
Las diócesis han concluido sus trabajos previos a la XLIII Semana Social de España que tendrá lugar en Sevilla del 25 al 27 de noviembre. Desde el pasado mes de septiembre se han ido convocando en distintas diócesis españolas grupos de trabajo en torno a un texto común, la guía de trabajo, «La regeneración de la vida pública. Una llamada al bien común y a la participación«. También han tenido en común estos encuentros que han reunido a personas de distintos sectores y ámbitos de la sociedad.
Ahora es el momento de poner en común sus conclusiones. Será el viernes, día 26 de noviembre, en la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla. Esta jornada de las Semanas Sociales estará reservada a los portavoces de los grupos de estos trabajo diocesanos.
Las tres últimas diócesis que han mantenido estos encuentros son Badajoz, Burgos y Valladolid. En las tres tenían lugar los encuentros el 13 de noviembre.
Aportación a las Semanas Sociales de la diócesis de Mérida-Badajoz

¿Qué puede hacer la Iglesia, o más bien quienes formamos parte de ella, para regenerar la vida pública? El pasado sábado en Badajoz, 13 de noviembre, se intentó responder esa pregunta en la jornada preparatoria de las Semanas Sociales de España. Para esta reflexión se reunió un grupo de profesionales cristianos que trabajan en la universidad y la educación, en la política, la sanidad, la comunicación y el movimiento asociativo juvenil de Extremadura, entre otros colectivos, acompañados por el Vicario General de la Archidiócesis, Francisco Maya.
Durante la mañana de este sábado se trabajó, debatiendo y proponiendo, el documento marco sobre “La regeneración de la vida política. Una llamada al bien común”, para poder hacer aportaciones en la Semana Social de Sevilla del 25 al 27 de noviembre.
El encuentro comenzó con la intervención de Luis Manuel Romero, secretario técnico de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, que acompañaba al grupo de reflexión, presentando la revitalización de las Semanas Sociales como consecuencia del Congreso de Laicos y enmarcando la reflexión del documento marco en la necesidad de un mayor compromiso de los cristianos en la vida pública. Además, mostró que esta reflexión es un claro ejemplo de experiencia sinodal y propuso como pistas para el diálogo “integrar, dialogar y construir”.
Después, moderados por Jesús Pérez Mayo, director de Cáritas Diocesana, los integrantes comenzaron un trabajo valorado por todos como “una mañana muy rica en la que se abordó cómo la Iglesia debería situarse en esta sociedad tan plural, que en algunos casos llega a ser polarizada, en la que se construyen muros en vez de tender puentes”, bajo la visión que marca el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti.
Se manifestó la necesidad de ver la diversidad como una riqueza, sin olvidar que también es una vulnerabilidad, y la necesidad de la renuncia para el encuentro. Se hablaba de la necesidad de alentar ir más allá de lo inmediato, valorando el mensaje contracultural que lleva la Iglesia en su núcleo que puede satisfacer la necesidad de la sociedad de tener fundamentos sólidos.
En un mundo tan polarizado como el que vivimos, lleno de trincheras, la Iglesia puede convertirse en esa masilla que una a quienes se sienten muy separados. Existen partidos con ideas contrapuestas, colectivos enfrentados que no dialogan entre sí, pero una organización tan diversa como es la Iglesia puede proponer acciones encaminadas al bien común que consigan reunir a quienes se sienten distintos. La misión de la Iglesia debería ser animar al resto de la sociedad a preguntarse “¿qué hay de lo nuestro?”. Para ello debemos dedicar más tiempo a la construcción de un proyecto común y a generar procesos que lleven a una mejora de la sociedad, fundamentalmente de los más débiles.
Como propuestas del equipo, podemos destacar la necesidad de aprovechar bien la malla de recursos con los que cuenta la Iglesia, la mejora de la comunicación buscando la propuesta y no la confrontación, la sinergia y el aprovechamiento de los medios digitales, la necesidad de acompañar a los laicos en la presencia de la vida pública, desarrollar como Iglesia un diálogo gratuito desde la defensa de las personas además del que se hace como institución con lo político desde lo institucional, el impulso de la vocación de servicio público y el compromiso socio-político en los laicos por parte de la Iglesia, el acompañamiento en las distintas etapas de la vida de las personas y la construcción de estructuras de mensaje desde la Iglesia que conecten con las necesidades profundas de la sociedad.
Encuentro de trabajo en la diócesis de Burgos
El grupo de trabajo se reunía el pasado 13 de noviembre y se abordaron los siguientes temas:
1.- Las nuevas esferas públicas
A) Sobre la Pluralidad en la vida pública y el diálogo
- Vivimos en esa pluralidad y en un entono de inmediatez, como punto de partida, no demonizar lo evidente es condición para abordarlo constructivamente.
- Desde la migración, el diálogo requiere estar en un mismo plano de igualdad, y aprender todos de todos. Incluso entre inmigrantes, es complicado entender por latinoamericanos las historias vividas por africanos para entrar y convivir en una cultura e idioma diferente.
- Demasiados profetas de calamidades. La crisis es positiva como oportunidad de avanzar en la interculturalidad, que es una riqueza. El peligro es la apariencia de diálogo cuando hay poca receptividad.
- Para abrir cauces de diálogo hay que partir de dejar al margen los personalismos que lo convierten en enlace de monólogos.
- La pluralidad no existe. Todo está estructurado en organizaciones muy piramidales. Transmitimos inmovilismo, que nos lleva a cuidar sólo de nuestras propias necesidades.
- Para buscar la verdad en un diálogo hay que encontrar el camino, partiendo de unas convicciones. En las RR.SS. normalmente no se ve diálogo.
- Pensar distinto no significa ser contrarios, el relativismo es otra manera de fundamentalismo. Hay ausencia de líderes, gente sin peso específico son los que dominan las organizaciones. Gentes que desde las juventudes del partido trepan a la cúpula. Pocos se presentan desde la cincuentena a comenzar su andadura política.
- Pluralidad dentro de la propia Iglesia, acallada por el adoctrinamiento ausente de diálogo. Entrar al diálogo con la convicción de perder algo. No se trata de cuestionar las convicciones, sino las soluciones.
- Asistimos a una forma de atiintelectualismo en la que vamos a los debates desde las tripas y no desde las ideas, sin entender lo que el otro dice y sin intentar entender su modelo.
- Entrar en el proceso de negociación, en la que no voy a salir como entré. Voy a perder algo de las posiciones de partida y vamos juntos a buscar un consenso.
B) Sobre los Procesos
- Trabajar los procesos desde los pequeños grupos. También en la Iglesia, acostumbrarnos a trabajar en red.
- También en la Iglesia somos cortoplacistas. Un poco hartos del “año de…, día de…” Siempre en una campaña, echo en falta una estabilidad, tanto en proyectos como en personas. Los caminos deben ser más lentos y más consolidados. Ocupar espacios no es una defensa, sino ir reconociendo dónde no estamos.
- Abrirnos a un horizonte poliédrico, sin equivocar mi verdad con la verdad, se trata de sentirlo en común, aunque no esté del todo consensuado.
- En los procesos hay que tener claro a dónde vas, si no se puede dar un desequilibrio, y llegar a un ¿y ahora qué? Ayuda tener una hoja de ruta clara, pero los acontecimientos a menudo también reorientan el propio proceso. La base de partida es el evangelio, no para imponer, sino para dejarme interpelar.
C) Sobre la sociedad civil
- Somos sociedad civil y por tanto, debemos exigir a las administraciones que cumplan con su obligación, creemos en el compromiso compartido. A los pobres se les denomina excluidos, justamente porque no cuentan.
- No existen sociedades, grupos, asociaciones con capacidad de influir en política, ni siquiera la Iglesia. Se necesita una libertad que no es posible cuando dependes de las subvenciones.
- En España en movimiento asociativo es débil ya que nos puede la pereza, ya es complicado participar y los que realmente se implican son muy pocos.
- El enemigo a batir es el sistema económico, darnos cuenta que estamos en una sociedad de mercado.
- No nos implicamos, tenemos que ser militantes incluso en nuestros puestos de trabajo, ver que tenemos que incrementar la labor y el compromiso.
- Todavía en muchos casos somos hijos de nuestra historia, incluso hay partes de la Iglesia que añoran el nacional-catolicismo de tiempos pasados e intentan influir desde ahí.
2.- Religiones en Público
- En nuestras presencias como Iglesia debemos estar sin invadir. Ofrecer la palabra de Jesús como una dosis de auténtico humanismo. No puede ser desde la imposición, defendemos la persona y su libertad de conciencia.
- La sociedad no sólo se ha vuelto anticlerical, sino antirreligiosa, el no creyente nos pide que actuemos como si Dios no existiese. No podemos imponer nada pero sí debemos pedir respeto.
- Hay cierto miedo a que la Iglesia tenga su sitio dentro de la demanda pública, evitando el adoctrinamiento. El evangelio tiene en sí muchos comportamientos que no son exclusivamente religiosos, como el perdón, se pueden poner en valor sin el matiz fanático de los talibán, los ultraortodoxos u otras intransigencias religiosas.
- Avanzar en el derecho a la libertad religiosa y el ecumenismo. El enriquecimiento mutuo nos tiene que llevar a ser más propositivos y estar menos a la defensiva.
- Hemos abandonado muchos espacios públicos como la cultura. Poner en valor lo que hacemos, saberlo trasladar a la sociedad, saberlo comunicar.
- Si reflexionamos para qué sirve la religión hoy, vemos que el cristianismo está más activo de lo que parece, ya que pone ese algo más que le falta a la sociedad, el pensamiento profundo, centrarse en la persona y no en su apariencia o circunstancia. La religión es la barrera que ha defendido el pluralismo y la democracia, base de la propia Unión Europea. Su modelo lo ha replicado hasta el mismo mercado, con sus “catedrales” del consumo que son los centros comerciales.
- Lo mediático de la Iglesia hoy está centrado en lo relacionado con el tema sexual (Obispo de Solsona, Catedral de Toledo), políticamente con el PP y mediáticamente con la COPE y TRECE.
- Me dicen que los cristianos no se deben implicar en política, pero Jesús rechazó las estructuras de poder, no la política. La realidad del servicio al bien común, no puede identificarse en todo con nuestra fe, pero si significarse con los valores del evangelio.
- En la política se imponen los principios morales. Cualquier ideario o ley parte de la imposición de un principio. El absolutismo del estado, se ve relativizado por el cristianismo, en que lo absoluto es la sacralidad de la persona humana. Decir que el bien común no justifica la muerte de nadie, implica que nada es absoluto. Los valores que aportamos desde las distintas religiones a menudo son coincidentes.
3.- Escenarios para la vida pública
A) Vida personal
- Nos miran con lupa. Hacer reflexión para estar donde otros no están o no quieren estar. Buscar que las necesidades se cubran desde lo público, pero servir en la frontera donde hay un vacío institucional. Lo público es el patrimonio de los que no tienen patrimonio.
- Todo lo que hacemos influye, bien por acción o por omisión. Hay una disyuntiva entre ser cristianos de mediación o de presencia. No es lo mismo público que estatal, ejemple en el tema de la enseñanza concertada, tiene carácter público, no estatal.
- Es importante tener un grupo donde confirmar tu fe y tu servicio. Nos decantamos por distintas actividades, cada uno a lo que se sienta llamado. No podemos ser anti-testimonio. Un cristiano cambia cuando está en un entorno no confesional, cuando muchos cristianos están, lo que cambia es el entorno.
- No hay un partido demócrata-cristiano en España, y la presencia de los cristianos en los partidos existentes se ha reducido también. Hay cristianos en todo el abanico de partidos. No se trata de asignar un partido como más representativo de nuestra fe.
B) Criterios de Discernimiento
- Se da la paradoja de que la vocación política por un lado la animamos y por otro la despreciamos al mismo tiempo.
- Gratuidad, que nunca sea buscando el beneficio personal.
- Temporalidad, que haya rotación que evite apegarse al sillón.
- Actitud de servicio, y no sólo en los que salen elegidos, que los cristianos asumamos como propio el servicio, la implicación y el corazón. El dinero no lo compra todo, ni a todos. Descubrir las brechas sociales y tratar de eliminarlas con leyes más humanas. Política de compromiso social.
- Valorar la influencia de las RR.SS., el ciudadano puede influir en algunos casos de forma más decisiva que quien está en la función política. Participar en RR.SS. es imprescindible. Intentar hablar bien de la política y la vida pública. Siendo autocríticos y heterocríticos. Sería bueno provocar estas cuestiones en los ambientes donde estamos. Que los católicos tuviéramos un estilo de estar en público y en las RR.SS., sin insultar ni hacer un descrédito gratuito a quien no piensa igual. Regenerar la vida pública es algo posible e imprescindible.
- Aportar las lecciones de la pandemia en las posibles futuras crisis humanitarias, para ser más conscientes de aldea global y aparcar diferencias. Se constata en el mundo que hay falta de liderazgos. Esto hace más necesarios los espacios para la reflexión. La Iglesia tiene algo que aportar.
- El movimiento sinodal caminando juntos es la llave del diálogo y de la verdad. Formarnos en RR.SS. se convierte en algo estratégico para poder llevar el mensaje de Jesús al mundo.
Síntesis de los trabajos en Valladolid
La nueva esfera pública
Para lograr un diálogo entre las distintas confesiones y con los no creyentes, buscando la amistad social y el bien común, debemos de partir de la realidad y priorizar causas comunes que nos permitan unirnos en acciones concretas. Éstas nos han de llevar a abrir sistemas y procesos internos de conocimiento entre entidades, comunidades y religiosos, generando procesos compartidos, abrir nuevos caminos y nuevos relatos.
También hemos de aprovechar los espacios que se abren, tanto institucionales como en las redes sociales, como lugar de encuentro para estar presentes. La Iglesia en su “cabeza”: clero y obispos han de intensificar esta visión de diálogo con no creyentes y otras confesiones.
Para recuperar el protagonismo de la sociedad civil y alentar procesos a largo plazo que incluyan pobres y excluidos tenemos que aprovechar las formas de participación actual o crear las que necesitemos: como en plataformas asociativas y foros que ya existen en la sociedad civil, partidos políticos, sindicatos, asociaciones de base popular, vecinal… en barrios, grupos culturales, deportivos, de acción social. También en la Iglesia: parroquias, movimientos, asociaciones de laicos, grupos de distinta índole… siguiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
Para mantener un diálogo efectivo es necesario que desarrollemos una actitud de vulnerabilidad, sencillez y humildad, así como capacidad de escucha. De igual modo la defensa de los derechos humanos nos ha de unir en ámbitos de participación centrándonos especialmente en los más vulnerados, aunque hay que definir quiénes son hoy en día los más vulnerados.
Para conseguir la inserción de jóvenes emigrantes es clave la educación. Acciones concretas que podrían desarrollarse pasan por la necesidad de reformas educativas en las que se fomente una formación profesional básica y práctica dirigida a la incorporación laboral, lo que facilitaría su participación real en la sociedad, evitando el asistencialismo y haciéndoles partícipes de su proceso educativo y de inserción en la sociedad. Es necesario ampliar las opciones de formación y permitir una flexibilidad horaria que se pueda conjugar con la jornada laboral.
Otra cuestión a tener en cuenta sería el potenciar el desarrollo de los excluidos con herramientas de incorporación laboral mediante las Empresas de Inserción Social, así como identificar en cada lugar las realidades de pobreza y exclusión e intervenir, desde la fe para alentar procesos de participación o apoyar los que ya estén en marcha.
La Religión en la vida pública
Para regenerar la vida pública no podemos separar vida privada y vida pública, sino reconocer la reciprocidad entre ambas. Las religiones son impulso para la defensa de los Derechos Humanos y alientan una mirada profética, valiente y sincera en la búsqueda del bien común y la defensa de las libertades.
La religión debe llegar a los mismos espacios en el ámbito público y privado que el resto de las entidades y gozar de los mismos derechos y obligaciones, manteniendo todas las libertades, entendiendo el respeto mutuo entre el creyente y el no creyente. No se trata de volver a un pensamiento único de unión entre Iglesia y Estado.
Para plantear la presencia y participación de lo religioso en lo público hay que resolver problemas en la organización eclesial. Todos somos representantes de la Iglesia, no solo los obispos. Los laicos deben participar en la toma de decisiones, en la organización y funcionamiento eclesial y asumir sus responsabilidades como tales.
El proceso sinodal es una oportunidad, pero sin embargo es vivida por algunos sectores como una ocurrencia del Papa sin deseos o apertura a un proceso de mayor participación y de cambio.
Se ve necesario activar realmente los Consejos Parroquiales o Diocesanos de laicos, pastorales, que en muchas ocasiones no existen o no funcionan correctamente.
Los católicos, como tales aportamos, nuestros valores y testimonios a la perspectiva de la Encarnación desde lo específicamente humano: sufrimiento, dolor, exclusión… Por otro lado debemos asumir que cuando surgen conflictos y escándalos en la Iglesia debemos aceptar nuestra fragilidad, que choca con la intención de mostrar una imagen pura.
Escenarios para la vida pública
Para integrar vida personal, profesión, trabajo por el bien común debemos entender la vida como vocación, como donación al servicio de los demás, cultivando la oración y haciendo lectura creyente de la realidad en grupo o comunidades de referencia.
Es importante que aprovechemos los diferentes ambientes en los que pasamos más tiempo: familia, ámbito profesional, amigos, vecindad, parroquia, grupos, asociaciones y medios de comunicación y redes sociales.
Dentro de los espacios donde nos movemos los laicos son clave: el educativo, social (enfermedad, marginados, mayores), empresarial y político. Desde lo político se pueden hacer grandes contribuciones al bien común.
Como criterios de discernimiento para la presencia en la vida pública es fundamental partir de la promoción de la vida digna como principio fundamental y seguir los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, priorizando según disponibilidad de carismas, tiempo, dones, capacidades concretas y desde ahí ver en qué espacios estoy llamado por Dios y por los hermanos. Seguir el modelo de Cristo, con autenticidad y honestidad para trabajar por el bien común, dando prioridad a los más desfavorecidos y con una actitud de servicio.
Hemos de tener muy en cuenta a los que están al margen, en las periferias, sin voz en la sociedad. Un ejemplo sería los procesos de presupuestos participativos donde no siempre participan esos colectivos y no siempre están tenidas en cuenta sus necesidades
22/11/2021