaban los dolores del parto, la comadrona le dijo: «No tengas miedo, pues también este es un niño».
18A punto de expirar —pues se estaba muriendo— lo llamó Benoní, pero su padre lo llamó Benjamín.
19Murió Raquel y la enterraron en el camino de Efratá, hoy Belén.
20Jacob erigió una estela sobre su sepulcro, la misma estela que aún está en el sepulcro de Raquel.
21Israel se marchó y plantó su tienda más allá de Migdal Eder.
22Durante la estancia de Israel en esta región, Rubén fue y se acostó con Bilá, concubina de su padre, e Israel se enteró. Los hijos de Jacob fueron doce.
23Hijos de Lía: Rubén, primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
24Hijos de Raquel: José y Benjamín.
25Hijos de Bilá, criada de Raquel: Dan y Neftalí.
26E hijos de Zilfá, criada de Lía: Gad y Aser. Estos son los hijos de Jacob nacidos en Padán Arán.
27Jacob volvió a casa de su padre Isaac, a Mambré, en Quiriat Arbá, hoy Hebrón, donde habían residido Abrahán e Isaac.
28Isaac vivió ciento ochenta años.
29Isaac murió anciano y colmado de años; y se reunió con sus antepasados. Lo enterraron sus hijos Esaú y Jacob.
361Estos son los descendientes de Esaú, o sea Edón.
2Esaú tomó a sus mujeres de entre las cananeas: Ada, hija de Elón, el hitita; Olibama, hija de Aná, hijo del heveo Sibeón,
3y Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot.
4Ada dio a Esaú Elifaz; Basemat a Reuel
5y Olibama a Yeus, Yalán y Córaj. Tales son los hijos de Esaú, nacidos en la tierra de Canaán.
6Esaú tomó a sus mujeres, a sus hijos, a sus hijas, y a todas las personas de su casa, sus rebaños, todos sus animales y todos los bienes que había adquirido en la tierra de Canaán y se fue a la tierra de Seír, lejos de su hermano Jacob,
7pues tenían demasiadas posesiones para vivir juntos; y la tierra donde residían no podía mantenerlos a causa de sus numerosos rebaños.
8Esaú se estableció en la montaña de Seír (Esaú es Edón).
9Estos son los descendientes de Esaú, padre de los edomitas, en la montaña de Seír.
10Los nombres de los hijos de Esaú son estos: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú, y Reuel, hijo de Basemat, mujer de Esaú.
11Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefo, Gatán y Quenaz.
12Elifaz, hijo de Esaú, tenía también una concubina, Timna, que le dio a Amalec. Tales son los descendientes de Ada, mujer de Esaú.
13Los hijos de Reuel son estos: Najat, Zeraj, Sama y Miza. Tales fueron los hijos de Basemat, mujer de Esaú.
14Estos fueron los hijos de Olibama, mujer de Esaú, hija de Aná, hijo de Sibeón, que le dio a Esaú: Yeus, Yalán y Córaj.
15Los jefes de los hijos de Esaú fueron los siguientes. Hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes de Temán, Omar, Sefo, Quenaz,
16Córaj, Gatán y Amalec. Tales son los jefes de Elifaz, en la tierra de Edón; estos son los hijos de Ada.
17Los hijos de Reuel, hijo de Esaú, son estos: los jefes Najat, Zeraj, Sama y Miza. Estos son los jefes de Reuel, en la tierra de Edón; estos son los descendientes de Basemat, mujer de Esaú.
18Los hijos de Olibama, mujer de Esaú, son estos: los jefes de Yeus, Yalán y Córaj; estos son los jefes de la mujer de Esaú, Olibama, hija de Aná.
19Tales son los descendientes de Esaú, o sea Edón, y estos son sus jefes.
20Los hijos de Seír, el jorita, habitantes del país, fueron estos: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná,
21Disón, Eser y Disán; estos son los jefes de los joritas, hijos de Seír, en la tierra de Edón.
22Los hijos de Lotán fueron Jorí y Emán; y la hermana de Lotán era Timna.
23Los hijos de Sobal fueron Alván, Manajat, Ebal, Sefo y Onán.
24Los hijos de Sibeón fueron Ayá y Aná; este Aná es el que encontró agua en el desierto, cuando apacentaba los asnos de su padre Sibeón.
25Los hijos de Aná fueron Disón y Olibama, hija de Aná.
26Los hijos de Disón fueron Jemdán, Esbán, Yitrán y Querán.
27Los hijos de Eser fueron Bilán, Zaaván y Acán.
28Los hijos de Disán fueron Uz y Arán.
29Los jefes de los joritas fueron estos: los jefes Lotán, Sobal, Sibeón, Aná,
30Disón, Eser y Disán. Tales son los jefes de los joritas, por clanes, en la tierra de Seír.
31Los reyes que reinaron en la tierra de Edón, antes de que los hijos de Israel tuvieran rey, fueron estos.
32En Edón reinó Bela, hijo de Beor; su ciudad se llamaba Dinaba.
33Cuando murió Bela, le sucedió en el trono Yobab, hijo de Zeraj, de Bosra.
34A la muerte de Yobab, le sucedió en el trono Jusán, de la tierra de los temanitas.
35Cuando murió Jusán, le sucedió en el trono Adad, hijo de Bedad, que derrotó a los madianitas en el campo de Moab; su ciudad se llamaba Avit.
36A la muerte de Adad, le sucedió en el trono Samla de Masreca.
37Cuando murió Samla, le sucedió en el trono Saúl, de Rejobot del Río.
38A la muerte de Saúl, le sucedió en el trono Baaljanán, hijo de Acbor.
39Y a la muerte de Baaljanán, hijo de Acbor, le sucedió en el trono Adar; su ciudad se llamaba Pau y su mujer Metabel, hija de Matred, hija de Mezaab.
40Estos son los nombres de los jefes de Esaú, por grupos, localidades y nombres: Timna, Alva, Yetet,
41Olibama, Ela, Pinón,
42Quenaz, Temán, Mibsar,
43Magdiel e Irán. Estos son los jefes de Edón, según los territorios propios en que habitan. Esaú es el padre de los edomitas.
371Jacob se estableció en la tierra donde había residido su padre, en la tierra de Canaán.
2La historia de Jacob es esta. José tenía diecisiete años y pastoreaba el rebaño con sus hermanos. Era un muchacho que ayudaba a los hijos de Bilá y Zilfá, mujeres de su padre. José comunicó a su padre la mala fama de sus hermanos.
3Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas.
4Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.
5Un día José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, que lo odiaron aún más.
6Les dijo: «Escuchad este sueño que he tenido.
7Estábamos atando gavillas en el campo, y de pronto mi gavilla se levantó y se mantuvo en pie, mientras que vuestras gavillas la rodeaban y se postraban ante ella».
8Sus hermanos le dijeron: «¿Acaso vas a ser tú nuestro rey o vas a someternos a tu dominio?». Y lo odiaron todavía más a causa de sus sueños y de sus palabras.
9Aún tuvo otro sueño, que contó también a sus hermanos: «He tenido otro sueño: el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí».
10Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le respondió: «¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti?».
11Sus hermanos lo envidiaban, pero su padre guardaba la cosa para sí.
12Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre.
13Israel dijo a José: «Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos». Le contestó: «Aquí estoy».
14Su padre le dijo: «Ve a ver cómo están tus hermanos y el ganado, y tráeme noticias». Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón y José se dirigió a Siquén.
15Un hombre lo encontró errando por el campo y le preguntó: «¿Qué buscas?».
16Él contestó: «Busco a mis hermanos; por favor, dime dónde están pastoreando».
17El hombre respondió: «Se han marchado de aquí, y les he oído decir que iban hacia Dotán». José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán.
18Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte.
19Se decían unos a otros: «Ahí viene el soñador.
20Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños».
21Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: «No le quitemos la vida».
22Y añadió: «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él». Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.
23Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta,
24lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua.
25Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto.
26Judá propuso a sus hermanos: «¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre?
27Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra». Los hermanos aceptaron.
28Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.
29Cuando Rubén volvió al pozo y vio que José no estaba allí, rasgó sus vestiduras
30y, volviendo a sus hermanos, les dijo: «El muchacho no está; y yo, ¿a dónde voy yo ahora?».
31Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito y empaparon la túnica en la sangre.
32Luego enviaron la túnica con mangas a su padre con este recado: «Esto hemos encontrado, mira a ver si es la túnica de tu hijo o no».
33Él la reconoció y exclamó: «Es la túnica de mi hijo; una bestia lo ha devorado. Sin duda, José ha sido despedazado».
34Jacob rasgó sus vestiduras, se ciñó a los lomos un sayo e hizo luto por su hijo muchos días.
35Todos sus hijos e hijas intentaron consolarlo, pero él rehusó el consuelo, diciendo: «De luto bajaré al lugar de los muertos, adonde está mi hijo». Y su padre lo lloró.
36Los madianitas, entretanto, vendieron a José en Egipto a Putifar, cortesano del faraón y jefe de la guardia.
381Por aquel tiempo Judá se separó de sus hermanos y se dirigió a un cierto adulamita, llamado Jirá.
2Judá vio allí a la hija de un cananeo, llamado Sua, la tomó y cohabitó con ella.
3Ella concibió y dio a luz un hijo, a quien llamó Er.
4Concibió de nuevo y dio a luz un hijo, a quien llamó Onán.
5Volvió a dar a luz otro hijo, a quien llamó Sela; estaba en Cazib cuando dio a luz.
6Judá tomó una mujer, llamada Tamar, para su primogénito Er.
7Pero Er, primogénito de Judá, desagradaba al Señor, y el Señor lo hizo morir.
8Entonces dijo Judá a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano, cumpliendo con tu obligación de cuñado, y procúrale descendencia a tu hermano».
9Pero Onán, sabiendo que la descendencia no iba a ser suya, cuando cohabitaba con la viuda de su hermano, derramaba por tierra, para no procurar descendencia a su hermano.
10Desagradó al Señor lo que hacía y lo hizo morir también.
11Entonces dijo Judá a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Sela». Pues pensaba: «No sea que muera él también, como sus hermanos». Y Tamar se fue a vivir a casa de su padre.
12Pasó mucho tiempo y murió la mujer de Judá, la hija de Sua. Cuando terminó el duelo, Judá subió a Timna, con su amigo Jirá el adulamita, a esquilar su rebaño.
13Le comunicaron a Tamar: «Tu suegro sube a Timna a esquilar el rebaño».
14Entonces ella se quitó los vestidos de viuda, se cubrió con un velo para disfrazarse y se sentó a la entrada de Enain, junto al camino que va a Timna; pues veía que Sela era ya adulto y no había sido dada a él por mujer.
15La vio Judá y creyó que era una prostituta, pues llevaba cubierto el rostro.
16Él giró hacia ella por el camino y le dijo: «Deja que me acueste contigo», pues no sabía que era su nuera. Contestó ella: «¿Qué me vas a dar por acostarte conmigo?».
17Él respondió: «Te enviaré un cabrito del rebaño». Replicó ella: «Si me das algo en prenda hasta que me lo envíes».
18Preguntó él: «¿Qué prenda he de darte?». Ella respondió: «Tu sello, tu cordón y el bastón que tienes en la mano». Él se lo entregó, se acostó con ella y la dejó encinta.
19Ella se fue, se quitó el velo y se puso los vestidos de viuda.
20Judá envió el cabrito por medio de su amigo el adulamita para recuperar la prenda de manos de la mujer, pero este no la encontró.
21Preguntó entonces a la gente del lugar: «¿Dónde está la ramera que se ponía en Enain, junto al camino?». Le respondieron: «Aquí no ha habido ninguna ramera».
22Entonces volvió a Judá y le dijo: «No la he encontrado; es más, la gente del lugar me ha dicho que allí no ha habido ninguna ramera».
23Judá replicó: «Que se quede con ello; no vayan a burlarse de nosotros. Yo le he enviado el cabrito y tú no la has encontrado».
24Unos tres meses después le comunicaron a Judá: «Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado encinta a causa de su prostitución». Judá dijo: «Que la saquen y la quemen».
25Cuando la sacaban, ella envió este recado a su suegro: «El hombre a quien pertenecen estos objetos me ha dejado encinta». Y añadió: «Comprueba de quién son este sello, este cordón y este bastón».
26Judá los reconoció y dijo: «Ella es más inocente que yo, pues no le di a mi hijo Sela». Pero no volvió a unirse con ella.
27Cuando llegó la hora del parto, ella tenía dos mellizos en el vientre.
28Y al dar a luz, uno de ellos sacó una mano y la comadrona lo agarró y le ató una cinta roja a la muñeca, diciendo: «Este ha salido primero».
29Pero él retiró su mano y salió su hermano. La comadrona dijo: «¡Qué brecha te has abierto!». Y lo llamó Peres.
30Después salió el hermano con la cinta roja en la muñeca y lo llamó Zeraj.
391Cuando bajaron a José a Egipto, un egipcio llamado Putifar, cortesano del faraón y jefe de la guardia, se lo compró a los ismaelitas, que lo habían llevado allí.
2El Señor estaba con José, de modo que fue hombre afortunado y permaneció en casa de su amo egipcio.
3Este vio que el Señor estaba con José y que hacía prosperar todo lo que él emprendía.
4Así obtuvo José el favor de su amo, quien lo puso a su servicio y lo constituyó administrador de su casa, confiándole todo lo que tenía.
5Desde que lo nombró administrador de su casa y de todo lo suyo, el Señor bendijo la casa del egipcio en atención a José, y la bendición del Señor descendió sobre todo lo que poseía, en la casa y en el campo.
6Él puso todo lo que poseía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que del pan que comía. José era de buen tipo y bello semblante.
7Después de cierto tiempo, la mujer de su amo puso sus ojos en José y le dijo: «Acuéstate conmigo».
8Pero él rehusó, y dijo a la mujer de su amo: «Mira, mi amo no se preocupa de lo que hay en la casa y todo lo suyo lo ha puesto en mi mano.
9Él no ejerce más autoridad en esta casa que yo, y no se ha reservado nada sino a ti, porque eres su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo semejante injusticia y a pecar contra Dios?».
10Y, aunque ella insistía un día y otro, José no accedió a acostarse ni a estar con ella.
11Pero cierto día entró él en casa para hacer su trabajo y no había ningún criado allí en la casa.
12Ella lo agarró por su vestido y le dijo: «Acuéstate conmigo». Pero él, dejando el vestido en su mano, salió afuera y huyó.
13Cuando ella vio que él había dejado el traje en su mano y había huido afuera,
14llamó a sus criados y les dijo: «Mirad, nos han traído un hebreo para que se aproveche de nosotros; ha venido a mí para acostarse conmigo, pero yo he gritado.
15Al oír que yo alzaba la voz y gritaba, dejó su vestido junto a mí y huyó, saliendo afuera».
16Y ella mantuvo junto a sí el vestido hasta que volvió a casa su marido.
17Y le repitió la misma historia: «El esclavo hebreo que nos has traído ha venido a mí para aprovecharse de mí.
18Yo alcé la voz y grité, y él dejó el vestido junto a mí y huyó afuera».
19Al oír el marido la historia que le contaba su mujer: «Esto y esto me ha hecho tu siervo», montó en cólera,
20prendió a José y lo metió en la cárcel, donde estaban los presos del rey. Y allí quedó, en la cárcel.
21Pero el Señor estaba con José y le concedió su benevolencia, haciendo que se ganara el favor del jefe de la cárcel.
22Este confió a José todos los presos de la cárcel, siendo él quien decidía todo lo que allí se hacía.
23El jefe de la cárcel no se preocupaba de nada de lo encargado a José, pues el Señor estaba con él; y cuanto este emprendía el Señor lo hacía prosperar.
401Algún tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto.
2El faraón se encolerizó contra sus dos cortesanos, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos,
3y los puso bajo custodia en casa del jefe de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.
«4El jefe de la guardia se los confió a José para que les sirviera.
Después de permanecer en custodia durante algún tiempo, »
5ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, tuvieron sendos sueños la misma noche, cada sueño con su propio significado.
6Cuando José vino a ellos por la mañana, los vio tristes
7y preguntó a los cortesanos del faraón que estaban bajo custodia con él, en casa de su señor: «¿Por qué tenéis hoy mala cara?».
8Le contestaron: «Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete». Dijo José: «¿No pertenecen a Dios las interpretaciones? Contádmelos».
9El jefe de los coperos contó su sueño a José y le dijo: «Soñé que tenía una viña delante de mí.
10La viña tenía tres ramas, echó brotes y flores, y maduraron las uvas.
11Yo tenía en mi mano la copa del faraón; tomé las uvas, las exprimí en la copa del faraón, y puse la copa en su mano».
12José le contestó: «Esta es la interpretación: las tres ramas son tres días.
13Dentro de tres días, el faraón te hará comparecer, te restablecerá en tu cargo, y pondrás la copa del faraón en su mano, como hacías antes cuando eras copero.
14A ver si te acuerdas de mí cuando te vaya bien y me haces el favor de recordarme al faraón para que me saque de esta prisión,
15pues fui raptado de la tierra de los hebreos, y aquí no he hecho nada malo para que me metan en el calabozo».
16Viendo el jefe de los panaderos que la interpretación era favorable, dijo a José: «También yo soñé que llevaba tres cestas de mimbre sobre mi cabeza.
17En la cesta superior había toda clase de pastas, de las que hacen los reposteros para el faraón, y las aves las comían de la cesta que estaba sobre mi cabeza».
18José contestó: «Esta es la interpretación: las tres cestas son tres días.
19Dentro de tres días, el faraón te hará comparecer y te colgará de un palo, y las aves comerán tu carne».
20Al tercer día, el faraón celebraba su cumpleaños y dio un banquete a todos sus servidores; e hizo comparecer ante estos al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos.
21Al jefe de los coperos lo restableció en su cargo, para que pusiera la copa en la mano del faraón;
22pero al jefe de los panaderos lo colgó, como les había interpretado José.
23Pero el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó.
411Dos años después, el faraón soñó que estaba de pie junto al Nilo,
2y que salían de él siete vacas hermosas y gordas, que se pusieron a pacer en el juncal.
3Detrás de ellas salieron del Nilo otras siete vacas feas y flacas que se pusieron junto a las otras a la orilla del Nilo.
4Las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas hermosas y gordas. Entonces el faraón despertó.
5Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: siete espigas granadas y hermosas brotaban de un mismo tallo.
6Detrás de ellas brotaron otras siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano.
7Las siete espigas raquíticas se tragaron a las siete espigas granadas y llenas. Entonces el faraón despertó: había sido un sueño.
8A la mañana siguiente, turbado el ánimo, mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios. El faraón les contó el sueño, pero nadie pudo interpretárselo.
9Entonces el jefe de los coperos dijo al faraón: «Es hora de que reconozca mi falta.
10Cuando el faraón se irritó contra sus servidores y me puso bajo custodia en casa del jefe de la guardia a mí y al jefe de los panaderos,
11él y yo tuvimos un sueño la misma noche; cada sueño con su propio sentido.
12Había allí con nosotros un joven hebreo, criado del jefe de la guardia; le contamos nuestros sueños y él nos los interpretó, dando a cada sueño su propio sentido.
13Y conforme nos los interpretó, así sucedió: a mí se me restableció en mi cargo, y a él se lo colgó».
14El faraón mandó llamar a José. Lo sacaron rápidamente del calabozo; se cortó el pelo, se cambió de ropas y se presentó al faraón.
15El faraón dijo a José: «Tuve un sueño y nadie pudo interpretarlo; pero he oído decir de ti que apenas oyes un sueño lo interpretas».
16José replicó al faraón: «No yo, sino Dios dará al faraón respuesta propicia».
17El faraón dijo a José: «Soñé que estaba de pie junto al Nilo,
18y que salían de él siete vacas gordas y hermosas que se pusieron a pacer en el juncal.
19Detrás de ellas salieron otras siete vacas flacas, muy feas y macilentas; no las he visto tan malas en toda la tierra de Egipto.
20Las vacas flacas y feas se comieron a las siete vacas primeras, las gordas;
21pero, cuando se las habían tragado, no se notaba que las tuvieran dentro de ellas, pues su aspecto seguía siendo tan malo como al principio. Entonces desperté.
22En otro sueño, vi brotar de un tallo siete espigas granadas y hermosas.
23Detrás de ellas brotaron otras siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano.
24Las siete espigas raquíticas se tragaron a las siete espigas hermosas. Se lo conté a los magos, pero ninguno pudo interpretármelo».
25José dijo al faraón: «El sueño del faraón es uno solo. Dios anuncia al faraón lo que va a hacer.
26Las siete vacas hermosas son siete años, y las siete espigas hermosas son siete años: es el mismo sueño.
27Las siete vacas flacas y feas que salían tras ellas son siete años, y las siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano son siete años de hambre.
28Es justamente lo que he dicho al faraón: Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer.
29Van a venir siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.
30Pero después vendrán siete años de hambre, que harán olvidar toda la abundancia en la tierra de Egipto, pues el hambre consumirá el país.
31No se sabrá lo que es la abundancia en el país, a causa del hambre que seguirá, pues esta será terrible.
32El que se haya repetido el sueño del faraón dos veces significa que Dios confirma su palabra y que se apresura a cumplirla.
33Por consiguiente, que el faraón busque un hombre perspicaz y sabio, y lo ponga al frente de la tierra de Egipto.
34Intervenga el faraón y nombre inspectores sobre el país, que recauden la quinta parte del producto de la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia;
35que reúnan toda clase de alimentos durante los años buenos que van a venir, almacenen trigo, bajo la autoridad del faraón, en las ciudades, y lo guarden.
36Servirán de provisiones al país para los siete años de hambre que vendrán después en la tierra de Egipto, y así no perecerá de hambre el país».
37Al faraón y a todos sus servidores les pareció bien la propuesta;
38y les dijo el faraón: «¿Acaso podemos encontrar un hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?».
39Y el faraón dijo a José: «Puesto que Dios te ha hecho conocer todo esto, no hay nadie tan perspicaz y sabio como tú.
40Tú estarás al frente de mi casa y todo mi pueblo acatará tus órdenes; solamente en el trono seré superior a ti».
41Y añadió el faraón a José: «Mira, te pongo al frente de toda la tierra de Egipto».
42Luego el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; le hizo vestir ropas de lino y le puso un collar de oro al cuello.
43Luego lo hizo montar en la carroza de su primer ministro y la gente gritaba ante él: «¡Gran visir!». Así lo puso al frente de toda la tierra de Egipto.
44El faraón dijo a José: «Yo soy el faraón, pero sin tu permiso nadie moverá mano o pie en toda la tierra de Egipto».
45El faraón llamó a José Zafnat Panej y le dio por mujer a Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On. Y José salió a recorrer la tierra de Egipto.
46José tenía treinta años cuando se presentó al faraón, rey de Egipto. Después de salir de la presencia del faraón, José recorrió toda la tierra de Egipto.
47La tierra produjo copiosamente durante los siete años de abundancia.
48José recogió los productos de los siete años de abundancia en la tierra de Egipto y los almacenó en las ciudades, metiendo en cada una de ellas los productos de los campos de la comarca.
49José reunió grano en tan gran cantidad como la arena del mar, hasta que dejó de medirlo, porque era inconmensurable.
50Antes de que sobreviniesen los años de hambre, le nacieron a José dos hijos que le dio Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On.
51Al primogénito, José lo llamó Manasés, pues pensó: «Dios me ha hecho olvidar mis fatigas y la casa paterna».
52Al segundo lo llamó Efraín, porque se dijo: «Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción».
53Se acabaron los siete años de abundancia en la tierra de Egipto
54y comenzaron los siete años de hambre, como había predicho José. Hubo hambre en todos los países y solo en Egipto había pan.
55Cuando llegó el hambre a todo Egipto y el pueblo reclamaba pan al faraón, este decía a los egipcios: «Id a José y haced lo que él os diga».
56El hambre se extendió a toda la tierra, y José abrió los graneros y repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto.
57De todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre arreciaba en toda la tierra.
421Cuando Jacob se enteró de que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: «¿Qué hacéis mirándoos unos a otros?».
2Y añadió: «He oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y comprad allí para nosotros, a fin de que sobrevivamos y no muramos».
3Bajaron, pues, diez hermanos de José a comprar grano en Egipto.
4A Benjamín, hermano de José, Jacob no lo dejó marchar con sus hermanos, temiendo que le sucediera una desgracia.
5Los hijos de Israel fueron a Egipto a comprar grano junto con otros grupos, pues había hambre en la tierra de Canaán.
6José mandaba en el país y distribuía las raciones a todo el mundo. Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron ante él, rostro en tierra.
7Al ver a sus hermanos José los reconoció, pero él no se dio a conocer, sino que les habló duramente: «¿De dónde venís?». Contestaron: «De la tierra de Canaán a comprar provisiones».
8José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron.
9Se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos y les dijo: «¡Sois espías! Habéis venido a observar los lugares indefensos del país».
10Le respondieron: «¡No, señor! Tus servidores han venido a comprar provisiones.
11Todos nosotros somos hijos del mismo padre; somos personas honradas. Tus servidores no son espías».
12Pero él insistió: «No es cierto, habéis venido a observar los lugares indefensos del país».
13Contestaron: «Nosotros, tus servidores, éramos doce hermanos, hijos del mismo padre en la tierra de Canaán; el menor se ha quedado con nuestro padre y el otro desapareció».
14José replicó: «Lo que yo decía: sois espías.
15Pero voy a poneros a prueba: ¡Por vida del faraón que no saldréis de aquí hasta que no venga vuestro hermano menor!
16Enviad a uno de vosotros y que traiga a vuestro hermano, mientras los demás quedáis presos; así probaréis que decís la verdad; de lo contrario, ¡por vida del faraón, que sois unos espías!».
17Y los hizo detener durante tres días.
18Al tercer día, José les dijo: «Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y salvaréis la vida:
19si sois honrados, uno de vosotros quedará bajo custodia en la casa donde estáis detenidos y los demás irán a llevar el grano a sus familias hambrientas.
20Después me traeréis a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la verdad y no moriréis». Ellos aceptaron.
21Entonces se dijeron unos a otros: «Estamos pagando el delito contra nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso; por eso nos sucede esta desgracia».
22Intervino Rubén: «¿No os decía yo: “No pequéis contra el muchacho”, y vosotros no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre».
23Ellos no sabían que José les entendía, pues había usado intérprete.
24Él se retiró y lloró; después volvió a ellos y escogió a Simeón, a quien hizo encadenar en su presencia.
25José mandó que les llenasen de grano los sacos, que metieran el dinero de cada uno en su saco y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo.
26Cargaron el grano sobre los asnos y se marcharon de allí.
27Cuando uno de ellos abrió el saco para echar pienso al asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca del saco
28y dijo a sus hermanos: «Me han devuelto el dinero; está aquí en mi saco». Se les sobresaltó su corazón y, temblando, se decían unos a otros: «¿Qué ha hecho Dios con nosotros?».
29Cuando llegaron a casa de su padre Jacob, la tierra de Canaán, le contaron todo lo sucedido:
30«El hombre, señor de aquel país, nos habló duramente y nos tomó por espías de su tierra.
31Nosotros le dijimos: “Somos personas honradas, no espías.
32Éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; uno desapareció, y el menor se ha quedado con nuestro padre en la tierra de Canaán”.
33Pero el hombre, señor de aquella tierra, nos dijo: “En esto conoceré que sois honrados: dejad conmigo a uno de los hermanos; los demás, vayan a llevar el grano a sus familias hambrientas.
34Luego me traeréis a vuestro hermano menor, y así sabré que sois honrados, y no unos espías. Entonces os devolveré a vuestro hermano, y podréis moveros libremente por el país”».
35Cuando vaciaron los sacos, cada uno tenía la bolsa de su dinero en su propio saco. Al ver las bolsas de su dinero, ellos y su padre se asustaron.
36Jacob, su padre, les dijo: «Me vais a dejar sin hijos. José desapareció, Simeón desapareció, y ahora os queréis llevar a Benjamín. Todo recae sobre mí».
37Pero Rubén contestó a su padre: «Haz morir a mis dos hijos si no te lo devuelvo; ponlo en mis manos y te lo devolveré».
38Él dijo: «Mi hijo no bajará con vosotros. Su hermano murió, y solo me queda él. Si le ocurriera una desgracia en el viaje que vais a emprender, hundiríais de pena mis canas en el abismo».
431El hambre arreciaba en el país.
2Cuando terminaron las provisiones que habían traído de Egipto, su padre les dijo: «Volved y comprad algunos alimentos para nosotros».
3Pero Judá le contestó: «Aquel hombre nos advirtió reiteradamente: “No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro hermano”.
4Si dejas a nuestro hermano venir con nosotros, bajaremos a comprarte provisiones;
5pero si no lo dejas, no bajaremos, pues el hombre aquel nos dijo: “No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro hermano”».
6Israel preguntó: «¿Por qué me habéis hecho el daño de decir a aquel hombre que teníais otro hermano?».
7Contestaron: «Aquel hombre nos preguntó insistentemente: “¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis más hermanos?”. Nosotros no hicimos más que responder a sus preguntas; ¿cómo podíamos saber que nos iba a decir: “Traed a vuestro hermano”?».
8Judá dijo a su padre Israel: «Deja que el muchacho venga conmigo, para que podamos marchar y sobrevivir. De lo contrario, moriremos nosotros, tú y nuestros niños.
9Yo respondo de él; a mí me pedirás cuentas: si no te lo devuelvo y lo presento ante ti, seré culpable ante ti toda la vida.
10Si no nos hubiéramos entretenido tanto, ahora ya estaríamos de vuelta por segunda vez».
11Su padre Israel les respondió: «Si tiene que ser así, hacedlo; tomad de los mejores productos del país en vuestro equipaje y llevádselos como regalo a aquel hombre: un poco de bálsamo y un poco de miel, goma, ládano, pistachos y almendras.
12Tomad también doble cantidad de dinero, para restituir personalmente el dinero que pusieron en la boca de vuestros sacos, quizás por error.
13Tomad a vuestro hermano y volved a ver a aquel hombre.
14Que Dios todopoderoso os conceda el favor de ese hombre para que deje volver a vuestro hermano y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, los perderé».
15Ellos tomaron consigo los regalos; tomaron asimismo doble cantidad de dinero y a Benjamín. Se pusieron en marcha, bajaron a Egipto y se presentaron a José.
16Cuando José vio con ellos a Benjamín, dijo a su mayordomo: «Lleva a estos hombres a casa, mata una res y prepárala, pues al mediodía comerán conmigo».
17El mayordomo hizo lo que ordenó José y llevó a los hombres a casa de José.
18Cuando los llevaba a casa de José, sintieron miedo y se decían: «Nos lleva allí por lo del dinero, devuelto en nuestros sacos la primera vez, para tendernos una trampa, detenernos, tomar nuestros asnos y hacernos esclavos».
19Y acercándose al mayordomo de José, le dijeron a la puerta de la casa:
20«Por favor, señor; nosotros bajamos en otra ocasión a comprar provisiones.
21Cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros sacos, el dinero que había pagado cada uno estaba en la boca de su saco, y lo hemos traído con nosotros.
22Además traemos otra cantidad para comprar provisiones; no sabemos quién metió el dinero en nuestros sacos».
23Él contestó: «Estad tranquilos, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os metió ese tesoro en vuestros sacos; vuestro dinero lo recibí yo». Y les sacó a Simeón.
24Después los hizo entrar en casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies y echó pienso a sus asnos.
25Ellos dispusieron los regalos para cuando llegase José a mediodía, pues habían oído que iban a comer allí.
26Cuando José llegó a casa, ellos le ofrecieron los regalos que habían traído y se postraron ante él en tierra.
27Él les preguntó qué tal estaban y les dijo: «¿Está bien vuestro anciano padre, del que me hablasteis? ¿Vive aún?».
28Contestaron: «Tu servidor, nuestro padre, está bien; vive todavía». Y se inclinaron respetuosamente.
29José alzó la vista y, viendo a su hermano Benjamín, hijo de su madre, preguntó: «¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?». Y añadió: «Dios te conceda su favor, hijo mío».
30Entonces José salió deprisa, pues, conmovido por su hermano, le vinieron ganas de llorar; y entrando en su habitación, lloró allí.
31Después se lavó la cara, regresó y, conteniéndose, dijo: «Servid la comida».
32A él le sirvieron por un lado, a ellos por otro y a los egipcios que comían con él, por otro. (Porque los egipcios no pueden comer con los hebreos, pues sería detestable para ellos).
33Ellos se sentaron frente a él, por orden de antigüedad, desde el primogénito hasta el menor, y se miraban entre sí asombrados.
34José les hacía pasar porciones de lo que tenía ante sí; pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que las de todos ellos. Y bebieron y se alegraron en su compañía.
441Luego dio la siguiente orden al mayordomo de su casa: «Llena los sacos de estos hombres con todos los víveres que quepan y pon el dinero de cada uno en la boca de su saco;
2y mi copa, la de plata, la metes en la boca del saco del menor junto con el dinero de su grano». Él hizo como le mandaban.
3Al amanecer, despacharon a los hombres con sus asnos.
4Apenas habían salido de la ciudad, no estaban lejos, cuando José dijo a su mayordomo: «Anda, sal en persecución de esos hombres y cuando los alcances diles: “¿Por qué me devolvéis mal por bien? ¿Por qué me habéis robado la copa de plata
5en que bebe mi señor y con la que suele adivinar? Habéis obrado mal”».
6Cuando los alcanzó, les repitió estas palabras,
7pero ellos replicaron: «¿Por qué habla mi señor en estos términos? Lejos de tus servidores obrar de tal manera.
8Si te hemos devuelto desde la tierra de Canaán el dinero que encontramos en las bocas de nuestros sacos, ¿cómo íbamos a robar en casa de tu señor oro o plata?
9Si se la encuentras a alguno de tus servidores, que muera; y también los demás seremos esclavos de nuestro señor».
10Respondió él: «Sea como decís: a quien se la encuentre, será mi esclavo, pero los demás quedaréis libres».
11Cada uno se apresuró a descargar su saco en tierra y a abrirlo.
12Él los registró, comenzando por el del mayor y terminando por el del menor, y encontró la copa en el saco de Benjamín.
13Ellos se rasgaron entonces las vestiduras; cada uno cargó su asno y volvieron a la ciudad.
14Judá y sus hermanos entraron en casa de José, que estaba todavía allí, y se echaron por tierra ante él.
15José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¿No sabíais que uno como yo es capaz de adivinar?».
16Judá contestó: «¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos alegar y cómo probar nuestra inocencia? Dios ha descubierto la culpa de tus servidores. Esclavos somos de mi señor, lo mismo que aquel en cuyo poder se ha encontrado la copa».
17Pero él respondió: «¡Lejos de mí obrar de tal manera! Aquel en cuyo poder se ha encontrado la copa será mi esclavo, los demás volveréis en paz a casa de vuestro padre».
18Judá se acercó a José y le dijo: «Permite a tu servidor decir una palabra en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el faraón.
19Mi señor interrogó a sus servidores: “¿Tenéis padre o algún hermano?”,
20y respondimos a mi señor: “Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y solo le queda este de aquella mujer; su padre lo adora”.
21Tú dijiste a tus servidores: “Traédmelo para que lo conozca”.
22Nosotros respondimos a mi señor: “El muchacho no puede dejar a su padre; si se separa, su padre morirá”.
23Pero tú dijiste a tus servidores: “Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme”.
24Cuando subimos a casa de tu servidor, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor;
25y nuestro padre nos dijo: “Volved a comprar algunos alimentos”.
26Le dijimos: “No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros”.
27Él replicó: “Sabéis que mi mujer me dio dos hijos:
28uno se apartó de mí y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo;
29si arrancáis también a este de mi lado y le sucede una desgracia, hundiréis de pena mis canas en el abismo”.
30Ahora, pues, si vuelvo a tu servidor, mi padre, sin llevar conmigo al muchacho, a quien quiere con toda el alma,
31cuando vea que falta el muchacho, morirá, y tus servidores habrán hundido de pena las canas de tu servidor, nuestro padre, en el abismo.
32Además, tu servidor ha salido fiador por el muchacho ante mi padre, jurando: “Si no te lo traigo, seré culpable ante mi padre toda la vida”.
33Ahora, pues, permite que tu servidor se quede como esclavo de mi señor, en lugar del muchacho, y que el muchacho vuelva con sus hermanos,
34porque ¿cómo voy yo a volver a mi padre sin llevar conmigo al muchacho? No quiero ver la desgracia que se abatirá sobre mi padre».
451José no pudo contenerse en presencia de su corte y gritó: «Salid todos de mi presencia». No había nadie cuando José se dio a conocer a sus hermanos.
2Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del faraón.
3José dijo a sus hermanos: «Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?». Sus hermanos, perplejos, se quedaron sin respuesta.
4Dijo, pues, José a sus hermanos: «Acercaos a mí». Se acercaron, y les repitió: «Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios.
5Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí, pues para preservar la vida me envió Dios delante de vosotros.
6Van dos años de hambre en el país y aún quedan cinco años en que no habrá arada ni siega.
7Dios me envió delante de vosotros para aseguraros supervivencia en la tierra y para salvar vuestras vidas de modo admirable.
8Así pues, no fuisteis vosotros quienes me enviasteis aquí, sino Dios; él me ha hecho padre del faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra de Egipto.
9Apresuraos a subir adonde se encuentra mi padre y decidle: “Esto dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo Egipto; baja a mí sin demora.
10Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí con tus hijos y nietos, con tus ovejas, vacas y todo cuanto posees.
11Yo te mantendré allí, pues quedan todavía cinco años de hambre, para que no carezcas de nada ni tú, ni tu casa ni todo lo tuyo”.
12Vosotros estáis viendo con vuestros propios ojos, y también mi hermano Benjamín con los suyos, que os hablo yo en persona.
13Informad a mi padre de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto, y apresuraos a bajar aquí a mi padre».
14Y echándose al cuello de su hermano Benjamín, rompió a llorar; y lo mismo hizo Benjamín.
15Luego besó a todos sus hermanos, llorando al abrazarlos. Entonces sus hermanos hablaron con él.
16Llegó al palacio del faraón la siguiente noticia: «Han venido los hermanos de José»; el faraón y sus servidores se alegraron.
17Dijo el faraón a José: «Di a tus hermanos: “Haced lo siguiente: cargad vuestros asnos y regresad a la tierra de Canaán;
18luego tomad a vuestro padre y vuestras familias y volved acá. Yo os daré lo mejor de la tierra de Egipto y comeréis lo más sustancioso del país”.
19Diles también: “Tomad carros en Egipto para transportar a vuestros niños, a vuestras mujeres y a vuestro padre, y volved.
20No os preocupéis por vuestras pertenencias, pues lo mejor de la tierra de Egipto será para vosotros”».
21Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carros, según las órdenes del faraón, y provisiones para el camino.
22Dio además una muda a cada uno, y a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas.
23A su padre le envió diez asnos cargados con lo mejor de Egipto y diez borricas cargadas de grano, de pan y de víveres para el camino.
24Después despidió a sus hermanos; cuando se iban, les dijo: «No riñáis por el camino».
25Partieron, pues, de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán, donde estaba su padre Jacob.
26Cuando le comunicaron que José vivía aún y que gobernaba en toda la tierra de Egipto, se le encogió el corazón, pues no podía creerlo.
27Entonces le contaron todo lo que les había dicho José, y al ver los carros que José había enviado para transportarlo, Jacob su padre recobró el aliento.
28Dijo Israel: «¡Basta! Mi hijo José vive aún; iré a verle antes de morir».
461Israel se puso en camino con todo lo que tenía, llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
2Dios dijo a Israel en una visión nocturna: «Jacob, Jacob». Respondió: «Aquí estoy».
3Dios le dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en una gran nación.
4Yo bajaré contigo a Egipto, y yo mismo te haré subir; y José te cerrará los ojos».
5Al salir Jacob de Berseba, los hijos de Israel hicieron montar a su padre con los niños y las mujeres en las carretas que el faraón había enviado para transportarlos.
6Tomaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en la tierra de Canaán y emigraron a Egipto Jacob con todos sus descendientes:
7hijos y nietos, hijas y nietas. Llevó consigo a Egipto a todos sus descendientes.
8Estos son los nombres de los hijos de Israel que emigraron a Egipto, Jacob y sus descendientes: Rubén, primogénito de Jacob.
9Hijos de Rubén: Janoc, Palú, Jesrón y Carmí.
10Hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Oad, Yaquín, Sojar y Saúl, hijo de la cananea.
11Hijos de Leví: Guersón, Queat y Merarí.
12Hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Peres y Zeraj. Er y Onán habían muerto en tierra de Canaán. Hijos de Peres: Jesrón y Jamul.
13Hijos de Isacar: Tola, Pua, Yasub y Simrón.
14Hijos de Zabulón: Sered, Elón y Yajleel.
15Estos son los hijos que Lía dio a Jacob en Padán Arán, además de su hija Dina. Total, entre hijos e hijas, treinta y tres personas.
16Hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.
17Hijos de Aser: Yimná, Yisvá, Yisví, Beriá y su hermana Seraj. Hijos de Beriá: Jéber y Malquiel.
18Estos son los hijos de Jacob y Zilpa, la criada que Labán dio a su hija Lía. Total, dieciséis personas.
19Hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.
20A José le nacieron en Egipto Manasés y Efraín, de Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On.
21Hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guera, Naamán, Ejí, Ros, Mupín, Jupín y Ared.
22Estos son los hijos que Raquel dio a Jacob. Total, catorce personas.
23Hijos de Dan: Jusín.
24Hijos de Neftalí: Yajseel, Guní, Yéser y Silen.
25Estos son los hijos de Bilá, la criada que Labán dio a su hija Raquel. Total, siete personas.
26Todas las personas que emigraron con Jacob a Egipto, nacidas de él, sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, eran en total sesenta y seis.
27Los hijos de José nacidos en Egipto eran dos. El total de las personas de la familia de Jacob que emigró a Egipto fue de setenta.
28Jacob envió a Judá por delante, adonde estaba José, para preparar el sitio en Gosén. Cuando llegaron a Gosén,
29José hizo enganchar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir a su padre. Al verlo se le echó al cuello y lloró abrazado a él.
30Israel dijo a José: «Ahora puedo morir, después de haber contemplado tu rostro y ver que vives todavía».
31José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Voy a subir a informar al faraón: “Han venido mis hermanos y la familia de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán.
32Son pastores de rebaños, que cuidan del ganado; han traído sus ovejas, sus vacas y todo lo que tenían”.
33Cuando el faraón os llame y os pregunte: “¿Cuál es vuestra ocupación?”,
34responderéis: “Tus servidores han sido pastores desde la juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres”. Así os dejará habitar en el territorio de Gosén». (Porque los egipcios detestan a todos los pastores de rebaños).
471José fue a informar al faraón: «Mi padre y mis hermanos, con sus ovejas, sus vacas y todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán y están en el territorio de Gosén».
2Él había llevado consigo a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón.
3El faraón les preguntó: «¿Cuál es vuestra ocupación?». Respondieron al faraón: «Tus servidores son pastores de rebaños, tanto nosotros como nuestros padres».
4Y añadieron: «Hemos venido a residir en este país, porque en la tierra de Canaán no hay pasto para los rebaños de tus servidores y el hambre arrecia. Así pues, permite a tus servidores establecerse en el territorio de Gosén».
5Entonces el faraón dijo a José: «Tu padre y tus hermanos han venido a ti.
6La tierra de Egipto está a vuestra disposición; instala a tu padre y a tus hermanos en lo mejor del país. Que se establezcan en el territorio de Gosén y, si conoces entre ellos algunos hombres capaces, que se hagan cargo de mi ganado».
7José hizo venir a su padre Jacob y se lo presentó al faraón, y Jacob saludó al faraón con una bendición.
8El faraón le preguntó: «¿Cuántos años tienes?».
9Respondió Jacob al faraón: «Ciento treinta son los años de mi peregrinación. Pocos y malos han sido estos años de mi vida, y no llegan a los que vivieron mis padres en su peregrinación».
10Después se despidió del faraón con una bendición y salió de su presencia.
11José instaló a su padre y a sus hermanos, y les dio propiedades en Egipto, en lo mejor del país, en la región de Ramsés, como había mandado el faraón.
12Además, José proveyó de pan a su padre, a sus hermanos y a toda la casa de su padre, hasta los más jóvenes.
13No había pan en todo el país, porque el hambre arreciaba sobremanera y consumía la tierra de Egipto y el de Canaán.
14José acaparó todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en el de Canaán a cambio de las provisiones que distribuía; y juntó todo el dinero en el palacio del faraón.
15Cuando se acabó el dinero en la tierra de Egipto y en el de Canaán, todos los egipcios acudían a José, diciendo: «Danos pan; ¿por qué hemos de morir ante tus ojos? El dinero se ha acabado».
16José replicó: «Traed vuestro ganado y os daré pan a cambio del ganado, si se os ha acabado el dinero».
17Ellos traían su ganado a José, que les daba pan a cambio de caballos, de ovejas, de vacas y de asnos. Durante un año les estuvo proveyendo de pan a cambio de todo su ganado.
18Pasado aquel año, volvieron a él al año siguiente y le dijeron: «No podemos ocultar a mi señor que se nos ha acabado el dinero y que también el ganado pertenece a mi señor; a disposición de mi señor no nos quedan más que nuestras personas y nuestras tierras.
19¿Por qué hemos de perecer a tus ojos, nosotros y nuestras tierras? Cómpranos a nosotros y a nuestras tierras a cambio de pan, y nosotros con nuestras tierras seremos esclavos del faraón. Danos semilla para que podamos sobrevivir y no perezcamos, y para que nuestras tierras no queden devastadas».
20Así fue como José compró para el faraón toda la tierra de Egipto, porque los egipcios vendieron cada uno su campo, dado que arreciaba el hambre. Y así, la tierra pasó a ser propiedad del faraón,
21al tiempo que iba sometiendo a servidumbre a todo el pueblo, desde un extremo de Egipto hasta el otro.
22Solo dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque a los sacerdotes les había asignado una renta el faraón y vivían de esta renta; por eso no tuvieron que vender sus tierras.
23José dijo al pueblo: «Hoy os he comprado para el faraón, a vosotros con vuestras tierras; aquí tenéis simiente para sembrar la tierra.
24Al tiempo de la cosecha daréis la quinta parte al faraón, las otras cuatro partes serán para vosotros, para la siembra del campo y para alimento vuestro, de vuestras familias y niños».
25Ellos respondieron: «Nos has salvado la vida. Obtengamos el favor de mi señor y seremos esclavos del faraón».
26Y José impuso por ley, hoy todavía en vigor, que una quinta parte del suelo egipcio fuera para el faraón. Solo las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del faraón.
27Israel se estableció en la tierra de Egipto, en el territorio de Gosén; adquirió propiedades allí, fue fecundo y se multiplicó mucho.
28Jacob vivió en la tierra de Egipto diecisiete años; y toda la vida de Jacob duró ciento cuarenta y siete años.
29Cuando se acercaba para Israel la hora de la muerte, llamó a su hijo José y le dijo: «Si he obtenido tu favor, pon tu mano bajo mi muslo en prenda de tu benevolencia y lealtad conmigo: no me entierres en Egipto.
30Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la sepultura con ellos». Él contestó: «Haré lo que me dices».
31Dijo Israel: «Júramelo». Y se lo juró. E Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.
481Después de estos sucesos le dijeron a José: «Tu padre está enfermo». Él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.
2Cuando comunicaron a Jacob que había venido a verle su hijo José, entonces Israel hizo un esfuerzo y se sentó en la cama.
3Jacob dijo a José: «El Dios todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo
4con estas palabras: “Yo te haré fecundo, te multiplicaré y haré de ti una multitud de pueblos; a tus descendientes daré esta tierra en posesión perpetua”.
5Ahora, los dos hijos que te nacieron en la tierra de Egipto antes de venir yo a vivir contigo en Egipto serán míos: Efraín y Manasés serán para mí como Rubén y Simeón.
6Los que te nazcan después serán tuyos, y se les convocará en nombre de sus hermanos para recibir la herencia.
7Cuando yo volvía de Padán, durante el viaje se me murió Raquel, en tierra de Canaán, cerca de Efratá; y la enterré allí, en el camino de Efratá» (hoy Belén).
8Viendo Israel a los hijos de José, preguntó: «¿Quiénes son estos?».
9Y José respondió a su padre: «Son mis hijos, los que Dios me concedió aquí». Dijo él: «Tráemelos, para que los bendiga».
10Los ojos de Israel se habían debilitado por la vejez y no veía bien. José se los acercó, y él los besó y los abrazó.
11Luego dijo Israel a José: «No esperaba volver a verte, pero Dios me ha concedido ver también a tus descendientes».
12José los retiró de las rodillas de su padre, y se postró rostro en tierra.
13Después tomó a los dos: a Efraín con su mano derecha, a la izquierda de Israel, y a Manasés con su mano izquierda, a la derecha de Israel, y se los acercó.
14Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando los brazos, pues Manasés era el primogénito.
15Y los bendijo, diciendo: «El Dios en cuya presencia caminaron | mis padres Abrahán e Isaac, | el Dios que me ha pastoreado | desde mi nacimiento hasta hoy, |
16el ángel que me ha librado de todo mal, | bendiga a estos muchachos. | Se recuerde en ellos mi nombre | y el nombre de mis padres Abrahán e Isaac, | y se multipliquen sobremanera | en medio de la tierra».
17Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le pareció mal; y, tomando la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la de Manasés,
18le dijo a su padre: «Así no, padre; pues el primogénito es el otro; pon tu mano derecha sobre su cabeza».
19Pero su padre rehusó, diciendo: «Lo sé, hijo mío, lo sé; también este se convertirá en un pueblo y será grande. Pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia será una multitud de naciones».
20Y los bendijo aquel día con estas palabras: «En tu nombre se bendecirá Israel; se dirá: Dios os haga como Efraín y Manasés». Y puso a Efraín delante de Manasés.
21Después Israel dijo a José: «Yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres.
22Yo te entrego Siquén, con preferencia a tus hermanos, pues la conquisté a los amorreos con mi espada y mi arco».
491Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro;
2agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel:
3Tú, Rubén, mi primogénito, | mi fuerza y primicia de mi virilidad, | primero en honor, primero en poder.
4Burbujeante como agua, no descollarás; | porque subiste al lecho de tu padre, | lo profanaste, escalando mi tálamo.
5Simeón y Leví, hermanos, | armas criminales sus espadas.
6Ojalá no participe yo en sus consejos, | ni me siente yo en su asamblea, | pues mataron hombres ferozmente, | y mutilaron bueyes a su antojo.
7Maldita su furia, tan cruel, | y su cólera implacable. | Los repartiré entre Jacob | y los dispersaré por Israel.
8A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, | pondrás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, | se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
9Judá es un león agazapado, | has vuelto de hacer presa, hijo mío; | se agacha y se tumba como león | o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo?
10No se apartará de Judá el cetro, | ni el bastón de mando de entre sus rodillas, | hasta que venga aquel a quien está reservado, | y le rindan homenaje los pueblos.
11Ata su asno a una viña, | y a una cepa, el pollino de la asna; | lava su sayo en vino, | y su túnica en sangre de uvas.
12Sus ojos son más oscuros que vino, | y sus dientes más blancos que leche.
13Zabulón morará junto a la costa, | será un puerto para los barcos, | vuelto a Sidón su flanco.
14Isacar, asno robusto, | se acuclilla entre las alforjas.
15Viendo qué bueno es el establo | y qué placentero el país, | inclinó su lomo a la carga | y aceptó trabajos de esclavo.
16Dan gobernará a su pueblo, | como una de las tribus de Israel.
17Dan es culebra junto al camino, | víbora junto al sendero. | Muerde los talones del caballo, | y cae de espaldas su jinete.
18Espero tu salvación, Señor.
19Gad: le asaltarán los bandidos, | y él los asaltará por la espada.
20De Aser viene el grano suculento, | que proporciona manjares de reyes.
21Neftalí, cierva suelta, | que da hermosos cervatillos.
22José es un potro salvaje, | un potro junto a la fuente, | asnos salvajes en una ladera.
23Los arqueros los hostigan, | los persiguen y los atacan.
24Pero su arco se queda rígido, | y tiemblan sus manos y sus brazos, | ante el Fuerte de Jacob, | el Pastor, la Roca de Israel.
25El Dios de tu padre te auxilia, | el Todopoderoso te bendice: | bendiciones de lo alto del cielo, | bendiciones de lo profundo del océano, | bendiciones de pechos y ubres.
26Las bendiciones de tu padre superan | las bendiciones de los collados antiguos, | las delicias de las colinas perdurables. | Descansen sobre la cabeza de José, | coronen al elegido entre sus hermanos.
27Benjamín, lobo rapaz: | por la mañana devora la presa, | por la tarde reparte los despojos».
28Todas estas son las tribus de Israel, doce en total, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos, dando a cada uno su bendición pertinente.
29Luego les dio estas instrucciones: «Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita,
30la cueva del campo de Macpela frente a Mambré, en la tierra de Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad.
31Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía.
32El campo y la cueva fueron comprados a los hititas».
33Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.
501José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó.
2Después José mandó a los médicos de su servicio embalsamar a su padre y los médicos embalsamaron a Israel.
3Tardaron cuarenta días, que es lo que se suele tardar en embalsamar. Los egipcios le guardaron luto setenta días.
4Pasados los días del duelo, dijo José a la corte del faraón: «Si he obtenido vuestro favor, exponed ante el faraón este ruego mío:
5“Mi padre me hizo jurar, diciendo: cuando muera, me enterrarás en el sepulcro que me preparé en la tierra de Canaán. Ahora, pues, déjame subir a enterrar a mi padre y después volveré”».
6Contestó el faraón: «Sube y entierra a tu padre, como él te hizo jurar».
7José subió a enterrar a su padre, y con él subieron todos los servidores del faraón, los ancianos de la corte y los ancianos de la tierra de Egipto
8y toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Solo quedaron en la tierra de Gosén los niños, las ovejas y las vacas.
9Subieron con él también carros y jinetes. El cortejo era muy numeroso.
10Cuando llegaron a Goren Atad, que está al otro lado del Jordán, celebraron un funeral solemne e impresionante; y José hizo duelo siete días por su padre.
11Al ver los cananeos, que habitaban el país, el funeral de Goren Atad, dijeron: «Gran duelo este de los egipcios». Por eso el lugar se llamó Abel Misráin, que está al otro lado del Jordán.
12Así los hijos de Jacob hicieron con él lo que les había mandado:
13lo llevaron a la tierra de Canaán, lo enterraron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad.
14Después de enterrar a su padre, José volvió a Egipto con sus hermanos y con todos los que habían subido con él a enterrar a su padre.
15Cuando los hermanos de José vieron que había muerto su padre, se dijeron: «A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos todo el mal que le hicimos».
16Y mandaron decir a José: «Antes de morir tu padre nos encargó:
17“Esto diréis a José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron. Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre”». José al oírlo se echó a llorar.
18Entonces vinieron sus hermanos, se postraron ante él y le dijeron: «Aquí nos tienes, somos tus siervos».
19Pero José les respondió: «No temáis, ¿soy yo acaso Dios?
20Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso, como hoy somos.
21Por tanto, no temáis; yo os mantendré a vosotros y a vuestros hijos». Y los consoló hablándoles al corazón.
22José habitó en Egipto con la familia de su padre; y vivió ciento diez años.
23José llegó a conocer a los descendientes de Efraín, hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, que nacieron sobre sus rodillas.
24Más adelante, José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que juró dar a Abrahán, Isaac y Jacob».
25Luego José hizo jurar a los hijos de Israel: «Cuando Dios os visite, os llevaréis mis huesos de aquí».
26José murió a los ciento diez años. Lo embalsamaron y lo pusieron en un sarcófago en Egipto.