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La educación, el mejor servicio al bien de todos
La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad y, de hecho, es la base del progreso humano, tanto personal como comunitario. El mundo avanza cada paso sobre el conocimiento que ha sido recogido y compartido por las generaciones anteriores hasta nuestros días y ahora somos nosotros los que contribuimos a ese progreso con la educación.
Consciente de su importancia, la Iglesia se implica desde hace siglos creando instituciones educativas en todos los niveles, desde la tierna infancia hasta la enseñanza universitaria o profesional y la formación de adultos. Numerosas congregaciones y organizaciones de la Iglesia tienen en su carisma la educación en cualquiera de sus formas: salesianos, hermanos de La Salle, maristas, escolapios y un sinfín de otras organizaciones se involucran en la construcción de una sociedad más justa y más fraterna a través de la educación.
Para la Iglesia, la educación no es simplemente la transmisión de conocimientos. Las congregaciones religiosas y todos los cauces educativos creados en la Iglesia hacen visible que enseñar en la Iglesia tiene mucho que ver con formar a cada persona desde el corazón, desarrollando sus capacidades, su inteligencia y voluntad, promoviendo personas libres, capaces de buscar el bien y de elegirlo para su vida.
Miles de colegios en España se inspiran en este modelo y procuran implicar a los alumnos, a las familias y a las otras instituciones sociales, culturales y religiosas en esta educación que resulta esencial. Los colegios inspirados por el humanismo cristiano proponen un modo concreto de ser persona que es el de Jesús, el hijo de Dios hecho hombre. En él se encuentran los rasgos que esos centros proponen a los alumnos y que son los propios de la identidad cristiana: la amistad social, la cercanía con los que sufren, la opción por los pobres, el respeto a la dignidad humana, el servicio al bien común, el cuidado del entorno y tantos otros valores y virtudes que deben ser señas de identidad de los cristianos.
Aunque los resultados de la educación se ven en el futuro los esfuerzos para conseguir esos frutos se realizan en el presente. En ello trabajan decenas de miles de profesores que conocen los fines del proyecto educativo y empeñan dedicación y esfuerzo conscientes de que los alumnos bien educados hoy harán posible una sociedad más humana mañana.
Jesús Manuel Gallardo es profesor de Religión en un colegio salesiano. Iker Catalán y Ana Serrano son alumnos de 15 años que cursan 4º de la ESO en un colegio diocesano de Guadalajara. Eva Romero es una de las impulsoras del club de atletismo del colegio diocesano de Albacete.

Jesús Manuel Gallardo
Jesús lleva 20 años como profesor Religión en el colegio salesiano de Majadahonda, en Madrid y, «no me canso». Para él la Religión no es una asignatura más, “es una asignatura como una catedral”, donde los alumnos no solo aprenden conocimientos sino un modo de estar en el mundo.
Se siente orgulloso de ser uno de los más de 35.000 profesores de Religión católica y de haberse preparado para impartir esta asignatura.
“Ser profesor de religión implica creer en lo que decimos y en lo que hacemos”.
Iker y Ana
Compromiso, entrega, generosidad, compañerismo, alegría son algunos de los valores que destacan Iker Catalán y Ana Serrano. Son alumnos del colegio diocesano Santa Cruz, en Guadalajara. Desde que entran en el colegio se sienten acompañados porque «nuestros problemas, nuestras dificultades y nuestras alegrías no pasan desapercibidos para los profesores”
Como ellos, más de 110.000 alumnos van clase en los más de 300 colegios diocesanos que mantiene la Iglesia en España.
«En este colegio religioso nos ayudan a crecer como personas”
Eva Romero
Eva Romero es una de las impulsoras del club de atletismo del colegio diocesano de Albacete, con el que el centro ha convertido lo que era una extraescolar en «un mecanismo de integración e inclusión”. Y es que, muchos de sus alumnos vienen de entornos muy desfavorecidos. Por eso, Eva pone todo su empeño para que sientan «el colegio como su casa».
En este colegio se pone a la persona en el centro de todas las actividades. Es un ejemplo de lo que sucede en los centros de inspiración católica, donde estudian más de 70.000 alumnos extranjeros.
«Hay alumnos que vienen con muchas carencias y lo que más agradecen es el cuidado”





