
09/07/2020
Texto: Luis Manuel Romero,
Director de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida
La corresponsabilidad de los laicos adquiere su sentido pleno en el sacramento del bautismo, por el que todos los miembros de la Iglesia, participando de la triple función de Cristo, somos protagonistas activos en su misión evangelizadora.
El papa Francisco, siguiendo la estela del Concilio Vaticano II, resume a la perfección esta dinámica cuando afirma que por el bautismo todo el Pueblo de Dios es discípulo misionero (cf. EG, n. 120). La corresponsabilidad, en el pontificado de Francisco, tiene nombre de “sinodalidad”, que significa “caminar juntos” entre pastores, vida religiosa y laicos; entre Movimientos y Asociaciones, y en relación a la diócesis y las parroquias.
La sinodalidad se caracteriza también por la escucha, el acompañamiento y el cuidado de las relaciones personales. Si somos capaces de entender y vivir la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia evitaremos algunos males endémicos, como el clericalismo. Y lo más importante:
seremos más eficaces en nuestra misión evangelizadora.

Desde mi ser mujer, laica, nombrada y querida por Dios, que intenta vivir desde el agradecimiento, mi compromiso de creyente está iluminado por una actitud de discernimiento, para formar parte de una familia-comunidad de fe, desde el sentir con la Iglesia como Pueblo de Dios en Salida.