
El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Card. Juan José Omella, ha inaugurado el lunes 21 de noviembre la 120º Asamblea Plenaria. Sus primeras palabras han sido para agradecer el trabajo de Mons. Luis Argüello en sus cuatro años de secretario general de la CEE “con denuedo y lealtad a la Iglesia que peregrina en España. Gracias, don Luis, por tu entrega, por tu buen hacer, por tu talante, por tu ayuda, por tu actitud de escucha y tu bondad”.
Discurso cardenal Juan José Omella
Saludo de Mons. Bernardito C. Auza
Su discurso ha tenido tres partes:
- Un tiempo que exige grandes consensos: una llamada a la unión y la fraternidad para buscar el bien común en una situación de cambios e inestabilidad social y económica.
- Algunos retos urgentes: el valor de la familia; acompañar y apoyar con acciones al que sufre; cuidar y fortalecer a los niños, adolescentes y jóvenes. En este último punto, ha valorado la nueva ley del aborto y la denominada “Ley Trans”.
- Aportación de la Iglesia: En la tercera parte ha hecho una llamada a toda la Iglesia a hacer su aportación en este tiempo y en estas circunstancias.
Un tiempo que exige grandes consensos
¿Qué tiempos han sido verdaderamente fáciles? Somos llamados a amar el tiempo, el lugar y la realidad que nos toca vivir. Con este interrogante y su respuesta, el cardenal Omella ha comenzado su discurso con una llamada: no dejarse abatir en esta “época difícil para nuestra Iglesia” porque “los nuevos desafíos pueden ser oportunidades de crecimiento, si los afrontamos con la pasión del que ha sido llamado para ser luz en medio de sombras”.
El presidente de la CEE entiende que “las consecuencias de la pandemia, las guerras y la inestabilidad social, económica y política nos ofrecen un panorama sombrío” en el que muchas familias sufren “la angustia de no poder llegar a fin de mes, ni cubrir sus necesidades básicas”. Ante esto, “la crispación política no ayuda a resolver los problemas ni a ofrecer serenidad a la ciudadanía” por eso invita a “hallar la confianza necesaria y el empuje anímico para salir de esta situación”. A la vez que agradece el esfuerzo de los que “trabajan intensamente para promover el empleo, sostener la economía y hacer real la solidaridad con los más necesitados”.
La gran familia de la Iglesia –ha destacado- no es ajena a este sufrimiento: “Queremos mirar el mundo desde los ojos del que sufre, del que se queda al margen, del que experimenta la soledad, del que no llega a final de mes, del que no puede recibir la asistencia que necesita, del que padece alguna enfermedad… Queremos, en definitiva, mirar con los ojos de Jesús, seguir sirviendo con alegría al que lo necesita y compartir la esperanza que Cristo nos da”. Y ha adelantado que, en esta Plenaria, “vamos a compartir en fraternidad todos estos retos que nos plantea la realidad presente y, sobre todo, vamos a invocar al Espíritu Santo para que nos ayude a ofrecer luz y esperanza a este mundo del que formamos parte”.
Una fraternidad “tan necesaria en situaciones de dificultad” que también ha pedido para superar los intereses particulares, pues ha lamentado que “las respuestas políticas se atascan y no fluyen para encontrar soluciones a los graves problemas sociales. No hay una voluntad de trabajo en común, a pesar de la insistencia en que el primer paso es la cooperación”. No obstante, ha agradecido “la labor de los políticos que trabajan por el bien común. “Es la hora –ha puntualizado- de los hombres y mujeres de Estado que miran a largo plazo, de los que se atreven a tomar decisiones importantes para asegurar el bien y la prosperidad para las próximas generaciones y no el rédito partidista inmediato”.
Cooperación de la Iglesia para afrontar retos urgentes
En esa apuesta por el trabajo común, ha ofrecido la cooperación de la Iglesia para afrontar retos urgentes desde la conciencia de que, si “los abordamos unidos, evitaremos ineficacias, ineficiencias, duplicidades, mal uso de recursos, y, sobre todo, reduciremos el número de hermanos y hermanas más vulnerables y afectados”.
La necesidad de políticas que apuesten por la familia ha sido el primer reto que ha planteado. Pues la familia “hizo de contrapeso en la crisis financiera del 2008” y ahora “mantiene una cierta paz social” cuando “más de 13,1 millones de personas estén en riesgo de pobreza o exclusión”. Sin embargo, “a menudo nuestros dirigentes siguen sin atender sus necesidades y sin potenciar ni agradecer su valor para el bien de la sociedad”.
Ha llamado la atención sobre el problema de la vivienda y la “ineficacia en la promoción activa de la conciliación laboral” que “dificulta la atención y la educación de los hijos y la ilusión de hacer crecer la familia”. También ha señalado que la falta de una política activa de vivienda y la precariedad laboral ralentiza que los jóvenes pueden formar una familia, lo que está provocando “el invierno demográfico en España”. Para lo que ha propuesto “políticas de acogida ordenada de inmigrantes para que puedan integrarse dignamente en nuestra sociedad”.
El cardenal Omella ha pedido no olvidar “la belleza de la familia como primera institución humana. Una familia con hijos da sentido a la vida de los esposos. Viven el asombro de ser co-creadores de vidas nuevas y artífices de una comunidad familiar, que es protección en nuestra ancianidad”.
Otro reto es el cuidado. Lo ha avalado con datos: solo en Cáritas en 2021 se acompañó a más de 2,6 millones de personas, alcanzando la cifra récord de 403 millones de euros en proyectos sociales. Por eso ha lamentado que los trámites para pedir ayudas se demoren y ha solicitado al Estado que agilice los procesos para que “la lenta y complicada burocracia” no añada sufrimiento. También ha apuntado el déficit de cuidados paliativos y los altos índices de mayores de 65 años que viven solos.
“Una sociedad que no cuida a los más frágiles – ha afirmado- es una sociedad que está en vías de extinción. Ha llegado el momento de acordar un gran pacto de rentas que permita a las familias superar con cierta dignidad este tiempo de travesía por el desierto. La crisis reclama acuerdos efectivos de los grandes partidos y de los agentes sociales para combatir la pobreza, para preservar y generar nuevos empleos y para garantizar la viabilidad de nuestro sistema de bienestar”. Desde nuestra responsabilidad como Iglesia, “invitamos a los políticos y a los agentes sociales a superar juntos las dificultades del momento presente. Nunca es tarde para tejer de nuevo los mimbres de lo que el papa Francisco ha denominado «amistad social»”.
La nueva ley del aborto y la denominada “Ley Trans”
También ha tenido presentes las necesidades de la infancia, adolescencia y juventud que “muestra síntomas de sufrimiento” a causa de “la inestabilidad familiar y la crisis de identidad provocada por las ideologías de género” y que “frágiles y vulnerables, necesitan seguridad y unos valores estables”.
Las iniciativas legislativas que se han puesto en marcha en los últimos meses, ha resaltado, “no ayudan a educar a los adolescentes y jóvenes en la belleza y en el sentido de la sexualidad” y “no potencian la responsabilidad de sus actos ni la valoración madura y sosegada sobre las consecuencias”. En este contexto, ha recordado la nota de la Subcomisión de Familia y Vida «A favor de la dignidad e igualdad de toda vida humana».
En el nuevo Proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, ha lamentado, “se refuerza el derecho del fuerte sobre el débil, cerrando los ojos a todos los avances de la ciencia que documentan que, en el seno de una mujer embarazada, existe una nueva vida distinta de la suya, que es preciso cuidar, acoger y defender”.
El cardenal Omella se ha unido al reclamo de millones de creyentes y no creyentes que exigen a las Administraciones Públicas un trato positivo a favor del no nacido y de su madre. Un trato, ha detallado, que debe concretarse en informar ampliamente a la mujer que acude a un centro sanitario ante un embarazo no deseado sobre las consecuencias de su decisión; sobre las ayudas que recibiría si siguiera adelante con el embarazo; y sobre las instituciones públicas y privadas que acompañan a las mujeres en este momento importante de sus vidas. Y ha reclamado como “imprescindible una previsión presupuestaria de rentas mensuales para las mujeres con un embarazo no deseado con el fin de poder llevar a cabo la crianza de sus hijos. Todos contribuimos igualmente con nuestros impuestos y, por ello, exigimos que el Estado ofrezca una cobertura social activa de la vida”.
Ha lamentado que en medio de la crisis económica y social que estamos viviendo, “se intentan sacar adelante por la vía rápida una serie de leyes de profundo calado ideológico, sin ser debatidas con sosiego, sin escuchar el parecer de las diferentes instancias científicas y éticas de nuestra sociedad. Tanto la nueva ley del aborto como la denominada “Ley Trans” inciden y afectan a los niños, adolescentes y jóvenes, que están en un proceso vital de madurez”. Además, ha señalado que “la llamada autodeterminación de género, auténtica piedra angular de esta norma, no tiene fundamento médico ni científico, y supone transformar en ley el mero deseo de personas, en muchos casos jóvenes en proceso de madurez, que pueden ver comprometido seriamente su futuro con actuaciones para las que ya no existe vuelta atrás”.
El cardenal Omella ha propuesto “acompañar, y mucho, al niño, adolescente y joven que sufre una crisis de identidad. La Iglesia quiere ser también un hogar para las personas que experimentan estos problemas, y sabemos que para ello es necesaria, una vez más, una conversión pastoral en la que nos encontramos inmersos”.
La aportación de la Iglesia a la situación actual
El presidente de la CEE, en la tercera parte del discurso, ha señalado que la Iglesia anuncia la esperanza que el mundo necesita: “la esperanza «que no defrauda» nace de un encuentro con Jesucristo”. Para hacer presente esta esperanza “en el mundo en que vivimos” se ha detenido en dos de las muchas iniciativas de la Iglesia que están ayudando a creer que “otro mundo es posible”: La Mesa del Mundo rural, del departamento de Migraciones, y el evento «Economía de Francisco». “El mundo no se cambia en un día, ha puntualizado, pero el Papa nos está enseñando que, para llevar a cabo su transformación, es necesario iniciar procesos en los que participen el mayor número de actores implicados”.
En este punto, ha destacado que “las nuevas iniciativas de evangelización, promovidas por los laicos en comunión con sus pastores, están ayudando a redescubrir lo que les es propio y a incrementar la acción coordinada y sinodal entre todos”.
También ha valorado el intenso trabajo en las diócesis en la 1ª fase del Sínodo y la notable participación de todas las realidades eclesiales de donde han surgido interesantes propuestas y reflexiones incorporadas al documento final. Y ha recordado, con palabras del Papa, que el Sínodo busca “revitalizar a la propia Iglesia, fortaleciéndola en su comunión y dinamizándola para la misión” más “que posicionamientos ideológicos o doctrinales”. Es un cambio que pretende “recuperar el primado de la evangelización”.
En referencia al 60º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, ha traído a su discurso la “importe homilía” del Papa que advierte “ante dos actitudes de mundanidad que se pueden dar en el seno de la Iglesia y que no son expresiones de amor, sino de infidelidad: el progresismo que se adapta al mundo y el tradicionalismo o involucionismo que añora un mundo pasado”. Siguiendo con las palabras del Pontífice, ha pedido volver “a la pasión con la que se vivió ese acontecimiento del Espíritu” siendo conscientes de que la Iglesia celebró el Concilio “para darse”.
También se han cumplido 40 años de la primera visita del papa san Juan Pablo II a España. Y el presidente de la CEE ha recordado “sus palabras siempre alentadoras: «Vigorizad, pues, vuestra fe, revividla si es débil, ¡abrid las puertas a Cristo! Abrid vuestros corazones a Cristo, acogedlo como compañero y guía de vuestro camino». Hoy, invitamos nuevamente a todos los fieles católicos a renovar su compromiso con Cristo en la misión de ir y anunciar el Evangelio por el mundo entero”. Al hilo de este mensaje, ha recurrido al Evangelio para señalar que Jesús a sus discípulos “no les pide una buena estrategia organizativa, sino confiar en él, potenciar la fe”.
El cardenal Omella ha cerrado su discurso hablando “con especial gratitud” de la Peregrinación Europea de Jóvenes a Santiago de Compostela a primeros de agosto. Ha destacado el “espléndido ejemplo cívico” de los jóvenes que “nos recordaron a todos que somos peregrinos y que Europa se construyó peregrinando. Caminaron llevando la bandera de la paz, tan necesaria en este momento histórico, y siendo testigos de que el Evangelio es la fuente de la esperanza en medio de una humanidad herida por la pandemia y por la guerra. Ojalá que los países en guerra encuentren pronto la paz, especialmente, en Ucrania. Seamos todos constructores de paz”. La próxima cita será la Jornada Mundial de la Juventud de agosto en Lisboa. “Estamos ya preparando las mochilas para vivir este gran encuentro de esperanza con los jóvenes que siguen ilusionados por Cristo”.
Discurso íntegro cardenal Juan José Omella

Saludo inicial
Queridos cardenales, arzobispos, obispos, administradores diocesanos, querido Sr. Nuncio de Su Santidad en España, personal de la casa de la Iglesia, periodistas, amigos y amigas que estáis escuchando o leyendo este mensaje.
Inicio estas palabras con un especial saludo a los hermanos obispos que participan por primera vez en esta Asamblea. También manifestamos nuestro cariño y agradecimiento a quienes han pasado a ser eméritos. Y oramos, llenos de gratitud, por quienes han sido llamados a la casa del Padre.
Mons. D. Luis Javier Argüello deja el cargo de secretario general y portavoz de esta Conferencia Episcopal, tras haber sido nombrado arzobispo de Valladolid. Agradecemos sus servicios prestados con denuedo y lealtad a la Iglesia que peregrina en España.
Gracias, don Luis, por tu entrega, por tu buen hacer, por tu talante, por tu ayuda, por tu actitud de escucha y tu bondad. Que Dios te bendiga, te guarde siempre en su paz y te ayude a ser un buen pastor de la Iglesia particular que te ha sido encomendada.
En estos días, elegiremos a un nuevo secretario general. A todos nos toca orar intensamente para que el Señor nos ilumine en esta decisión.
1. Un tiempo que exige grandes consensos
Ninguno de los que estamos aquí somos ajenos al hecho de que vivimos una época difícil para nuestra Iglesia. Pero ¿ qué tiempos han sido verdaderamente fáciles? Somos llamados a amar el tiempo, el lugar y la realidad que nos toca vivir.
Aunque ahora no alcancemos a ver todas las consecuencias de lo que estamos viviendo, esta situación es una oportunidad de profundizar en la fe, de mejorar nuestra vida cristiana, de ir a lo esencial… No nos dejemos abatir, porque los nuevos desafíos pueden ser oportunidades de crecimiento, si los afrontamos con la pasión del que ha sido llamado para ser luz en medio de sombras.
Se ha repetido muchas veces que «el miedo paraliza y la confianza multiplica las energías» y nos hace capaces de buscar juntos respuestas concretas para nuestro tiempo y para más allá. Y, sin duda, esto es lo que suscita el Espíritu.
En este sentido, el papa Francisco nos advierte una y otra vez frente a la tentación de «afrontar el futuro mirando al pasado». Pero existe un riesgo todavía más peligroso: que, condicionados por la realidad negativa, por este clima adverso, reaccionemos espontáneamente con una actitud de autodefensa, sin detenernos con fe, con calma, con sensatez evangélica, a discernir qué es lo que en estos momentos los seguidores de Jesús deberíamos hacer.
1.1. Atender y escuchar en un mundo que sufre
Las consecuencias de la pandemia, las guerras y la inestabilidad social, económica y política nos ofrecen un panorama sombrío a primera vista. La economía no crece como antes, los precios suben y la capacidad adquisitiva de millones de personas se ha visto muy mermada. Muchas familias ven cómo sus salarios o prestaciones sociales son insuficientes, o, incluso, carecen de ellas, y sufren la angustia de no poder llegar a fin de mes, ni cubrir sus necesidades básicas.
Ante esto, la crispación política no ayuda a resolver los problemas ni a ofrecer serenidad a la ciudadanía. Necesitamos pues hallar la confianza necesaria y el empuje anímico para salir de esta situación.
Sin embargo, al mismo tiempo, agradecemos de corazón el esfuerzo continuo de profesionales, empresarios, organizaciones civiles y multitud de personas sencillas que trabajan intensamente para promover el empleo, sostener la economía y hacer real la solidaridad con los más necesitados.
1.2. Una madre que acompaña en la incertidumbre
La gran familia de la Iglesia no es ajena a este sufrimiento, no solo lo comparte, sino que muchos de sus hijos e hijas lo están padeciendo en su propia carne. Porque siempre —pero en estas circunstancias aún más— la Iglesia está llamada a ser madre. Sí, una madre que acoge, escucha, acompaña con ternura y fortalece para poder volver al mundo a servir y amar con alegría y esperanza.
Queremos mirar el mundo desde los ojos del que sufre, del que se queda al margen, del que experimenta la soledad, del que no llega a final de mes, del que no puede recibir la asistencia que necesita, del que padece alguna enfermedad… Queremos, en definitiva, mirar con los ojos de Jesús, seguir sirviendo con alegría al que lo necesita y compartir la esperanza que Cristo nos da.
Los obispos venimos a este encuentro, a esta Asamblea Plenaria, representando a cada una de las Iglesias locales que peregrinan en España. Vamos a compartir en fraternidad todos estos retos que nos plantea la realidad presente y, sobre todo, vamos a invocar al Espíritu Santo para que nos ayude a ofrecer luz y esperanza a este mundo del que formamos parte.
1.3. Un grito profundo a la acción en comunión
Observamos que las respuestas políticas se atascan y no fluyen para encontrar soluciones a los graves problemas sociales. No hay una voluntad de trabajo en común, a pesar de la insistencia en que el primer paso es la cooperación.
Aquella torpe estrategia del «divide y vencerás» puede beneficiar los intereses particulares de algunos, pero debe ser siempre superada en todos los ámbitos en favor de esa fraternidad tan necesaria en situaciones de dificultad. Sin embargo, hoy también queremos aprovechar la ocasión para agradecer de corazón la labor de los políticos de cualquier signo que trabajan por el bien común.
Permitidme recordar en este sentido las «bienaventuranzas del político» que proponía el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyen Van Thuan.
- Bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su misión.
- Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
- Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
- Bienaventurado el político que se mantiene fielmente coherente.
- Bienaventurado el político que promueve la unidad y la defiende.
- Bienaventurado el político que está radicalmente comprometido con la justicia.
- Bienaventurado el político que sabe escuchar.
- Bienaventurado el político que no tiene miedo a los votos y sirve siempre al bien común.
Es la hora de los hombres y mujeres de Estado que miran a largo plazo, de los que se atreven a tomar decisiones importantes para asegurar el bien y la prosperidad para las próximas generaciones y no el rédito partidista inmediato.
Tomemos conciencia de la brevedad y fragilidad de la vida, démonos cuenta de que, por mucho poder o bienes materiales que acumulemos, no nos vamos a llevar nada al otro mundo. Como nos invitaba san Ignacio de Loyola, miremos nuestra propia muerte para decidir cómo queremos ser recordados.
Elevemos a Dios nuestra oración para que, a través de sus mediaciones, intervenga de la manera conveniente mostrándonos el camino a seguir.
2. Algunos retos urgentes
A continuación, queremos poner sobre la mesa algunos retos urgentes en los que la Iglesia, desde el ámbito que le corresponde, quiere cooperar activa e intensamente con las administraciones públicas, los agentes sociales y la sociedad civil en su conjunto. Desde la conciencia de que, si estos retos urgentes los abordamos unidos, evitaremos ineficacias, ineficiencias, duplicidades, mal uso de recursos, y, sobre todo, reduciremos el número de hermanos y hermanas más vulnerables y afectados.
2.1. Recuperar el valor y la belleza de la familia
La precariedad y la incertidumbre están provocando que más de 13,1 millones de personas estén en riesgo de pobreza o exclusión en España. Y si, a pesar de esta situación, se mantiene una cierta paz social es gracias a la familia que ya hizo de contrapeso en la crisis financiera del 2008 y ahora trata de hacer lo mismo. ¡Cuántos abuelos jubilados tienen que ayudar con su tiempo y sus pensiones a sus hijos y nietos! ¡Cuántos de ellos tienen que llegar al punto de acogerlos en casa!
La familia es una gran fuente de estabilidad social. Pero, a menudo, nuestros dirigentes siguen sin atender las necesidades de las familias y sin potenciar ni agradecer su valor para el bien de la sociedad.
Los precios del alquiler registran máximos históricos en todas las ciudades. Hemos llegado al punto de que cuatro de cada diez inquilinos —7,4 millones de personas en España— destinan más del 40% de su sueldo al arrendamiento; es decir, están sobreendeudados, según Eurostat. España es el cuarto país de la UE con más arrendatarios en situación financiera más comprometida. ¿No es el tema de la vivienda uno de los verdaderos problemas sociales que debe ser abordado?
Debido a la precariedad laboral y a la falta de una política activa de vivienda, los jóvenes no pueden formar una familia. A consecuencia de ello crece el invierno demográfico en España, donde el año pasado vinieron al mundo 336.247 niños, cuando en 2008, en plena crisis financiera, nacieron 519.779 bebés.
Además, la continua ineficacia en la promoción activa de la conciliación laboral de hombres y, especialmente, de mujeres, dificulta la atención y la educación de los hijos y la ilusión de hacer crecer la familia. Se necesitan políticas que apuesten por la familia.
Por otro lado, para paliar estos años de invierno demográfico, serán imprescindibles unas políticas de acogida ordenada de inmigrantes para que puedan integrarse dignamente en nuestra sociedad. Este déficit de nacimientos puede ser una oportunidad para poder acoger a hermanos y hermanas de otros países que quieran venir a España. Los necesitamos, pero es necesario planificarlo correctamente para protegerlos de los abusos y de la impiedad de las mafias.
Nunca olvidemos la belleza de la familia como primera institución humana. Una familia con hijos da sentido a la vida de los esposos. Viven el asombro de ser co-creadores de vidas nuevas y artífices de una comunidad familiar, que es protección en nuestra ancianidad. No nos conformemos «con sucedáneos mediocres como centrar nuestra vida solo en los negocios, el coche, los viajes, la custodia celosa del tiempo libre…» (1). ¡Qué dura es la vejez para quien no ha vivido amando!
2.2. Acompañar y apoyar con acciones al que sufre
Cáritas acompañó a más de 2,6 millones de personas durante el año 2021, alcanzando la cifra récord de 403 millones de euros en proyectos sociales. Y Cáritas es solo una de las miles de instituciones católicas al servicio de los que más sufren.
No podemos dejar el drama del paro, la precariedad laboral y la creciente pobreza exclusivamente bajo el amparo de las familias y de las iniciativas civiles y eclesiales.
Tampoco podemos permitir que las políticas sociales, para atender debidamente a las personas dependientes o en situaciones de necesidad, se queden en discursos de buenas intenciones y no se ejecuten proyectos concretos. Los procesos y trámites de las peticiones de ayuda se demoran y eternizan; incluso a veces los solicitantes ya no pueden beneficiarse de ellas ya que la hora de la muerte se adelantó a la hora de la ayuda. El Estado debería ser capaz de agilizar los trámites. La lenta y complicada burocracia no hace más que añadir sufrimiento.
A principios de 2022, según los últimos datos publicados por el Observatorio de la Dependencia en España, 317.942 personas se encontraban en las listas pendientes de valoración o de recibir la prestación o servicio al que tienen derecho. Y lo que es aún más grave, a lo largo de 2021 fallecieron 46.300 personas en las listas de espera sin haber recibido ninguna atención.
Permítannos poner sobre la mesa otra cifra muy grave. Según las estimaciones recogidas en la Estrategia de Cuidados Paliativos del Sistema Nacional de Salud (SNS), más de 80.000 personas fallecen cada año en nuestro país sin recibir la atención paliativa que precisan. España, tristemente, sigue a la cola europea en el acceso a los cuidados paliativos.
No podemos dejar de hablar de la soledad no deseada. España ha rebasado el umbral de los dos millones de mayores de 65 años que viven solos. De ellos, más de 850.000 tienen 80 o más años y la gran mayoría son mujeres: 662.000.
Una sociedad que no cuida a los más frágiles es una sociedad que está en vías de extinción. Ha llegado el momento de acordar un gran pacto de rentas que permita a las familias superar con cierta dignidad este tiempo de travesía por el desierto. La crisis reclama acuerdos efectivos de los grandes partidos y de los agentes sociales para combatir la pobreza, para preservar y generar nuevos empleos y para garantizar la viabilidad de nuestro sistema de bienestar. Tenemos referentes a los que mirar (2).
Desde nuestra responsabilidad como Iglesia, invitamos a los políticos y a los agentes sociales a superar juntos las dificultades del momento presente. Nunca es tarde para tejer de nuevo los mimbres de lo que el papa Francisco ha denominado «amistad social».
2.3. Cuidar y fortalecer a los niños, adolescentes y jóvenes
La infancia, adolescencia y juventud muestra síntomas de sufrimiento. Hay causas reconocibles: la inestabilidad familiar y la crisis de identidad provocada por las ideologías de género. Frágiles (3) y vulnerables (4), necesitan seguridad y unos valores estables.
En los últimos meses, se han puesto en marcha varias iniciativas legislativas que no ayudan a educar a los adolescentes y jóvenes en la belleza y en el sentido de la sexualidad y que, además, no potencian la responsabilidad de sus actos ni la valoración madura y sosegada sobre las consecuencias.
¿Por qué estas prisas? ¿Por qué este intervencionismo estatal? En este contexto, la Subcomisión de Familia y Vida de la CEE ha publicado una nota «A favor de la dignidad e igualdad de toda vida humana».
En el nuevo Proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, se refuerza el derecho del fuerte sobre el débil, cerrando los ojos a todos los avances de la ciencia que documentan que, en el seno de una mujer embarazada, existe una nueva vida distinta de la suya, que es preciso cuidar, acoger y defender.
Son millones los creyentes cristianos y de otras religiones, pero también los no creyentes que defienden la vida, que exigen a las Administraciones Públicas un trato positivo a favor del no nacido y de su madre. Dicho trato positivo debe, por un lado, concretarse en informar ampliamente a la mujer que acude a un centro sanitario ante un embarazo no deseado sobre las consecuencias de su decisión, sobre las ayudas que recibiría si siguiera adelante con el embarazo. Convendría también informarle sobre las instituciones públicas y privadas que acompañan a las mujeres en este momento importante de sus vidas. Asimismo, para garantizar la libre decisión de la mujer es imprescindible una previsión presupuestaria de rentas mensuales para las mujeres con un embarazo no deseado con el fin de poder llevar a cabo la crianza de sus hijos. Todos contribuimos igualmente con nuestros impuestos y, por ello, exigimos que el Estado ofrezca una cobertura social activa de la vida.
En este difícil contexto, en medio de la crisis económica y social que estamos viviendo, se intentan sacar adelante por la vía rápida una serie de leyes de profundo calado ideológico, sin ser debatidas con sosiego, sin escuchar el parecer de las diferentes instancias científicas y éticas de nuestra sociedad. Tanto la nueva ley del aborto como la denominada “Ley Trans” inciden y afectan a los niños, adolescentes y jóvenes, que están en un proceso vital de madurez.
Así, la llamada autodeterminación de género, auténtica piedra angular de esta norma, no tiene fundamento médico ni científico, y supone transformar en ley el mero deseo de personas, en muchos casos jóvenes en proceso de madurez, que pueden ver comprometido seriamente su futuro con actuaciones para las que ya no existe vuelta atrás (5).
Hemos de acompañar, y mucho, al niño, adolescente y joven que sufre una crisis de identidad. La Iglesia quiere ser también un hogar para las personas que experimentan estos problemas, y sabemos que para ello es necesaria, una vez más, una conversión pastoral en la que nos encontramos inmersos.
3. Aportación de la Iglesia
3.1. Anunciar la esperanza que el mundo necesita
Hoy más que nunca cobra sentido el Evangelio, la Buena Noticia que nos ha regalado Jesucristo, voz y rostro de Dios. Jesucristo nos ofrece la esperanza que movió su existencia entre nosotros. ¿Cuál es el contenido de esta esperanza? Encontramos una bella respuesta en la primera carta de san Juan: «Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Dios porque lo veremos tal cual es» (1 Jn 3, 2).
Vivir con esperanza es caminar hacia la felicidad plena que no tenemos aquí, pero que tendremos allí, en el cielo. La esperanza fundante no la podemos poner en las cosas y en las personas que, a veces, nos cansan, nos decepcionan o se van. La esperanza «que no defrauda» nace de un encuentro con Jesucristo, crece en la medida que confiamos en él y acogemos en nuestras vidas la promesa que nos ha hecho: la muerte, el sufrimiento, la fractura humana y social no tienen la última palabra. El Amor y la Vida, en mayúsculas, triunfarán.
Aquí estamos de paso y caminamos hacia una existencia inimaginable. Ya el bebé, dentro del seno de su madre, no puede ni imaginar todo lo que le espera al nacer. Jesús, con su resurrección, ya nos ha anticipado lo que nos espera. Nos anima a acoger su invitación, desea que lo sigamos, pero respeta profundamente nuestra libertad, hasta el punto de seguir amándonos y esperándonos siempre, aunque por el momento lo rechacemos.
En este contexto, son muchas las iniciativas de la Iglesia para hacer presente esta esperanza aquí y ahora en el mundo en que vivimos. Apuntamos solo dos que poco a poco están ayudando a creer que otro mundo es posible:
- Recuperar población en la España vaciada. El departamento de Migraciones de la CEE promovió el año pasado la creación de una Mesa del Mundo Rural con el objetivo de conectar a familias que quieren realizar su proyecto de vida en el ámbito rural con las asociaciones o proyectos que, junto con los ayuntamientos y otras administraciones públicas o privadas, promueven la inclusión y revitalización de pueblos en la España rural. Entre las asociaciones que forman parte de esta Mesa del Mundo Rural está “Pueblos con Futuro”, cuya misión es facilitar la integración de familias vulnerables a la vez que se impulsa la revitalización de los pueblos, aprovechando las oportunidades que estos ofrecen (6).
- Avanzar hacia una economía con alma. El papa Francisco es un gran referente de esperanza ante el mundo incierto en el que vivimos. El papa es consciente de que todo está íntimamente conectado. De tal modo que la protección del medio ambiente no puede separarse de la justicia para los pobres ni de la solución de los problemas estructurales de una economía mundial que no pone el centro en la persona ni en el bien común. En este contexto, el pasado mes de septiembre, el papa convocó en Asís a jóvenes economistas, emprendedores de todo el mundo al evento «Economía de Francisco». Dicho evento culminó con un pacto en el que se concretan los principios que deberían regir una nueva economía comprometida con la persona y con el medio ambiente. Les animamos a leer el discurso del papa Francisco con motivo de dicho evento, así como el contenido del pacto.
El mundo no se cambia en un día, pero el papa nos está enseñando que, para llevar a cabo su transformación, es necesario iniciar procesos en los que participen el mayor número de actores implicados.
3.2. Cuidar a los agentes pastorales —ministros ordenados y laicos— para que puedan servir con alegría
Vivimos en una sociedad en la que hombres y mujeres no acaban de encontrar su lugar ni la orientación de sus vidas. Nuestro mundo está viviendo un tiempo de profunda crisis que, como no puede ser de otra manera, está afectando también a nuestros agentes pastorales. ¿Cómo los podemos ayudar y cuidar para que puedan mantener viva la alegría en el ejercicio de su misión? ¿Cómo podemos hacerlo en este mundo cambiante, que ha puesto en crisis nuestra identidad como laicos, diáconos y sacerdotes?
Las nuevas formas de relacionarse los seres humanos con Dios y la nueva situación en que se encuentra la Iglesia en las sociedades modernas afecta a la comprensión y vivencia del ministerio presbiteral.
De la misma manera que estamos trabajando activamente para ayudar a los laicos a descubrir su identidad y su misión en la Iglesia y, especialmente, en el mundo, hemos de ayudar también a los sacerdotes a redescubrir su identidad (7), su misión en medio de esta sociedad cambiada y cambiante.
Observamos con profundo gozo cómo nuevas iniciativas de evangelización, promovidas por los laicos en comunión con sus pastores, están ayudando tanto a los mismos laicos como a los ministros ordenados a redescubrir lo que les es propio y a incrementar la acción coordinada y sinodal entre todos.
3.3. Una Iglesia que avanza en el camino sinodal a la luz del Concilio Vaticano II
Seguimos adelante en el camino sinodal propuesto por el papa para avanzar hacia una Iglesia más participativa, misionera y en comunión. El papa Francisco ha introducido la novedad de comenzar el trabajo desde abajo, garantizando que nadie quede sin ser escuchado. En las diócesis españolas se ha trabajado con intensidad y ha sido notable la participación de todas las realidades eclesiales, de ahí han surgido interesantes propuestas y reflexiones incorporadas al documento final.
En este proceso se han generado y fortalecido los espacios de diálogo y de escucha mutua, que era el objetivo prioritario de esta primera fase. Como ha insistido el papa Francisco, más que posicionamientos ideológicos o doctrinales, como si se tratara de un parlamento, lo que busca el Sínodo es revitalizar a la propia Iglesia, fortaleciéndola en su comunión y dinamizándola para la misión.
Ahora entramos en la fase continental de este camino. Es comprensible la ansiedad ante problemas que afectan a Europa, como el alejamiento de la fe y de la práctica sacramental, así como la falta de vivencia de los asuntos temporales desde los valores del Evangelio. Una situación frente a la cual, el papa insiste en que no cabe la pasividad ni la resignación. No podemos caer en la ingenuidad de pensar que estos problemas se solucionan con simples retoques organizativos. El cambio que busca generar el Sínodo es más profundo, pretende «recuperar el primado de la evangelización».
Hace pocas semanas celebramos el sesenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el papa pronunció una importante homilía, en la que nos advierte ante dos actitudes de mundanidad que se pueden dar en el seno de la Iglesia y que no son expresiones de amor, sino de infidelidad:
el progresismo que se adapta al mundo y el tradicionalismo o involucionismo que añora un mundo pasado. Tenemos que volver «a las fuentes límpidas de amor del Concilio», a la pasión con la que se vivió ese acontecimiento del Espíritu, a «redescubrir el río vivo de la Tradición sin estancarse en las tradiciones», siendo conscientes de que la Iglesia «no celebró el Concilio para contemplarse a sí misma, sino para darse». Y recordemos que subordinarse a la dialéctica de conservadores y progresistas, en vez de reconocernos hijos sencillos y fieles, implica desgarrar el corazón de la Iglesia, que es siempre madre y servidora del reino de Dios. El papa nos pide que, en la preparación del Jubileo eclesial del año 2025, profundicemos el próximo año en las enseñanzas de las cuatro grandes constituciones conciliares del Vaticano II. Iniciativa que, impulsada por la Santa Sede, hacemos nuestra y esperamos que nos ayude en nuestra renovación eclesial evangelizadora.
3.4. La misión recibida de Cristo: «Id y anunciad el Evangelio»
En la conmemoración de los 40 años de la visita a España del papa san Juan Pablo II, recordemos su mensaje y, especialmente, sus palabras siempre alentadoras: «Vigorizad, pues, vuestra fe, revividla si es débil, ¡abrid las puertas a Cristo! Abrid vuestros corazones a Cristo, acogedlo como compañero y guía de vuestro camino». Hoy, invitamos nuevamente a todos los fieles católicos a renovar su compromiso con Cristo en la misión de ir y anunciar el Evangelio por el mundo entero.
Ante la situación de cierto desconcierto y desánimo, que a veces nos atrapa por dentro, nos sorprende la actitud de Jesús con sus discípulos:
a) Han fracasado en la pesca (Lc 5, 1-11) y cuando regresan a la orilla, Jesús les dice: duc in altum —«remad mar adentro»—, lanzaos nuevamente a la mar, sed valientes y confiad en mí. Obedecen y recogen una gran multitud de peces. Pedro, asombrado, le dirá: «Señor, apártate de mí que soy un pecador» (Lc 5, 8). Pedro, conmocionado, entiende la nueva misión a la que le llama el Señor. Una misión que descoloca y coloca al ser humano en la obediencia a la Palabra de Dios que todo lo puede.
b) La gente no tiene comida (Mt 14, 14-21) y se han pasado el día entero con Jesús. Los apóstoles, preocupados, acuden a Jesús y le piden que les envíe a sus casas. Pero Jesús, inesperadamente, les dice que no tienen por qué marcharse, «dadles vosotros de comer» (Mt 14, 16). Los apóstoles se ven conducidos a entrar en el camino de la fe. Sorprendentemente serán testigos de cómo Jesús es capaz de dar de comer a la multitud a partir de dos panes y cinco peces.
Vemos cómo los apóstoles aprenden a reaccionar. Jesús no les pide una buena estrategia organizativa, sino confiar en él, potenciar la fe. En estos tiempos, el Señor nos pide salir de una concepción demasiado humana de la evangelización, apegada a estadísticas y a estrategias, para despertar la creatividad y el empuje de la fe.
Cuando Jesús envía a los 72 discípulos (Lc 10, 1-12), no los prepara para ser grandes predicadores o grandes líderes de masas, ni les exige un gran conocimiento teológico, etc., sino que, de improviso, les confía una misión en la que les pide que se apoyen únicamente en la confianza y comunicación con él.
Son ejemplos que resaltan que, para evangelizar al estilo de Jesús, es necesario intensificar nuestra relación de confianza con él y aumentar nuestra fe en él. Necesitamos invocar más al Espíritu Santo para que venga en nuestra ayuda y nos haga salir de nuestra estéril mediocridad. Sí, el Espíritu Santo abre las ventanas y puertas cerradas, abre los corazones bloqueados para que la acción de la Iglesia salga del miedo o del complejo de incapacidad y anuncie la Buena Noticia del Evangelio con valentía y generosidad.
Termino esta intervención recordando con especial gratitud la hermosa Peregrinación Europea de Jóvenes, que tuvo lugar en Santiago de Compostela a primeros de agosto, con el lema «¡Joven, levántate y sé testigo!». La alegría de estos jóvenes cristianos ha podido desconcertar a muchos: es un modo de vivir alegre que llenó las calles sin un solo altercado. Los jóvenes dieron un espléndido ejemplo cívico y nos recordaron a todos que somos peregrinos y que Europa se construyó peregrinando. Caminaron llevando la bandera de la paz, tan necesaria en este momento histórico, y siendo testigos de que el Evangelio es la fuente de la esperanza en medio de una humanidad herida por la pandemia y por la guerra. Ojalá que los países en guerra encuentren pronto la paz, especialmente, en Ucrania. Seamos todos constructores de paz.
Esos miles de jóvenes llegados a los pies del Apóstol tenían ya la mirada puesta en la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el próximo verano en Lisboa. Estamos ya preparando las mochilas para vivir este gran encuentro de esperanza con los jóvenes que siguen ilusionados por Cristo.
Que santa María Virgen, Estrella de la Evangelización, nos acompañe hoy y siempre, y nos aliente en los trabajos de estos días.
1 – FRANCISCO, Saludo a los participantes en la segunda edición de los Estados Generales de la Natalidad (12-13.VI.2022).
2 – En los años 70 del pasado siglo, España estaba inmersa en una crisis parecida a la que sufrimos ahora, con altos precios de la energía, una inflación que llegó al 20% y una economía que no se había modernizado. En aquel escenario fue posible alcanzar los denominados Pactos de La Moncloa, que suscribieron todas las fuerzas del arco parlamentario, además de los empresarios y los sindicatos. Esos pactos implicaron sacrificios que fueron asumidos por todos con responsabilidad y sentido del bien común. Por desgracia hoy no vemos la misma capacidad de diálogo y de acuerdo en un escenario excesivamente polarizado, en el que se ha perdido buena parte de la confianza recíproca, un bien precioso para la convivencia social y para el funcionamiento de las instituciones.
3 – La edad media de inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 13 años. Y, además, uno de cada cuatro adolescentes y jóvenes ha padecido una intoxicación etílica.
4 – El Hospital San Juan de Dios de Barcelona alerta de que los intentos de suicidio en los menores se han triplicado. Además, el porcentaje de personas entre 15 y 29 años que declaran padecer problemas psicológicos se ha cuadruplicado pasando del 6,2% al 24% del 2019 al 2022.
5 – En ese sentido, hemos recogido numerosas intervenciones llenas de preocupación que llegan del ámbito médico, y que denuncian una verdadera explosión de falsos casos de transexualidad que se afrontan de un modo que luego resulta irreversible, con graves consecuencias para las personas, como también observa la nota de la Subcomisión de Familia y Vida, que recoge numerosos testimonios de personas que se han sometido a la reasignación sexual hormonal y quirúrgica, que no ha solucionado su problema. La futura ley favorece un enfoque quirúrgico e irreversible, cuando es sabido que más del 70% de los niños que quieren cambiar de sexo, al llegar a la adolescencia se replantean su decisión.
6 – Nuestro objetivo, contando con la colaboración de Cáritas, es facilitar el acceso a vivienda y trabajo a las familias que deseen desarrollar su vida en un pueblo. Cuando tenemos una oferta de trabajo se envía a Cáritas y a las entidades que trabajan en la acogida de las familias. Si cumplen el perfil y pasan el proceso de selección empezamos la inserción en los pueblos.
7 – ¿Qué es un sacerdote? El sacerdote es un hombre tomado por Dios de entre los hombres para ser configurado con Cristo, para que acoja su Espíritu y para ser enviado, en comunión con su obispo y con el resto de sacerdotes del presbiterio, a trabajar en el seno de la Iglesia con la misión de acompañar a los laicos, alimentarlos con el pan de la Palabra y con los Sacramentos, y ayudarles a descubrir y ejercer en plenitud la vocación de ser discípulos misioneros de Jesucristo en medio del mundo.
Juan José Omella
Cardenal-Arzobispo de Barcelona Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Saludo íntegro del Nuncio, Mons. Bernardito C. Auza

Emmo. Señor Cardenal Presidente,
Emmos. Señores Cardenales,
Excmos. Señores Arzobispos y Obispos,
Hermanos y Hermanas:
Como representante del Santo Padre en España, me es muy grato acudir a la invitación presentada, signo de comunión con el Santo Padre Francisco, y poder saludarles fraternalmente al iniciar los trabajos de la CXX Asamblea Plenaria.
1. Persona, familia y sociedad
Entre los temas dispuestos para su estudio, les aliento vivamente, en primer lugar, en las reflexiones conducentes al logro del documento que preparan sobre la “Persona, familia y sociedad”. Estoy convencido de la aportación de este episcopado que, al atender su esencial misión pastoral, ofrecerá, no solo a los fieles sino también a todos los hombres de buena voluntad, el valor inalienable de la dignidad humana, creada a imagen y semejanza de Dios, con sus responsabilidades y derechos individuales y sociales.
Nunca está demás insistir en la familia. De hecho, todo se aprende y comienza a desarrollar en esa “escuela de humanidad” e “Iglesia doméstica” donde se trasmite la fe y los valores. Nunca está demás afirmar que el bien de la familia se convierte en fuente de muchos bienes para la sociedad entera. Nunca está demás subrayar la importancia de un ambiente familiar sano y acogedor en la valoración y floración de la vida. Previene, por ejemplo, que personas, en particular entre los jóvenes, decidan acabar su vida mediante el suicidio, el cual sigue siendo la principal causa de muerte no natural en España. Las estadísticas señalan en España 10 muertos por suicidio y 200 intentos de suicidio cada día, siendo así la principal causa de muerte en la juventud española.
El suicidio no es una tragedia sólo del individuo, tampoco lo es sólo de la familia y de los amigos: es de toda la Iglesia; es de toda la sociedad; es de toda la humanidad. Cómo bien se dice: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti” (John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions, Meditación XVII). Es un pasaje literario y pensamiento muy conocido en España, gracias también a la novela Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, quien, paradojamente y trágicamente, acabó su vida con el suicidio.
¡Cuánto más, queridos hermanos, doblan las campanas para personas, familias y sociedades de fe, con la muerte de un ser creado a imagen de Dios! ¡Y cuánto más doblan con dolor para nosotros, cuando un hermano nuestro acaba su vida de un modo tan trágico, también cuando se le facilita que acabe con su propia vida!
A la familia, entonces, se le debe el pleno apoyo eclesial y de toda la sociedad, la cual se beneficia cuanta más procura no escatimar su ayuda. Como ha dicho el Santo Padre, “la familia es el antídoto principal a la pobreza, material y espiritual, como lo es también al problema del invierno demográfico o la maternidad y paternidad irresponsable. Estas dos cosas hay que subrayarlas. El invierno demográfico – apunta el Papa – es algo serio” (Discurso a los participantes en la Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, 29/04/2022).
Urge, ahora más que nunca, ayudar a la familia, en el contexto de un “invierno demográfico”, que ya es una realidad en España. Según los datos provisionales facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer semestre de este año 2022, nacieron 158.816 bebés y fallecieron 234.225 personas, con un saldo vegetativo negativo de más de 75.000 en solo seis meses. Los datos respecto a los dos años de la pandemia son aún más alarmantes. Por otra parte, pese al saldo vegetativo negativo que se verifica en España desde hace un lustro, se constata que son los inmigrantes los que llevan a España a un ligero incremento demográfico.
Este vistazo rápido de la realidad demográfica española indica la doble necesidad de políticas que favorezcan a las familias superar los desafíos reales, y les faciliten tener y crecer los hijos, así como de políticas para gestionar en toda legalidad y humanidad el flujo migratorio y promover el conocimiento de una sociedad, que de hecho es siempre más multirracial, multicultural y también multireligiosa. La Iglesia no solo no puede sustraerse de esta realidad, sino que tiene que liderar iniciativas y programas, dentro de los límites de sus posibilidades y de su naturaleza como comunidad de fe, para que España pueda hacer frente a esos desafíos en el mejor de los modos posible.
Bajo el liderazgo concreto e inspirador de sus Pastores, la Iglesia entera en España contempla al prójimo como un hermano, no como un extraño, lo mira con empatía, lo trata con solidaridad, no con desprecio o enemistad, y alienta por desarrollar la creatividad y el entusiasmo para resolver los problemas que afectan al trayecto de la Iglesia, de la sociedad española, y de la misma comunidad humana.
Evidentemente, hay muchos más temas que tienen su relevancia al considerar la persona, la familia y la sociedad. En este campo son decisivos para las personas, la familia y la sociedad, los temas de la educación y de la cultura, especialmente en un contexto hostil al humanismo cristiano.
2. Protección de menores y personas vulnerables y prevención de abusos
Les agradezco que, tomando como base la experiencia desde el año 2010, acogiendo la voluntad del Papa y en perfecta sintonía con él, hayan elaborado el protocolo marco de prevención y actuación en caso de abuso, para lo cual, el pasado 14 de octubre, esta Conferencia reunió a los responsables de las oficinas para la protección de menores y prevención de abusos creadas en las diócesis, a las congregaciones religiosas y otras instituciones eclesiales. Contando con juristas expertos que han abordado cuantos aspectos corresponden al delicado tema, es de agradecer que, por esta labor, los Ordinarios tengan una norma renovada y vigente, y la sociedad pueda ver con claridad el compromiso de la Iglesia en la protección de menores y prevención de abusos, así como de las normas del procedimiento en los casos. Siempre hay que dar una respuesta adecuada a estas situaciones en el ámbito eclesial.
Precisamente, respecto a este delicado tema, y dado que esperan la intervención, durante la Asamblea, del Ilmo. Sr. Decano, deseo recordarles que tienen a su disposición el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España, al que es vivamente recomendable acudir, dentro de los parámetros que la Santa Sede establece. El Tribunal puede ayudarles con solvencia ya que posee aquellas notas que se exigen a la hora de aplicar el Derecho en estos procesos, como son la experiencia, calidad y pericia de sus miembros, su imparcialidad, su independencia, el debido respeto a la presunción de inocencia y al derecho de defensa, y demás garantías exigidas a todo proceso penal que se precie, ya sea por vía judicial o administrativa. Ustedes pueden contar con él.
3. Seminarios y vocaciones
Otro punto sobre el que reflexionarán. Los informes sobre las vocaciones elaborados por las correspondientes Comisiones de esta Conferencia. Es ocasión para proseguir en el esfuerzo – ya sabemos que es difícil – de infundir la generosidad, particularmente en los jóvenes. Indudablemente que siempre será a través del ejemplo de una vida sacerdotal plena y gozosa en la entrega lo que motivará a darse por entero a los jóvenes con un corazón capaz de ofrecerse por Cristo al servicio total de la Iglesia. Es evidente que la vida de una diócesis depende en sustancial parte del seminario donde los que hoy somos sacerdotes, nos hicimos tales. Pero la materia se encuentra en los espacios donde puede intuirse la belleza de una vida que tiene su sentido en la entrega por la salvación de las almas. Esperamos con confianza los resultados de la Visita apostólica a los Seminarios españoles, que tendrán lugar durante los meses de enero y febrero de 2023, y sobre todo las disposiciones que la Santa Sede tomará para asegurar el futuro de los Seminarios en España.
4. La vida consagrada en su contexto eclesial
También una forma de esta generosa entrega al Señor y a su Iglesia está en el Diaconado permanente, cuyas normas básicas son puestas al estudio también de esta Asamblea. En ellas, la ampliación de la formación revertirá en un ejercicio eficaz de este ministerio ordenado en los diversos ámbitos pastorales de su competencia, como primeros colaboradores del Obispo y del sacerdote, especialmente como ministros de la caridad que impulsa una Iglesia misionera y comprometida, y cuya misión es hacer llegar el mensaje de la salvación al corazón del mundo.
En estos días, también la vida consagrada será considerada como le corresponde. La exención o autonomía no es impedimento para entender mutuamente que los religiosos y religiosas hacen llegar vuestra solicitud como Pastores al frente de la Iglesia particular, de vuestras diócesis, en las tareas más diversas, desde la vida contemplativa a la vida activa con presencia en la enseñanza, la asistencia en el campo sanitario o cuidado asistencial, la caridad, y los más diversos apostolados. Ellos, ciertamente, deben recordar siempre que la lógica del Reino de Dios no es el activismo ni la eficacia, sino que, siendo testimonio del amor de Cristo a los hombres, ellos lo son, en el seno de la Comunidad diocesana, de la radicalidad del seguimiento de Cristo. Merecen por tanto la gratitud de las diócesis y a su vez, por parte de ellos, crecer siempre en esta conciencia de comunión con el Obispo diocesano.
5. Agradecimiento a Mons. Luis Javier Argüello García
No puedo terminar mis palabras de aliento y saludo a todo el Episcopado sin dirigir una palabra de vivo agradecimiento por el inestimable servicio que ha prestado S.E.R. Mons. Luis Argüello, que, con su tan reconocida competencia y dedicación, ha cumplido con esmero y a satisfacción unánime sus tareas como Secretario General de esta Conferencia Episcopal. Muchas gracias, Don Luis, por su disponibilidad verdaderamente ejemplar y enteramente eclesial.
Ya que sus responsabilidades como Arzobispo de Valladolid no le dejan el tiempo y la dedicación que el cargo de Secretario General requiere, pronto procederán ustedes a la elección del nuevo Secretario General. Les animo y anticipo ya mi enhorabuena al próximo Secretario General y mis mejores deseos en su delicado servicio a esta Conferencia Episcopal.
El recuerdo de la Presentación de Nuestra Señora en el Templo, para celebrar hoy “la dedicación que Ella hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia”, me mueve a acudir a su intercesión ante su Hijo, a fin de que, en el presente itinerario sinodal con la Iglesia Universal, los trabajos de la Asamblea que ahora se inaugura, ayuden el camino de la Iglesia que aquí peregrina para hacer más vivamente presente a Cristo Sabiduría del Padre, y contribuyan al bien común de esta querida Nación española.
Muchas gracias. Y muchas gracias por vuestras condolencias manifestadas con fraternal afecto con ocasión de la muerte de mi padre ayer, Solemnidad de Cristo Rey, contando casi cien años. Gracias por las oraciones por su descanso eterno.
21/11/2022