
«Para mi Cáritas es como una puerta que se abre cuando otra se cierra. Cuando tú piensas en Dios y compruebas que se concreta en una manera de ayuda,» así lo siente Glenda Úrsula Pecho. Nació en Lima, Perú, pero vive con su marido y tres de sus cuatro hijos en Badajoz.
Para Glenda se abrió esa puerta en la parroquia Virgen de Guadalupe, en esta capital extremeña. Pasaba por dificultades económicas y se enteró que en Cáritas parroquial contaban con una bolsa de trabajo. Pero allí encontró algo más: «me acogieron muy bien. Desde el primer día me hicieron sentir en confianza, en familia. Me dieron seguridad. Todo eso te da un aliento. Te hace sentir que tú no estás solo, a pesar de que te encuentres lejos de tu país.»
Dios te dice: “mira no estás sola, aquí están estas personas para ayudarte en todo lo que tu necesites”.
Y es que «Dios no deja jamás de estar a nuestro lado cumpliendo su promesa: <Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mt 28, 20)>«, como recuerdan los obispos de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social con motivo del Día de la Caridad, que se celebra el domingo 6 de junio.
En datos
Detrás de esas puertas que se abren están las 86.566 personas dedicadas a la acción de Cáritas, 80.995 como voluntarios y 5.571 trabajadores, que durante el año 2019 desarrollaron su labor a través los 5.597 centros y servicios parroquiales. 2,39 millones de personas son sus beneficiarios.
Pero sobre todo Cáritas, con sus trabajadores y equipos de voluntarios, como también destacan los obispos en su mensaje, «hace cada mañana que las fronteras y los muros se concreten en la dimensión universal de la caridad: <Al amor no le importa si el hermano herido es de aquí o es de allá. Porque es el amor que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa […] Amor que sabe de compasión y de dignidad” (Fratelli tutti 62)>.
