

#HMFamiliayVida
Una familia que es llamada a compartir el amor
Todas las instituciones sufren, en este tiempo, los cambios fuertes y las transformaciones profundas y rápidas en la sociedad y en la cultura. La familia los padece de un modo más íntimo pues en muchos casos, esas transformaciones se dirigen a modificar su esencia ampliando su definición: cuando todo es familia, nada es familia. En este contexto, la Iglesia, que se describe a sí misma como familia de familias y que es consciente de que la familia es uno de los bienes más valiosos de la humanidad, reconoce la aportación insustituible de la familia, defiende sus valores y anima y sostiene a quienes han decidido sacar adelante con libertad su propio proyecto familiar.
La familia es la primera institución humana. El amor fecundo entre el hombre y la mujer están en el corazón de la naturaleza humana. La igual dignidad de ambos y su valiosa complementariedad sostienen una relación que permite a los hijos que nacen de ella un entorno seguro en el que poder desarrollar su humanidad protegidos por el amor de sus padres. Además, un ambiente familiar de protección, respeto y libertad que se basa en el amor es el mejor ambiente para el desarrollo de los rasgos personales de los hijos y su maduración.
En la familia se realiza de manera primera y fundamental la vocación genuina del ser humano que es el amor. El amor está en el origen de la existencia y en la vocación final de cada persona: somos creados por amor y somos creados para el amor. Los vínculos que se establecen en la familia entre el varón y la mujer, entre los padres y los hijos, entre los hermanos, son relaciones de amor. Esa relación se entreteje de entrega y sacrificio. Sostiene a sus miembros en los momentos de dificultades y los impulsa hacia delante en los momentos favorables.
De la misma forma que cada persona es imagen de Dios y en ello radica su dignidad infinita, cada familia es imagen del amor de Dios en sus tres personas y está llamada a una comunión entre sus miembros. La Iglesia propone esta mirada a la familia y por eso se ofrece a ella y se entrega para hacerla visible en este tiempo y en esta sociedad concreta.
Ibeth Salavaldez se quedó embarazada con 20 años y decidió continuar con su embarazo, pese a su juventud, sin tener recursos y sin saber si el padre se haría cargo del bebé. El matrimonio Callejón de Lara, con 8 hijos, evangelizan en redes sociales con vídeos divertidos sobre educación. Águeda, enferma de ELA, reclama buenos cuidados paliativos para afrontar los últimos días de su vida.

Ibeth Salavaldez
Ibeth Salavaldez, peruana, se quedó embarazada con 20 años de un chico que en esos momentos ni siquiera era su novio, aunque en la actualidad es su marido. En sus pensamientos siempre estuvo seguir adelante con el embarazo, aunque todo el mundo le invitaba a no hacerlo. Llamó a unos cuantos centros de los varios folletos que le ofrecieron, pero la voz cálida al otro lado del teléfono de la asociación “El fruto de tu vientre” hizo que se decidiera a acudir a ella. Ahora tiene dos hijos y asegurara que tener ese niño «fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida, porque le dio sentido a todo«.
La Iglesia cuenta con cerca de 250 centros para la familia y defensa de la vida, con casi 84.000 beneficiarios.
”El acompañamiento que ofrecen las asociaciones para la defensa de la vida es mucho más importante que cualquier ayuda material”
Matrimonio Callejón de Lara
Javier y Lola son un joven matrimonio que llevan casados 14 años. En sus ratos de ocio se dedican a evangelizar en redes sociales, con temas cotidianos pero a los que dan profundidad. Tienen una cuenta en Instagram (CallejónDeLara @cdl_edu) con más de 6.000 subscriptores.
Desde la alegría y la diversión graban también vídeos de cocina que cuelgan en Youtube, cuentan anécdotas de su vida diaria con sus 8 hijos o sobre la gestión de sus emociones como pareja.
Para nosotros la familia es un bote salvavidas
ante el individualismo que existe en la sociedad”
Águeda Rey
Águeda y Alejandro son un matrimonio que llevan casados 26 años, tienen tres hijos, y desde hace 12 años ella está luchando contra la ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad incurable. “Llevo una vida complicada, pero feliz”.
Una familia llena de amor en la enfermedad, de esperanza y de superación ante las dificultades del día a día. Ellos, por encima de todo, se sienten privilegiados por sentirse hijos de Dios.
”No sólo he aceptado la enfermedad, sino que se la he ofrecido a Dios”





