
Cuaresma
Comentarios lecturas domingos
Comentarios lecturas domingos
Las lecturas de la misa de los domingos de Cuaresma están distribuidas de la siguiente manera: en los domingos primero y segundo se conservan las narraciones de las tentaciones y de la transfiguración del Señor, aunque leídas según los tres sinópticos.
En los tres domingos siguientes se han recuperado, para el año A, los evangelios de la samaritana, del ciego de nacimiento
y de la resurrección de Lázaro; estos evangelios, como son de gran importancia, en relación con la iniciación cristiana, pueden leerse también en los años B y C, sobre todo cuando hay catecúmenos.
El domingo de Ramos en la Pasión del Señor: para la procesión, se han escogido los textos que se refieren a la solemne entrada del Señor en Jerusalén, tomados de los tres evangelios sinópticos; en la misa, se lee el relato de la pasión
del Señor. Las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a la historia de la salvación, que es uno de los temas propios de la catequesis cuaresmal.
Cada año hay una serie de textos que presentan los principales elementos de esta historia, desde el principio hasta la promesa de la nueva alianza. Las lecturas del Apóstol se han escogido de manera que tengan relación
con las lecturas del Evangelio y del Antiguo Testamento y haya, en lo posible, una adecuada conexión entre las mismas.
I Domingo de Cuaresma (26 de febrero)
- Gen 2, 7-9; 3, 1-7. Creación y pecado de los primeros padres.
- Sal 50. R. Misericordia, Señor, hemos pecado.
- Rom 5, 12-19. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
- Mt 4, 1-11. Jesús ayuna cuarenta días y es tentado.

La Cuaresma se enraíza en los cuarenta días y cuarenta noches
en que, llevado por el Espíritu al desierto, Jesús fue tentado por
el diablo. No se dejó llevar por aquellas tres tentaciones que
afectaban directamente a su misión como Mesías (Ev). Contrasta
su obediencia a la voluntad de Dios como la desobediencia de
Adán y Eva en el paraíso cuando se quisieron constituir en criterio supremo del bien y del mal, por encima de Dios (1 Lect). Así entró en el mundo el pecado y la muerte; pero por la obediencia de un solo hombre, Jesucristo, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (2 Lect)
II Domingo de Cuaresma (5 de marzo)
- Gen 12, 1-4a. Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios.
- Sal 32. R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti. - 2 Tim 1, 8b-10. Dios nos llama y nos ilumina.
- Mt 17, 1-9. Su rostro resplandecía como el sol.

Por la cruz a la luz. Este fue el mensaje que Jesús dio a sus discípulos en la transfiguración, después de haberles anunciado su
pasión y muerte en la cruz. Y el Padre lo revela como su Hijo
predilecto a quien debemos escuchar. Así, alimentados con su
Palabra, contemplaremos gozosos la gloria de su rostro (cf. Co).
La primera y segunda lectura, por su parte, nos hablan de la llamada que Dios nos hace a una vida santa, lo que supone dejar lo que haga falta con tal de seguir esa llamada. Abrahán, nuestro padre en la fe, se nos propone como modelo, saliendo de su tierra fiándose totalmente de Dios.
III Domingo de Cuaresma (12 de marzo)
- Ex 17, 3-7. Danos agua que beber (Ex 17, 2).
- Sal 94. R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón». - Rom 5, 1-2. 5-8. El amor ha sido derramado en nosotros por el Espíritu
que se nos ha dado. - Jn 4, 5-42. Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

En la primera lectura, el pueblo de Israel en el desierto pide agua
para beber y Moisés la hace brotar de una roca. Se anuncia así
el agua que brotará del costado de Cristo abierto por la lanza del
soldado: quien la beba, por la fe en Cristo y por el bautismo «se
convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la
vida eterna» (Ev). Esa agua significa el amor de Dios derramado
en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
amor que llevó a Cristo a morir por nosotros, pecadores (2 Lect).
IV Domingo de Cuaresma (19 de marzo)
- 1 Sam 16, 1b. 6-7. 10-13a. David es ungido rey de Israel.
- Sal 22. R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
- Ef 5, 8-14. Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.
- Jn 9, 1-41. Él fue, se lavó, y volvió con vista

Cristo se hizo hombre para conducirnos a los peregrinos en ti- nieblas al esplendor de la fe (cf. Pf). Es lo que se expone en el Evangelio: todos nacemos privados de la luz de la fe y la gracia
de Dios por el pecado original. Lo mismo que el primer hombre
fue creado del barro de la tierra, Cristo hizo barro con su saliva,
lo untó en los ojos del ciego y le mandó lavárselos con agua, y
el ciego vio. En el bautismo Cristo nos vuelve a crear.
Y, como el ciego, en la Cuaresma tenemos que seguir renunciando a cuanto nos impide decirle a Cristo con toda verdad: «Creo en ti, Señor».
V Domingo de Cuaresma (26 de marzo)
- Ez 37, 12-14. Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis.
- Sal 129. R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
- Rom 8, 8-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros. - Jn 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.

Cercanos ya los días de la pasión del Señor, la oración colecta de
este domingo nos recuerda que fue el amor el que movió al Hijo a
entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Pero vencerá a
la muerte resucitando para que nosotros participemos en su resurrección: «Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis» (1 Lect). Se trata
del mismo Espíritu Santo que resucitó a Jesús de entre los muertos
y que, si habita en nosotros por la gracia, también vivificará nuestros cuerpos (2 Lect). En el Evangelio Cristo se nos revela como la
resurrección y la vida: «el que cree en mí no morirá para siempre»