
Carlos Gómez es conductor de autobús en Valencia. Es un ejemplo de profesional católico y vive su fe en Renovación Carismática.
Carlos Gómez lleva toda su vida trabajando como conductor de autobús. Vive en Valencia y es padre de familia. Conoció el grupo de Renovación Carismática hace 15 años y esto le permitió tener un encuentro muy importante con Dios.
Ha sido capaz de entender la gracia de estar siempre al servicio. Asegura que la acción del Espíritu Santo está presente en su familia y que la Iglesia es algo que debemos construir entre todos. Por supuesto, también los laicos.
Carlos, ¿Por qué es importante que los laicos den un paso al frente?
Porque yo creo que es importante dar gracias por todo lo que las Iglesia nos da. Parece que los laicos muchas veces no estamos comprometidos, da la sensación de que nos acercamos hasta ella solo para “beber” de todas sus gracias, pero nunca para dar. Nosotros somos parte de esa Iglesia y debemos llegar entre todos a lo que el Señor nos manda.
¿En qué te ayuda la fe al trabajo de cada día?
Pues primero dando gracias a Dios porque me ha puesto en este mundo, un lugar en el que estoy siempre al servicio. Mi oficio es conductor de autobús y una forma de evangelizar es que la gente vea mi comportamiento. Es gente a la que llevo en el coche todos los días, puede ver si estoy lleno del amor del Señor y cómo lo voy repartiendo; a los niños con más cariño, a los adultos con más paciencia… El objetivo es hacer la obra del Señor en mí.
¿De dónde te viene la fe?, ¿Desde cuándo la vives tan intensamente?
Desde que conocí el grupo de Renovación Carismática no salgo de ahí. Tenemos reunión todos los jueves. Lo conocí hará unos 15 años y veo que el Señor me ha regalado unos hermanos que, aunque no son biológicos, sí que son de corazón. Son hermanos con los que comparto la fe que es lo más importante. Siempre bebo del agua de esta hermandad. Además, en la Renovación también estoy de servidor, es una forma más de ponerme al servicio.

¿Qué hace un servidor?
Soy el responsable de la acogida. Me encargo de dar la bienvenida y hacer que se sientan bien los hermanos que llegan al grupo. En el fondo esto es lo más grande que hay, nunca sabes si una persona está necesitada de cariño, si tiene problemas… mucha gente tiene el problema de la soledad y cuando te das cuenta de que simplemente escuchándola puedes ayudarla, pues te sientes muy satisfecho.
¿Y en tu casa?, ¿Cómo lo vives?
Pues aunque mi mujer y mis hijos no vienen conmigo al grupo, yo noto que lo aceptan y siento como el Espíritu Santo va actuando en mi casa. Todo lo que recibo de él lo traslado a mi casa y siento como mis hijos están empapados de ello. Sobre todo lo sé porque están encantados conmigo y me aguantan hasta en el trabajo, porque trabajamos juntos. Cuando bendigo la mesa, todos están en silencio, saben que es algo importante y para mí ese gesto vale oro.
¿Cómo podemos hacer Iglesia hoy?
El papa Francisco ha sido providencial para la Iglesia de hoy, ha sido un acierto muy grande. Lo importante es tener una Iglesia unida. El Señor cuando murió en la cruz lo que hizo fue abrir los brazos para acogernos a todos. Da igual la parroquia o el grupo al que pertenezcas, todos somos uno. La Iglesia está haciendo cosas que nadie es capaz de hacer, un ejemplo de ello es la Guerra de Ucrania, hay muchos sacerdotes que están dando la vida por permanecer allí. La Iglesia siempre llega la primera y se va la última. Y nosotros, los laicos, no podemos ir a la parroquia como si fuese un surtidor de gasoil – me sirvo el producto y ya está- la Iglesia hay que construirla entre todos.
03/06/2022