
El cardenal Juan José Omella inaugura el lunes 17 de abril de 2023 la 121ª Asamblea Plenaria de la CEE. Tras el discurso del presidente de la CEE, interviene el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza.
Discurso cardenal Juan José Omella
Saludo de Mons. Bernardito C. Auza
El presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Juan José Omella, ha comenzados su discurso recordando con “memoria agradecida” al papa Benedicto XVI y también “con profundo agradecimiento a Dios” celebramos el décimo aniversario del inicio del pontificado del papa Francisco”.
El cardenal Omella ha desarrollado su discurso en cinco partes
1.- Ofrecer alegría y esperanza a nuestro mundo.
2.- La Iglesia en España quiere ser “fiel al envío misionero”.
3.- Acompañar a los laicos en la misión evangelizadora.
5.- La Iglesia: liderazgo en la lucha contra los abusos sexuales.
Ofrecer alegría y esperanza a nuestro mundo
El presidente de la CEE ha compartido “la alegría que nace de la Pascua” porque “el testimonio de Cristo resucitado confirma que el amor es más fuerte que la muerte; que el mal, el sufrimiento y la injusticia no tienen la última palabra”. Uno se puede preguntar: “¿sigue teniendo el hombre moderno capacidad para creer en la resurrección? La respuesta es rotundamente sí”.
En un mundo en el que “son muchos los hermanos y hermanas que sufren”, la resurrección “es la prueba de que tiene sentido una vida entregada a Dios y a los hermanos hasta la muerte. Jesucristo, a través de cada uno de nosotros, tiene sed de ese encuentro con los hermanos y hermanas que sufren, que buscan sentido, paz y felicidad, aquellos que están perdidos o atados, con todos aquellos que experimentan la insatisfacción ante un mundo que no es el paraíso”. Nuestro mundo “necesita que los cristianos vivamos, con humildad y sin complejos, el gozo Pascual, regalo del Resucitado”.
El cardenal Omella ha invitado a anunciar la esperanza que nace del Evangelio y en “el contexto de este mundo convulso” ha propuesto el documento Evangelii Gaudium, que es “más actual que nunca”, con el que el papa Francisco “desea despertar en nosotros el anhelo evangelizador”.
Todos los miembros del Pueblo de Dios “somos llamados” a realizar en comunión esta misión evangelizadora.
La Iglesia en España quiere ser “fiel al envío misionero”
“Creemos que estamos viviendo el inicio de una nueva primavera del Espíritu” ha anunciado el presidente de la CEE. Los obispos en zonas urbanas “constatamos” un “creciente anhelo de Dios”. Si la secularización fue del mundo urbano al rural, “esperamos“ que el deseo de Dios que emerge en las ciudades llegue también al mundo rural. Es el momento de desvelar “el verdadero rostro de la Iglesia: un hogar de «puertas abiertas», una «casa paterna en lugar de aduana». Ante la «globalización de la superficialidad» es el momento de ayudar a descubrir que nuestra vida tiene un propósito, un sentido, una meta”.
Como anunció el Vaticano II “es todo el Pueblo de Dios el que evangeliza” y hoy “son muchos los laicos” que colaboran activamente en la misión pastoral y evangelizadora de la Iglesia.
La CEE también se prepara para el Jubileo Ordinario del 2025, «Peregrinos de la Esperanza». El cardenal Omella ha animado a leer los “Cuadernos del Concilio” con los que el Dicasterio para la Evangelización acerca –en 34 cuadernillos- las 4 Constituciones del Vaticano II. La BAC ha publicado estos materiales, que también se pueden descargar en la página web cuadernosdelconcilio.com.
La conversión pastoral y misionera de la que habla el Papa “pasa en primer lugar por los ministros ordenados. “Tenemos -ha puntualizado- un reto muy importante con la formación y acompañamiento a los seminaristas y ministros ordenados”. Las conclusiones de la visita apostólica a los seminarios a propuesta del Santo Padre “nos ayudarán a mejorar el itinerario formativo”. Los obispos “vamos a seguir trabajando” en “el importante servicio de formar y cuidar a los pastores”.
Acompañar a los laicos en la misión evangelizadora
La plenitud del compromiso laical es “la transformación cristiana del mundo”. El reto es despertar su vocación “para que ejerzan su misión de ser sal y luz para el mundo, de ser la levadura que transforme la sociedad para hacerla más humana, digna y fraterna. Ellos son el rostro, la voz y los brazos de Dios en medio del mundo”.
Para ayudar a los laicos a redescubrir su misión, “hemos publicado el documento El Dios fiel mantiene su alianza. También es una referencia la exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici. San Juan Pablo II señala ocho ámbitos seculares que el laico cristiano debe promover para cumplir con su misión evangelizadora. “Queremos animar a los laicos -ha puntualizado- a alentar un movimiento social a favor del bien común” y su presencia pública “en los ambientes e instituciones civiles donde viven”.
Algunas iniciativas seculares a impulsar por los laicos
El presidente de la CEE, siguiendo las indicaciones de Lumen gentium y Christifideles laici, ha propuesto algunas iniciativas “cuya implementación corresponde principalmente a los laicos”.
1. Proponer la familia como fuente de cohesión social y de vida, ya que “es la comunidad más original, profunda y universal de la humanidad”. Lo moderno y lo familiar “se han presentado como polos opuestos”. Sin embargo, “una sociedad moderna solo es sostenible si es familiar”. La familia “es una alternativa al modelo de modernidad individualista, utilitaria y desvinculada”, que está causando “tanto daño psicológico y emocional” y que ·hace insostenible la vida social y el desarrollo humano”.
2. Promover un sistema educativo gratuito que respete la libertad de los padres a la educación de sus hijos. La Iglesia católica “tiene una propuesta educativa para la persona, la familia y la sociedad”. En ningún caso “la imponemos, pero sí que exigimos el respeto a la libertad que tienen los padres de educar a sus hijos en conciencia según sus valores”. Un derecho reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y por la Constitución (art. 27 CE).
“Apostamos” por una educación que enseñe a amar, que promueva una educación afectivo-sexual “orientada a este modo de amar y ser amados” y que presente a los niños, adolescentes y jóvenes una propuesta de sentido que colme sus anhelos y “no sucedáneos ideológicos programados con otros intereses”.
También “apostamos“ por una educación gratuita “con independencia de la titularidad privada o pública del centro y del modelo educativo”. El cardenal Omella ha señalado que “observamos que el modelo educativo vigente no asegura adecuadamente la libertad de las familias y la neutralidad del Estado” garantizadas por nuestra Constitución. Además, “nuestro sistema de enseñanza concertada” está “siempre en riesgo de ser recortado o de sufrir arbitrariedades por parte de los poderes públicos”.
“¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente?, ha interpelado. El Estado “no puede olvidar su deber de respetar el principio de subsidiariedad y evitar identificarse con un determinado modelo educativo, adscripción ideológica, o titularidad de la escuela. De otro modo nuestro Estado estaría pasando a ser un estado confesional laicista, discriminando a los ciudadanos y ciudadanas cristianos o de otras religiones”.
3. La tercera propuesta para los laicos es “trabajar intensamente” para concienciar a nuestra sociedad sobre la importancia de acompañar la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable. Son situaciones “de especial vulnerabilidad” el inicio de la vida; los refugiados e inmigrantes; la enfermedad mental; la ancianidad; y el final de la vida.
“Es una grave equivocación” plantear que “eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema”. Es necesaria “una serena reflexión que vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales y ayudas económicas significativas para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo inesperado, no tengan que recurrir al aborto”. También tiene que ser considerado con hondura “el alarmante aumento de suicidios, de manera especial entre los más jóvenes”.
Una vez más, “manifestamos nuestro rechazo “a la ley que regula la eutanasia” y “pedimos” una “ley integral de cuidados paliativos y de ayudas dignas a la dependencia que, contando con los recursos necesarios, permita acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida”.
La Iglesia contra los abusos sexuales
El cardenal Omella reitera “nuestra humilde y sincera petición de perdón a las víctimas, la Iglesia en España está comprometida en la protección de menores y en la prevención de abusos sexuales cometidos, tanto en el marco de su actividad, como en toda la sociedad”.
En el portal www.paradarluz.com se recoge información sobre el trabajo realizado por la Iglesia en España para la protección de menores y la prevención de los abusos. “Hemos pedido perdón por ese gran pecado y seguiremos pidiéndolo. Pero no basta con pedir perdón, “queremos que esa lacra desaparezca de nuestra sociedad. Por ello, seguimos colaborando con los jueces, la fiscalía y el defensor del pueblo, aportando toda la información de la que disponemos y activando nuestros protocolos”.
La Iglesia quiere liderar la lucha contra esta lacra que afecta a 1 de cada 5 niños en Europa. Sin rehuir “ninguna de nuestras propias responsabilidades, lamentamos que por el momento no se aborde dicha dolorosa cuestión en su dimensión global y que se insista en analizar exclusivamente este drama en el ámbito de la Iglesia. La Iglesia confiesa su pecado, pero denuncia que este mismo hecho, que afecta a otros muchos sectores de la sociedad, no sea puesto en evidencia, para buscar entre todos una solución que abarque toda la extensión de este problema social”.
Una llamada a la paz y Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023
El presidente de la CEE ha hecho “una llamada a la oración intensa por la paz y el fin de las guerras en Ucrania y en tantos otros lugares del mundo afectados por tantos conflictos”. Trabajar por la paz implica “defender la verdad, promover la justicia, y proponer (con la ayuda de Dios) la posibilidad del perdón. La guerra no debe tener nunca la última palabra”.
Las últimas líneas del discurso han sido para los jóvenes que “tienen mucho que decirnos” y que “son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo”. La Iglesia “quiere estar muy cerca de ellos, acompañarlos en este momento vital tan importante cuando tienen que tomar decisiones que van a afectar el resto de sus vidas. Los jóvenes cristianos están llamados a ser el rostro, los brazos y las manos de Jesucristo resucitado”.
Los obispos estarán la primera semana de agosto junto a los “jóvenes de nuestras diócesis” en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. El cardenal Omella ha animado a los jóvenes a participar en este encuentro “que no dejará a nadie indiferente” y a los medios de comunicación “a dar una amplia cobertura a este gran encuentro de alegría y esperanza para el mundo entero”.
Discurso íntegro cardenal Juan José Omella

Saludo inicial
Queridos cardenales, arzobispos, obispos, administradores diocesanos, querido señor nuncio de su santidad en España, personal de la Casa de la Iglesia, periodistas, amigos y amigas que estáis escuchando o leyendo este mensaje.
Iniciamos esta Asamblea Plenaria con dos hechos significativos para la Iglesia universal y con su repercusión en nuestro ánimo y en la historia de nuestra Iglesia. Por un lado, la memoria agradecida al papa Benedicto XVI que, después de una intensa y larga vida cristiana y eclesial, además de su ingente e importante contribución teológica, nos dejó el pasado 31 de diciembre de 2022. Oramos por su eterno descanso y elevamos a Dios nuestra acción de gracias por su intenso ministerio como papa y por su profundo y oportuno magisterio que tanto bien ha hecho a la Iglesia, a la que tanto amó y a la que con tanta entrega sirvió. Confiamos que desde el cielo interceda por la Iglesia universal y por cada uno de nosotros, para que podamos experimentar que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con Jesucristo, que da un nuevo horizonte a la vida y la colma de una orientación decisiva (1).
Por otro lado, hace un mes, celebramos, con profundo agradecimiento a Dios, el décimo aniversario del inicio del pontificado del papa Francisco. Acogiendo su continua petición (el “rezad por mí” que tantas veces repite), seguimos orando con intensidad al Señor por él, para que pueda seguir ejerciendo con acierto la misión espiritual y de gobierno de la Iglesia universal que le ha sido confiada, a la vez que le reiteramos nuestra comunión.
1. Ofrecer alegría y esperanza a nuestro mundo
1.1. Compartir la alegría que nace de la Pascua
Todavía resuenan en nuestros corazones las palabras de la noche de Pascua: ¡Aleluya! Cristo ha resucitado. La resurrección de Cristo es la buena noticia que recorre el mundo entero. El testimonio de Cristo resucitado confirma que el amor es más fuerte que la muerte; que el mal, el sufrimiento y la injusticia no tienen la última palabra. La fe cristiana proclama que Cristo vive y que su resurrección es esperanza y promesa de la nuestra.
Uno se puede preguntar: ¿sigue teniendo el hombre mo- derno capacidad para creer en la resurrección? La respuesta es rotundamente sí. Y lo comprobamos, de manera particular, en la experiencia de los cientos de catecúmenos adultos y jóvenes que estos días reciben los sacramentos de la iniciación cristiana. Sus cartas, donde nos cuentan su experiencia, nos llevan al agradecimiento al Señor por la presencia de tantos adultos no bautizados que hoy quieran abrazar la fe (2).
Vivimos en un mundo que padece por la polarización, la división, la pobreza que se hace crónica, una desigualdad que avanza, la precariedad laboral, la imposibilidad de mu- chos para acceder a una vivienda digna, el aumento de la brecha salarial entre directivos y trabajadores… Son muchos los hermanos y hermanas que sufren por estos y otros problemas como la soledad, la falta de ayudas a la dependencia o el acceso a los cuidados paliativos.
En medio de este mundo, la resurrección de Jesús es la prueba de que tiene sentido una vida entregada a Dios y a los hermanos hasta la muerte. Jesucristo, a través de cada uno de nosotros, tiene sed de ese encuentro con los hermanos y hermanas que sufren, que buscan sentido, paz y felicidad, aquellos que están perdidos o atados, con todos aquellos que experimentan la insatisfacción ante un mundo que no es el paraíso. Dios nos invita a ser testigos gozosos de la resu- rrección. Nuestro mundo necesita que los cristianos vivamos, con humildad y sin complejos, el gozo pascual, regalo del Resucitado (3).
1.2. Anunciar la esperanza que nace del Evangelio
En el contexto de este mundo convulso, Evangelii gaudium, el documento programático del papa Francisco, es más actual que nunca. El papa Francisco, a modo de profeta, nos ha ido preparando con horizontes, reflexiones, ideas y acciones simbólicas renovadas, a tomar conciencia de la misión que hemos recibido de Jesucristo y a cómo llevarla a cabo en el momento presente de nuestra historia. El papa desea despertar en nosotros el anhelo evangelizador y, además, que lo hagamos con alegría. Una alegría que nace de acoger el amor de Dios por cada uno de nosotros y que se hace más intensa con la experiencia de compartir y anunciar a Jesucristo y su Evangelio.
Todos los miembros del pueblo de Dios (ministros ordenados, consagrados y laicos) somos llamados a realizar esta misión (4). Cada uno con su vocación particular y sus carismas, pero siempre en comunión (cf. Jn 17,21). No es posible la misión evangelizadora, si no hay comunión de vida y acción entre los fieles católicos. Y no puede haber comunión si no participamos juntos en la misión, ya que es la misión recibi- da de Jesucristo la que nos une.
Por eso, el papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia en Sínodo con el lema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Acabamos de celebrar en Praga la Asamblea continental europea del Sínodo. El Sínodo nos está ayudando a descubrir el protagonismo del Espíritu Santo, que es quien realmente guía a la Iglesia. Experimentamos que cuando la comunidad unida invoca con fe al Espíritu Santo, afloran sus inspiraciones en la escucha respetuosa entre unos y otros. El Sínodo nos está enseñando que, a pesar de las diferencias, la Iglesia tiene una voluntad común que nos une. Compartimos la misma misión y participamos del mismo amor por el Señor, por la Iglesia y por el mundo. Constatamos que las tensiones vividas desde el amor y abordadas desde el Espíritu Santo son realmente transformadoras y generadoras de camino.
Para impulsarnos en este itinerario misionero, el papa Francisco inició el pasado 11 de enero «un nuevo ciclo de catequesis, dedicado a un tema urgente y decisivo para la vida cristiana: la pasión por la evangelización, es decir, el celo apostólico. Se trata de una dimensión vital para la Iglesia: la comunidad de los discípulos de Jesús de hecho nace apostólica, nace misionera…» (5).
2. La Iglesia en España quiere ser «fiel al envío misionero»
2.1. Una primavera del Espíritu
En las conversaciones que mantenemos los obispos con diócesis ubicadas en zonas urbanas constatamos el hecho de que, de unos años a aquí, estamos experimentando un creciente anhelo de Dios en nuestros coetáneos. El Espíritu Santo trabaja despertando en muchos jóvenes y adultos el deseo de volver a la Iglesia y a los sacramentos, para encontrar en ellos la paz, el sosiego y la fuerza espiritual necesarios en sus vidas. Y, lo que aún es más impresionante, el Espíritu impulsa en muchos de ellos un deseo ardiente de anunciar a Jesucristo y su Evangelio.
Del mismo modo que la secularización se inició en el mundo urbano y ahora está afectando al mundo rural, descubrimos que el deseo de Dios está emergiendo en las ciudades y, con el tiempo, esperamos que llegue también al mundo rural. Creemos que estamos viviendo el inicio de una nueva primavera del Espíritu. Damos gracias a Dios por este don.
Por todo ello, debemos estar preparados para acoger a tantos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, necesitados de escucha, de sanar heridas y de acompañamiento cercano hacia el encuentro con Cristo y con la gran familia de la Iglesia. No es el momento de la apologética, sino del amor, la misericordia, la orientación al reencuentro con Dios, y el desvelamiento del verdadero rostro de la Iglesia: un hogar de “puertas abiertas”, una “casa paterna en lugar de aduana”. Ante la “globalización de la superficialidad”, es el momento de ayudar a descubrir que nuestra vida tiene un propósito, un sentido, una meta.
2.2. Es todo el pueblo de Dios el que evangeliza
Se está cumpliendo lo que anunciaba el Concilio Vaticano II cuando nos recordaba que es todo el pueblo de Dios el que evangeliza. Sí, estamos descubriendo que esta misión corresponde a todos los miembros de la Iglesia y no solo a los ministros ordenados y a los consagrados. Hoy son muchos los laicos que colaboran activamente en la misión pastoral de la Iglesia y específicamente en su misión evangelizadora.
El papa Francisco sueña «con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo» (6). Este sueño que compartimos los obispos de la Iglesia católica que peregrina en España, lo hemos concretado en el documento de la CEE Fieles al envío misionero que propone unas orientaciones pastorales y líneas de acción para el periodo 2021-2025.
A la pregunta ¿cómo evangelizar en la actual sociedad española?, respondemos con algunas consideraciones contenidas en el citado documento de la CEE:
- Hemos de comunicar que gracias a Jesucristo sabe- mos no solo que Dios existe, sino que nos ama y merece la pena creer en él.
- Debemos anunciar que Jesucristo nos ha revelado que Dios anhela una relación con cada uno de nosotros.
- Urge proponer a Jesucristo resucitado como guía en nuestro camino hacia la comunión con Dios.
- Es necesario iniciar y acompañar en el camino de la oración, de la relación confiada con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una relación de amor que revela poco a poco quiénes somos y cuál es la vocación a la que somos llamados.
- El lugar concreto, histórico, donde todo esto puede suceder es la Iglesia. La comunidad cristiana debe ser un ámbito de escucha y encuentro, un lugar donde sea posible una comunicación profunda de la presencia de Cristo al corazón sediento de los hombres y mujeres, nuestros hermanos.
- Además, los cristianos debemos ofrecer un testimonio gozoso de vida fraterna y entregada, de una mentalidad nueva según el Evangelio, en la familia, en los barrios, en los lugares de trabajo y de reposo, y también un testimonio de amistad civil en la convivencia cotidiana.
- Hemos de anunciar que es gracias a la participación activa en la eucaristía como recibimos la fuerza para vivir la comunión y la entrega gozosa a la misión y a los hermanos.
2.3. Prepararnos para el Jubileo Ordinario del 2025
El papa Francisco ha invitado a todos los católicos a prepararnos para participar activamente en el Jubileo Ordinario del 2025 que tiene como lema: «Peregrinos de la Esperanza». Con este motivo, en fecha 11 de febrero de 2022, el papa dirigió una carta a Mons. Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, por la que le confiaba «la responsabilidad de encontrar las maneras apropiadas para que el Año Santo se prepare y se celebre con fe intensa, esperanza viva y caridad operante».
Siguiendo las indicaciones del papa, desde el referido Dicasterio, el pasado mes de octubre, se comunicó a la CEE la iniciativa de los Cuadernos del Concilio, que son un con- junto de 34 textos ágiles, concisos y de fácil lectura que pretenden acercar el contenido de las cuatro constituciones del Vaticano II al gran público.
Animamos a todo el pueblo de Dios a leer, reflexionar y aplicar dichos materiales publicados en un solo volumen por la editorial BAC, a petición de esta CEE, y que son una formidable guía para progresar en la misión de llevar el gozoso anuncio del Evangelio a todos (7).
2.4. Sacerdotes al servicio del pueblo de Dios y de su misión evangelizadora
Esta conversión pastoral y misionera de la que nos habla el papa Francisco pasa en primer lugar por los ministros ordenados (obispos, presbíteros y diáconos). Tenemos un reto muy importante con la formación y acompañamiento de los seminaristas y ministros ordenados de nuestras diócesis. Tenemos el deber y la responsabilidad de ayudarles en el discernimiento de su vocación, en la maduración humana y espiritual de la misma y en el acompañamiento y formación continua durante toda su vida ministerial. Una formación y acompañamiento permanentes que aborden todas las dimensiones de la persona a las que se refería san Juan Pablo II en Pastores dabo vobis: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Una formación permanente de la que él mismo decía que es “un acto de justicia” con relación al pueblo de Dios.
En este sentido, en marzo de 2019, esta Asamblea Plenaria de la CEE aprobó el plan de formación de los seminarios mayores de España para adecuarlo a las líneas que estipula la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, puesta en marcha por la Congregación para el Clero en el año 2016.
En este contexto de renovación del modelo formativo de los candidatos al ministerio ordenado, durante los meses de enero y febrero de este año ha tenido lugar la visita apostólica de los seminarios en España a propuesta del santo padre. Seguro que las conclusiones de esa visita nos ayudarán a mejorar el itinerario formativo de los futuros pastores de las comunidades cristianas.
Los obispos vamos a seguir trabajando activamente en el importante servicio de formar y cuidar a los pastores que tienen la preciosa, urgente y necesaria misión de acompañar espiritualmente a los laicos y trabajar codo a codo con ellos y con los consagrados en la misión recibida del Señor de evangelizar y humanizar la sociedad en la que vivimos.
3. Acompañar a los laicos en la misión evangelizadora
3.1. Despertar e impulsar la misión particular de los laicos en el mundo
En la misión propia de la Iglesia se encuentra el anuncio de Jesucristo y la transformación y humanización del mundo en el que vivimos. Si bien la primera corresponde a todo el pueblo de Dios —laicos, consagrados y ministros ordena- dos—, la segunda entra de lleno en la “índole secular”, que es la nota más propia y específica de los laicos. Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano II:
A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad (Lumen gentium, 31).
Es cierto que algunos laicos son llamados a colaborar directamente con los ministros ordenados en la misión pastoral ordinaria de la Iglesia (8). En este sentido, observa- mos con profundo gozo cómo nuevas iniciativas de evangelización, promovidas por los laicos en comunión con sus pastores, están ayudando tanto a los mismos laicos como a los ministros ordenados a redescubrir lo que les es propio y a incrementar la acción coordinada y sinodal entre todos.
Sin embargo, esta no es la misión más habitual para la mayoría de los laicos. Dios no llama al laico a abandonar el mundo cuando profesa su fe, todo lo contario, el “mundo” se convierte en el ámbito y en el medio de su vocación, en el cual debe buscar su santificación. El papa Francisco lo expresa de manera muy precisa: «Si bien se percibe una mayor participación de muchos laicos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico. Se limita, muchas veces, a las tareas intraeclesiales, sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad. La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un desafío pastoral importante» (9). No está la plenitud del compromiso laical en su proximidad al altar, sino en la transformación cristiana del mundo.
Por ello, el reto más importante que tenemos ahora es despertar en las multitudes de laicos la vocación que han recibido de Jesucristo para que, unidos a él, ejerzan su misión de ser sal y luz para el mundo, de ser la levadura que transforme la sociedad para hacerla más humana, digna y fraterna. Ellos son el rostro, la voz y los brazos de Dios en medio del mundo. Es necesario, pues, que los laicos redescubran su misión más propia y fundamental, de modo que el Espíritu Santo, por medio de sus vidas, pueda despertar el deseo de Dios en los hombres y mujeres con los que comparten su existencia. Para realizar esta misión, es necesario que los laicos vivan una pertenencia gozosa a la Iglesia a través de sus comunidades y que estas no dejen de sostenerlos en su tarea.
3.2. ¿Cuál es el alcance de esta misión de los laicos en medio del mundo?
Todos los miembros de la Iglesia somos partícipes de la dimensión secular; pero lo somos de formas diversas. Ahora bien, la participación de los fieles laicos tiene una modalidad de actuación y de función que les «es propia y peculiar» (10). El «mundo», el ámbito secular, se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de los fieles laicos.
Para ayudar a los laicos a redescubrir su misión en medio del mundo, los obispos de la CEE hemos publicado recientemente el documento El Dios fiel mantiene su alianza (11) . Animamos a que dicho documento sea dado a conocer en las parroquias, asociaciones y movimientos con el fin de animar a los hombres y mujeres de bien a la lectura y meditación del mismo.
La exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici de san Juan Pablo II señala ocho ámbitos seculares que el laico cristiano debe promover para cumplir con su misión evangelizadora y que nos viene muy bien recordar ante las citas electorales que se nos avecinan:
- Promover la dignidad de la persona
- Venerar el inviolable derecho a la vida
- Ser libres para invocar el nombre del Señor
- La familia, el primer campo del compromiso social
- La caridad, el alma y apoyo a la solidaridad
- Todos somos destinatarios y protagonistas de la política
- Situar al ser humano en el centro de la vida económica y social
- Evangelizar la cultura y las culturas del hombre
Queremos animar a los laicos a alentar un movimiento social a favor del bien común que pasa por proponer, no imponer, la visión católica de la persona, el matrimonio y la familia, como fermento de una sociedad más fraterna, humana y sensible a los más pobres y necesitados. Queremos también animar la presencia pública de los católicos en los ambientes e instituciones civiles donde viven. Y todo ello, sin perder de vista que los laicos católicos son el rostro de Dios y de la Iglesia para muchas personas que lo desconocen.
4. Algunas iniciativas seculares que los laicos pueden impulsar
Siguiendo las indicaciones contenidas en Lumen gentium y Christifideles laici, proponemos a continuación algunas iniciativas cuya implementación corresponde principalmente a los laicos católicos en tanto que llamados a «tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios» (12).
4.1. Proponer la familia como fuente de cohesión social y de vida
La familia es la comunidad más original, profunda y universal de la humanidad. Es crucial para la aparición de cada ser humano. Las familias constituyen el ámbito más adecuado en el que cada persona llega a ser genuinamente humana y puede desarrollarse. La familia es la que proporciona a cada persona las mayores alegrías, atravesadas también por el dolor que el amor o su ausencia a veces provoca. Es en la familia donde la mayor parte de la humanidad alcanza la plenitud del amor.
San Juan Pablo II define la familia como «la primera y fundamental escuela de socialidad» (Familiaris consortio, 37) y al señalar su vínculo vital y orgánico con la sociedad afirmaba que «de la familia nacen los ciudadanos, y, en la familia, estos encuentran la primera escuela de las virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. Así la familia, en virtud de su naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí misma, se abre a las demás familias y a la sociedad, asumiendo su función social» (42). En este mismo sentido el papa Francisco afirma en Amoris laetitia que «el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia» (31).
Somos una sociedad familiar y eso no solamente es compatible con ser modernos, sino que hace posible que lo seamos (13). Sin las familias no habría modernidad. Durante décadas lo moderno y lo familiar han sido presentados como polos opuestos. Sin embargo, dicha oposición no es cierta: una sociedad moderna solo es sostenible si es familiar. En el modelo social que vivimos se combinan innovación, progreso y cosmopolitismo con familia y comunidad. La familia es una alternativa al modelo de modernidad individualista, utilitaria y desvinculada, que tanto daño psicológico y emocional está causando a las personas y que al final hace insostenible la vida social y el desarrollo humano.
4.2. Promover un sistema educativo gratuito que respete la libertad de los padres a la educación de sus hijos
La Iglesia católica tiene una propuesta educativa para la persona, la familia y la sociedad. Nosotros creemos que esta propuesta es un valor para nuestro mundo. En ningún caso la imponemos, pero sí que exigimos el respeto a la libertad que tienen los padres de educar a sus hijos en conciencia según sus valores.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución reconocen que los poderes públicos deben garantizar la libertad educativa de las familias y el derecho de los padres «a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» (art. 27).
Apostamos por una educación que enseñe a amar. La persona es capaz de un tipo de amor oblativo, no cerrado solo en el deseo posesivo, sino abierto a la amistad y a la entrega, capaz de conocer y amar a las personas por sí mismas. Un amor capaz de generosidad, a semejanza del amor de Dios. Un amor que genera la comunión entre personas, ya que cada uno considera el bien del otro como propio. Un amor que es dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino solo regalar libre y recíprocamente.
Apostamos por una propuesta educativa que promueva una educación afectivo-sexual orientada a este modo de amar y ser amados, alejada de toda cosificación de la persona, liberada de las ideologías de género, y que promueva un camino de aprendizaje en la sana integración de los instintos.
Apostamos por un modelo educativo que presente a los niños, adolescentes y jóvenes una propuesta de sentido que colme sus anhelos y no sucedáneos ideológicos programados con otros intereses. Nuestra sociedad, en ocasiones, gime buscando luz, orientación y una propuesta firme para reiniciar un camino con fundamento. Signo de ese gemido no satisfecho es el vertiginoso incremento de depresiones, ansiedades, angustias existenciales, trastornos alimentarios, adicciones, pensamientos y tentativas suicidas, que están afectando no solo a adultos, sino particularmente a niños, adolescentes y jóvenes.
Nuestro mundo contemporáneo necesita con urgencia que le ofrezcamos el encuentro con Jesucristo y su mensaje de esperanza y de vida. Por ello, apostamos por un modelo educativo que abra a los niños, adolescentes y jóvenes a este encuentro con Dios en la persona de Jesucristo.
Apostamos por una educación gratuita con independencia de la titularidad privada o pública del centro y del modelo educativo. Las familias deben exigir el derecho a poder elegir la educación que prefieren para sus hijos, sin verse penaliza- das por el modelo que escojan para sí.
Observamos que el modelo educativo vigente no asegura adecuadamente la libertad de las familias y la neutralidad del Estado garantizadas por nuestra Constitución, que reconoce el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. Algunos estados europeos financian abierta y completamente la educación de los niños y adolescentes en la escuela escogida por sus padres, sea cual sea la titularidad de la misma–pública o privada-, el modelo educativo y la confesión, religiosa o laica, de las mismas. Nuestro sistema de enseñanza concertada, que podría ser una buena solución, está siempre en riesgo de ser recortado o de sufrir arbitrariedades por parte de los poderes públicos.
¿No podría ser el cheque escolar la verdadera neutralidad y libertad que pedimos a la Administración competente? El Estado no puede olvidar su deber de respetar el principio de subsidiariedad y evitar identificarse con un determinado modelo educativo, adscripción ideológica, o titularidad de la escuela. De otro modo nuestro Estado estaría pasando a ser un estado confesional laicista, discriminando a los ciudadanos y ciudadanas cristianos o de otras religiones.
4.3 Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural
Queremos invitar a los laicos a trabajar intensamente para concienciar a nuestra sociedad sobre la importancia de acompañar la vida humana, la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable. Entre estas situaciones de especial vulnerabilidad, destacaríamos:
- El inicio de la vida. Plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de un embrión o un feto en el seno de su madre. Es necesaria una serena reflexión que vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales y ayudas económicas significativas para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo inesperado, no tengan que recurrir al aborto.
- Los refugiados e inmigrantes. Es nuestro deber subrayar la importancia de integrar en el ámbito de la defensa de la vida humana el cuidado de las personas que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones trágicas.
- La enfermedad mental. La salud mental ha de ser estudiada y promovida por los profesionales de la medicina. No cabe duda de que este humus de desvinculación, pobreza afectiva y falta de sentido y esperanza es caldo de cultivo adecuado para la génesis y desarrollo de algunas de estas enfermedades. El drama del suicidio no puede desligarse de estos problemas de salud mental y del vacío de sentido de la existencia. Consideramos que el alarmante aumento de suicidios, de manera especial entre los más jóvenes, es un tema que merece ser considerado con hondura.
- La ancianidad. Es cierto que el cuidado de los ancianos es responsabilidad primera de la familia, pero la familia necesita apoyo y ayudas. Es imprescindible un diálogo social e institucional sobre la atención a las personas mayores. Además, es clave crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
- El final de la vida. La vida humana, que comienza con tanta vulnerabilidad en el seno materno, en muchas ocasiones vuelve a ser frágil en la última etapa de la existencia terrena. La gran tentación consiste en buscar falsas vías que pretendan eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona. Una vez más, manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia. Pedimos la aprobación de una ley integral de cuidados paliativos y de ayudas dignas a la dependencia que, contando con los recursos necesarios, permita acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida.
5. La Iglesia: liderazgo en la lucha contra los abusos sexuales
Reiterando nuestra humilde y sincera petición de perdón a las víctimas, la Iglesia en España está comprometida en la protección de menores y en la prevención de abusos sexuales cometidos, tanto en el marco de su actividad, como en toda la sociedad. En cumplimiento de lo establecido por la Santa Sede todas las diócesis españolas tienen establecidos protocolos y oficinas para la protección de menores y presentación de denuncias por abusos cometidos.
Además de las 60 oficinas en el ámbito de la Iglesia diocesana (de carácter diocesano, interdiocesano y lugares de acogida), las congregaciones religiosas han abierto 142 oficinas pertenecientes a 121 congregaciones. En total, la Iglesia en España ha abierto en estos dos años 202 oficinas preparadas para la recepción de denuncias de abusos cometidos. Estas oficinas se encargan también del establecimiento de protocolos de actuación y formación para la protección de menores y la prevención de abusos.
La Asamblea Plenaria de la CEE aprobó, en abril de 2021, la creación de un servicio de coordinación y asesoramiento para las oficinas diocesanas que se encargan de la protección de los menores y la prevención de abusos. Está también a disposición de las oficinas creadas por las congregaciones religiosas.
En febrero de 2022, la CEE encargó una auditoría independiente al despacho Cremades & Calvo-Sotelo sobre el trabajo realizado para la protección de menores y la prevención de abusos.
Asimismo, lanzó el pasado mes de octubre el portal www.paradarluz.com, una página web que recoge información sobre el trabajo realizado por la Iglesia en España para la protección de menores y la prevención de los abusos. Con esta página web damos un paso más para, unidos como Iglesia, seguir luchando contra los abusos en toda la sociedad.
Hemos pedido perdón por ese gran pecado y seguiremos pidiéndolo. Pero no basta con pedir perdón, queremos que esa lacra desaparezca de nuestra sociedad. Por ello, seguimos colaborando con los jueces, la fiscalía y el defensor del pueblo, aportando toda la información de la que dispo- nemos y activando nuestros protocolos.
La Iglesia quiere liderar la lucha contra esta lacra que afecta a uno de cada cinco niños en Europa. Sin rehuir ninguna de nuestras propias responsabilidades, lamentamos que por el momento no se aborde dicha dolorosa cuestión en su dimensión global y que se insista en analizar exclusivamente este drama en el ámbito de la Iglesia. La Iglesia confiesa su pecado, pero denuncia que este mismo hecho, que afecta a otros muchos sectores de la sociedad, no sea puesto en evidencia, para buscar entre todos una solución que abarque toda la extensión de este problema social.
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No puedo concluir este discurso inaugural sin dejar de hacer una llamada a la oración intensa por la paz y el fin de las guerras en Ucrania y en tantos otros lugares del mundo afectados por tantos conflictos y que, como dice el papa Francisco, es una tercera guerra mundial a pedazos. Trabajar por la paz implica necesariamente defender la verdad, promover la justicia, y proponer (con la ayuda de Dios) la posibilidad del perdón. La guerra no debe tener nunca la última palabra.
Y quiero terminar dirigiéndome a los jóvenes. Ellos tienen mucho que decirnos. Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo. La Iglesia quiere estar muy cerca de ellos, acompañarlos en este momento vital tan importante cuando tienen que tomar decisiones que van a afectar el resto de sus vidas. Los jóvenes cristianos están llamados a ser el rostro, los brazos y las manos de Jesucristo resucitado.
La primera semana de agosto de este año vamos a vivir, casi como si fuera en casa, la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa (Portugal) a la que nos ha convocado el papa Francisco. Allí nos desplazaremos los obispos de la CEE acompañando a los jóvenes de nuestras diócesis. Más de un millón y medio de jóvenes se están preparando para este acontecimiento gracias a la labor de las diócesis, parroquias, vida consagrada y movimientos… Va a ser un momento de especial gracia para todos los españoles, no solo para los jóvenes, sino también para los adultos que van a colaborar en la acogida de los miles de jóvenes venidos de otros países del mundo y que pasarán por nuestras tierras camino de Lisboa. Este es un gran motivo para la esperanza. Animamos a todos los jóvenes a participar de este encuentro universal que no dejará a nadie indiferente. Animamos también a todos los medios de comunicación a dar una amplia cobertura a este gran encuentro de alegría y esperanza para el mundo entero.
Que santa María Virgen, Estrella de la Evangelización, nos acompañe hoy y siempre, y nos aliente en los trabajos de estos días.
JUAN JOSÉ OMELLA OMELLA
Cardenal-Arzobispo de Barcelona Presidente de la Conferencia Episcopal Española
(1) Deus caritas est, 1.
(2) Me ha impresionado el testimonio de algunos que vienen de una educación donde la fe cristiana ha estado totalmente ausente. Sus padres, a pesar de estar bautizados, optaron en su momento por no educarlos en la fe. Estos hijos son los que ahora han experimentado el anhelo de Dios en el corazón y son los que rea- vivan la fe de sus padres. Por ejemplo, me ha impactado leer el testimonio de un catecúmeno que decía: «Yo no creía en Dios, pero me sentí tan desbordado, tan débil, que me puse a orar… y percibí que el Señor me escuchaba… a la tercera vez que esto me pasó, vi que tenía que hacer un gesto hacia Dios y pensé que quizá debía bautizarme».
(3) Si la resurrección tuviera un precio, los seres humanos más ricos pagarían millones de euros. Pero es gratis, solo requiere nuestra respuesta de amor a Dios y a los hermanos. Sin embargo, seguimos invirtiendo miles de millones de euros en modelos transhumanistas que alarguen nuestra vida unas décadas, y cerramos la mente y los oídos a una vida eterna gozosa sin límites físicos ni psicológicos.
(4) Conviene recordar lo que con sabiduría nos decía el Concilio Vaticano II: «La comunidad cristiana está integrada por hombres y mujeres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos» (Gaudium et spes, 1).
(5) https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2023/documents/ 20230111-udienza-generale.html.
(6) Evangelii gaudium, 27.
(7) Se pueden descargar de la web http://cuadernosdelconcilio.com/, creada por la CEE.
(8) Y prueba de ello son la promulgación por parte del papa Francisco del motu proprio Spiritus Domini (10-1-2021) sobre el acceso de las mujeres a los ministerios instituidos del lectorado y del acolitado, y del motu proprio Antiquum ministerium (10-6-2021), por la que se instituye el ministerio de los catequistas. En este sentido, los obispos de la CEE hemos publicado las Orientaciones para la institución de los ministerios laicales de lector, acólito y catequista, «ad experimentum» por cinco años, aprobadas por la CXX Asamblea Plenaria celebrada en Madrid del 21 al 25 de noviembre de 2022.
(9) Evangelii gaudium, 102.
(10) Christifideles laici, 15.
(11) Dicho documento fue aprobado en la Asamblea Plenaria de la CEE del pasado mes de noviembre de 2022. Se puede acceder al documento en https://www.confe- renciaepiscopal.es/wp-content/uploads/2023/01/El-Dios-fiel-mantiene-su-aliaza.pdf.
(12) Lumen gentium, 31.
(13) En Fratelli tutti, el papa Francisco pone de manifiesto que la familia cumple una gran misión para la sociedad. Su primera misión es el amor dado entre las personas que la forman. Desde ese amor se proyectan todos los bienes que ofrece para hacer de toda la humanidad también una comunidad en la que todos vivamos como hermanos.
Saludo íntegro del nuncio Mons. Bernardito C. Auza
Emmo. Señor Cardenal Presidente,
Emmos. señores Cardenales,
Excmos. señores Arzobispos y Obispos,
Hermanos y hermanas:
Agradezco al Eminentísimo señor Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española la invitación que me ha dirigido para estar presente en esta sesión inaugural de la ciento veintiuna Asamblea Plenaria. Es una expresión de la comunión del episcopado español con el Santo Padre. En su nombre les transmito a todos ustedes su afectuoso saludo y su bendición.
En el tiempo trascurrido desde la última Asamblea, el fallecimiento de Su Santidad el Papa Benedicto XVI, emérito, y el décimo aniversario del Pontificado de Su Santidad Francisco, han sido los acontecimientos eclesiales más salientes. El deceso de Benedicto XVI, ocurrido el 31 de diciembre pasado, ha llegado al corazón de los fieles de muy diversos estados y condiciones. De todas partes han manifestado su afecto con agradecimiento por el luminoso pontificado. Su Sucesor, el Papa Francisco lo expresó también del mismo modo: “Sentimos con el corazón mucha gratitud: gratitud a Dios por haberlo donado a la Iglesia y al mundo…Solo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”. Gracias por las manifestaciones que, cada uno de los miembros de este episcopado, ha hecho llegar al Papa a través de la Nunciatura Apostólica. La Iglesia en España fue edificada por el testimonio de la presencia de Benedicto XVI, en dos ocasiones, que a muchos sirvieron de fuerte apoyo en su vida y compromiso cristiano, de revitalización de la fe y el encuentro con Cristo por parte de muchos jóvenes.
Asimismo, expreso muy viva gratitud por las manifestaciones de felicitación por el décimo aniversario del Pontificado de Su Santidad Francisco que se cumplía el pasado 13 de marzo. Han sido realizaciones de encuentros para la profundización en su magisterio que imprime una dinámica rica en multitud de aspectos, en particular, tema que también considerará esta Asamblea, la de la profundización en la “sinodalidad” que, como dará a ver S.E. Mons. Vicente Jiménez Zamora, trata de crecer en la conciencia eclesial de que todo el Pueblo de Dios es el que evangeliza, caminando juntos en el ejercicio de los propios carismas, para realizar la misión común de evangelización, mirando la mayor gloria de Dios y el bien de toda la Iglesia y de toda la sociedad.
Esta Asamblea se reúne apenas terminada la Octava de la Pascua. Mi felicitación fraterna a todos ustedes en el gozo de Cristo resucitado. De Él recibimos, como Colegio Episcopal Sucesor del Colegio Apostólico, el envío a “proclamar el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), sentido pues de esta periódica reunión para juntos llevar su presencia viva y su luz a todos los aspectos de la Misión. Todos sabemos que el Colegio de los Obispos es, “junto con su Cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta cabeza…sujeto de la suprema y plena potestad sobre la Iglesia Universal” (LG n.22).
Continuando con la sinodalidad, cabe recordar, desde esta tónica, que el Obispo participa en el proceso sinodal en cuanto que inicia, guía y concluye la consulta a los fieles confiados, y realiza el discernimiento junto a sus hermanos coepíscopos entre otras, en las Conferencia Episcopales. Pero es siempre prerrogativa del Papa convocar, presidir y confirmar las Asambleas sinodales dado que él es “principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispo como de la multitud de los fieles” (LG n. 23).
El programa de la presente Asamblea recoge aspectos significativos de la vida de fe y del compromiso de la Iglesia en España en el contexto de la vida de la sociedad de hoy. Por lo que se refiere a las informaciones que espera esta Asamblea desde las diversas Comisiones y Subcomisiones episcopales, permítanme señalar la importancia de la devoción popular. En los dos últimos años, años post-restricciones por el covid, he participado del ambiente de la Semana Santa en la calle, en Madrid, en Andalucía y en Murcia. Las imágenes sagradas, tan queridas por los fieles y cuidadas por las diversas cofradías, han vuelto de nuevo a centrarnos a todos en lo esencial del anuncio del Evangelio: “Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación” (Rom 4,25).
Se trata de una valiosa catequesis kerigmática por las calles, enriquecida por la expresiva belleza de las imagines sagradas. La piedad religiosa, como nos recuerda el Magisterio, constituye un patrimonio vivo de la fe, una teología popular que nos lleva a todos, también a los indiferentes, a una realidad que simultáneamente nos supera y llena nuestros corazones. Acompañadas de una profundización doctrinal, del fomento de la comunión eclesial y del comprometido ejercicio de obras de caridad y solidaridad, las devociones de piedad de nuestros pueblos son un vehículo privilegiado de la misión evangelizadora, y por eso merece todo aliento y valoración.
También en nombre de los dos Visitadores Apostólicos a los Seminarios en España, Mons. Arturo Fajardo, Obispo de Salto y Presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, y Mons. Milton Tróccoli, Obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas, agradezco a todos ustedes por la cálida acogida y abierta disposición y espíritu de colaboración. Considerando el número de nuestros Seminarios, la Visita ha sido larga e intensa. Al inicio y en la conclusión, he tenido ocasión de reunirme con los Visitadores Apostólicos, y me han llegado comentarios de parte de Obispos y Rectores sobre la Visita Apostólica. Creo poder sintetizar todo afirmando que la grandísima mayoría, si no todos, me han expresado profundo aprecio por la simpatía y la bondad de los dos Visitadores Apostólicos.
Asimismo, aliento los importantes trabajos realizados conducentes a la redacción de la Instrucción de la Conferencia Episcopal Española sobre los Abusos sexuales de menores y personas vulnerables, que será votada en esta Asamblea. El documento será de enorme ayuda a las Diócesis y a los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en la lucha contra un crimen tan abominable, y en dar la solución más justa posible a los casos existentes. Será también una nueva prueba de la determinación de toda la Iglesia en España en este campo tan doloroso, y que podría servir a otras instituciones en su propia lucha contra los abusos sexuales de menores y personas vulnerables.
Mirando los aspectos a tratar por esta Asamblea y que inciden con la sociedad, he de destacar y alentar los impulsos de este episcopado por el empeño en desarrollar los criterios fundamentales de la educación en la enseñanza escolar, la cual colabora con los padres. Esto no puede olvidarse por bien de la misma sociedad, ya que, como bien ha subrayado el Sr. Cardenal presidente, y es un hecho, la familia es la fuente de cohesión social y de vida. Es inútil negar este hecho tan positivo.
Asimismo, son de alabar las posibilidades que puedan aportarse desde la pastoral del Mar, que atiende a los sufridos pescadores curtidos por la aspereza y a veces la tragedia, y son dignos de apoyo y atención en cuanto esté de la mano.
Como ejes también de la evangelización que dilata el corazón a proteger la dignidad de toda persona humana, me congratula observar la consideración que pondrán en esta reunión, al proyecto sobre el estado de los corredores de hospitalidad y las iniciativas al socorro de los migrantes y refugiados, que están muy en el centro de la solicitud del Santo Padre.
Para concluir, en nombre de la Santa Sede quisiera agradecer a todos los que han trabajado para alcanzar la revisión del Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado español sobre asuntos económicos, del 3 de enero de 1979. Como ustedes saben bien, el miércoles día 29 de marzo tuvo lugar el canje de Notas entre la Santa Sede y el Gobierno de España, con las cuales la Santa Sede renuncia a las exenciones del Impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras (ICIO), y a las exenciones por contribuciones especiales, en el marco del principio compartido por el Estado y la Iglesia Católica en esta cuestión como es el de mantener el principio de igualdad respecto de los beneficios fiscales reconocidos a las entidades sin ánimo de lucro privadas, según el régimen fiscal previsto en la ley de mecenazgo.
Encomiendo a la Virgen María los trabajos de la Asamblea que hoy comienza, para afianzar una Iglesia siempre más evangelizada y evangelizadora.
Muchas gracias.
17/04/2023