
Domingo I de Adviento (1 de diciembre)
El Adviento es un tiempo de alegre esperanza ante la venida del Señor. Al mismo tiempo que nos preparamos para preparar su primera venida, miramos hacia su última venida en gloria y majestad al fin de los tiempos. En este primer domingo los textos litúrgicos subrayan este segundo aspecto. Nuestra salvación está cerca, nos dice san Pablo, una salvación en el Reino eterno de Dios a la que están llamados todos los pueblos (1 lect.). Debemos estar en vela para estar preparados ante la venida del Señor, pues no sabemos el día ni la hora (Ev.). Una preparación que nos lleva a dejar las obras del pecado y a vivir la luz del Evangelio.
Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María (8 de diciembre)
Celebramos hoy que la Virgen María fue concebida sin pecado original para que así el Hijo de Dios, al hacerse hombre en su seno, encontrara una digna morada. Y fue preservada de todo pecado, en previsión de la muerte del Hijo (orac. colecta). Ella es comienzo e imagen de la Iglesia, la segunda Eva, Esposa e imagen de Cristo, el nuevo Adán (Pf.). En ella se cumple la profecía hecha a la serpiente en el paraíso: la estirpe de Eva «te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (1 lect.). Por todo esto la saludamos como la llena de gracia, con quien está el Señor.
Domingo III de Adviento (15 de diciembre)
La alegría ante la cercana venida del Señor en la Navidad es la característica propia de este domingo. Alegría porque Dios viene en persona y nos librará de todos nuestros males (1 lect.) Esa profecía de Isaías se cumple plenamente en Jesucristo que cura a los enfermos, resucita a los muertos y anuncia a los pobres la Buena Nueva. Él es el Mesías esperado a quien Juan Bautista había preparado el camino (Ev.). Debemos mantenernos firmes en la fe, a pesar de las dificultades, porque la venida del Señor está cerca (2 lect.) y ello debe ser para nosotros fuente de alegría y esperanza.
Domingo IV de Adviento (22 de diciembre)
La liturgia de este domingo es como un pregón de la ya próxima Navidad. Así, la oración colecta nos presenta la finalidad última de la Encarnación del Hijo de Dios que anuncia el ángel: que por su pasión y cruz, nosotros lleguemos a la gloria de la Resurrección. Y ello será posible por la respuesta de fe de María que lo concibió por obra del Espíritu Santo sin perder la gloria de su virginidad (1 lect. y Ev.). Así se cumplirán plenamente las profecías: Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios. Él nos ha llamado a responder a la fe formando parte de su pueblo santo (2 lect.).