SEMANA SANTA
- 1. Preguntas y respuestas
- 2. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
- 3. Jueves Santo en la Cena del Señor
- 4. Viernes Santo, la celebración de la Pasión del Señor
- 5. Sábado Santo, esperanza junto a María
- 6. Vigilia Pascual en la noche santa
- 7. Otras presencias en la Semana Santa
- 8. La Resurrección de Jesús
Otras presencias
1. La Misa crismal
La misa crismal manifiesta la comunión entre el obispo y los sacerdotes de la diócesis en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo. Además se consagra el santo Crisma y bendice los demás óleos.
Según la tradición, se celebra el Jueves Santo en la Catedral. Si este día no fuera posible, se puede adelantar a otro día, pero siempre cercano a la Pascua. El obispo convoca a los sacerdotes de la diócesis para concelebrar juntos y ser testigos y cooperadores en la consagración del Crisma, del mismo modo que en el ministerio cotidiano son sus colaboradores y consejeros.
Los óleos sagrados se envían a las distintas parroquias y se utilizan en la celebración de los sacramentos de la iniciación la noche pascual. Con el Santo Crisma consagrado por el obispo se ungen los recién bautizados, los confirmados son sellados, y se ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia y los altares en su dedicación. Con el óleo de los catecúmenos, estos se preparan y disponen al Bautismo. Con el óleo de los enfermos, estos reciben el alivio en su debilidad.
En esta celebración los sacerdotes renuevan las promesas de la ordenación sacerdotal, porque el Jueves Santo el Señor instituyó no solamente la Eucaristía, sino también el sacerdocio ministerial.
2. Las imágenes y la Semana Santa
Cuando el Papa Gregorio Magno, muy a finales del S. VI, escribe a Sereno, obispo de Marsella, lo alaba por impedir la idolatría en el culto a las imágenes, pero le recrimina la destrucción de algunos iconos para evitar esa desviación idolátrica, alegando el carácter didáctico de las imágenes.
La obra de arte, argumentaba el Pontífice, tiene pleno derecho a existir, pues su fin no es ser adorada, sino enseñar a los fieles, muy especialmente a los iletrados.
A este argumento didáctico podemos añadir el de San Juan Damasceno que, en el S. VIII, justificaba la importancia de las imágenes porque el contemplarlas y rezar ante ellas elevan el alma hacia Dios. Este santo del Concilio de Nicea II justificaba el culto a las imágenes porque no debe quedar en el objeto sino trascender hacia lo sobrenatural.
Ambos personajes comprendieron muy bien el valor simbólico del arte cristiano. Así como el conocimiento racional, fruto de la lectura o de la escucha de una homilía, se deposita en la mente y facilita la inteligencia del misterio, el conocimiento simbólico, captado por los cinco sentidos, se deposita en lo más profundo del corazón del hombre facilitando la vivencia de este misterio.
Las dos formas de conocimiento son complementarias y necesarias. En la primera, por la palabra asimilamos la Verdad, en la segunda, por el símbolo, nos posicionamos ante la Verdad.
La Iglesia, que es madre y maestra, ha utilizado desde tiempo inmemorial la imagen para la transmisión y vivencia de la fe; y cada pueblo en particular ha sabido expresar esa experiencia del misterio a través de sus manifestaciones culturales.
En España, país de profundas raíces cristianas y de carácter especialmente expresivo, las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa vienen acompañadas de procesiones con imágenes, sonidos y olores que ayudan a comprender y vivir la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. La importancia y la primacía de los oficios y de la Vigilia pascual es indiscutible porque es en la liturgia donde se actualiza la obra de la Redención, pero las procesiones vividas con auténtica devoción son un buen complemento de la liturgia. Un correcto culto a las imágenes nos ayudará a comprender y a vivir mejor el misterio Pascual celebrado en el interior de los templos.
Pablo Delclaux de Muller
Director del secretariado de la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio cultural.
3. El Vía Crucis
La costumbre de rezar las estaciones de la Cruz comenzó en Jerusalén, ciertos lugares de la Vía Dolorosa fueron marcados desde los primeros siglos por los primeros cristianos.
Los franciscanos fueron de los primeros en establecer el Vía Crucis y contribuyeron mucho a extender y propagar esta devoción, al concederles en 1342 la custodia de los Santos Lugares de la Tierra de Jesús.
Posteriormente, el Papa Inocencio XI, comprendió la dificultad de peregrinar a Tierra Santa, concedió en 1686 el derecho de erigir Estaciones en sus Iglesias y declaró que todas las indulgencias obtenidas por visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa se podrían ganar en sus propias Iglesias según la forma acostumbrada.
Inocencio XII confirmó este privilegio y así sucesivamente se fue confirmando y formulando hasta nuestros días.
El Vía Crucis de Jesús lo rezan los católicos de todo el mundo en Viernes Santo. La expresión latina «Vía Crucis» significa «camino de la Cruz» , es decir, el que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario. Esta devoción está centrada en los Misterios Dolorosos de Cristo, en la Pasión de Jesús.
Se trata, pues, de una forma de acompañar al Señor en su Pasión y Muerte, siguiendo el camino de la cruz con Él. En Cuaresma y Semana Santa los católicos intensifican los momentos de oración y renuevan las promesas de Dios.
14 estaciones
El Vía Crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión. A veces se añade una decimoquinta, dedicada a la Resurrección de Cristo.
En su práctica, las estaciones tienen un núcleo central que es la meditación y contemplación de uno de estos momentos.
Puede seguirle la exposición del acontecimiento propuesto o una meditación silenciosa.
Este núcleo suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales.
Las estaciones son las siguientes:
- Jesús es condenado a muerte.
- Jesús carga con la Cruz.
- Jesús cae por primera vez.
- Jesús encuentra a María, su Santísima Madre.
- Simón ayuda a llevar la Cruz de Jesús.
- La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
- Jesús cae por segunda vez.
- Jesús consuela a las hijas de Jerusalén.
- Jesús cae por tercera vez.
- Jesús es despojado de sus vestiduras.
- Jesús es clavado en la Cruz.
- Jesús muere en la Cruz.
- Jesús en brazos de su Madre.
- Jesús es sepultado.
- Y al tercer día resucitó.