
Cuaresma
El tiempo litúrgico que prepara la Pascua
Cuaresma, el tiempo litúrgico que prepara la Pascua
La cuaresma, el tiempo litúrgico que prepara la Pascua
Por Ramón Navarro, director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia
La cuaresma es el tiempo litúrgico que prepara la Pascua. Siendo un tiempo “fuerte” del año litúrgico, sin embargo es un tiempo que no tiene sentido en sí mismo, sino en función de aquello que prepara.
La Cuaresma «bautismal» (Ciclo A)
La cuaresma nació vinculada al catecumenado: era el tiempo en el que los que, después de haberse preparado durante años y haber madurado su fe iban a recibir el bautismo en la Vigilia Pascual, se preparaban para ello de forma más intensa. Por eso la cuaresma es ante todo un tiempo bautismal.
También nosotros vamos a renovar las promesas de nuestro bautismo en la Vigilia, y nos preparamos para ello tomando conciencia de lo que significa ser bautizados, llevar el nombre de “cristianos”.
En el ciclo A esta dimensión se resalta especialmente gracias a los evangelios de la samaritana, del ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro, que se proclaman, respectivamente, en los domingos IV, V y VI.
La Cuaresma de la «glorificación» (Ciclo B)
En el ciclo B, se nos presenta la cuaresma desde la perspectiva de la “glorificación” de Jesús. Este es un tema muy recurrente en el evangelio de San Juan: el evangelista contempla a Cristo, elevado en la cruz y, siendo capaz de ver el sentido profundo de este acontecimiento, nos dice que allí, ya, el Señor ha “manifestado su gloria”, porque en ese acto de entrega somos salvados.
Por eso en la cuaresma del ciclo C contemplamos la muerte de Cristo a la luz de la resurrección, y entendemos mejor lo que significa el “misterio pascual”. La muerte es iluminada por la resurrección. Evangelios como el de Jesús diciendo “destruid este templo y al tercer día lo levantaré” (Jn 2, 13-25, en el domingo III), o explicando el signo de la serpiente levantada en el desierto (Jn 3, 14-21, en el domingo IV), o proclamando que si el grano de trigo no cae en tierra y muere no dará fruto (Jn 12,20-33, domingo V) nos ayudarán a contemplar la cruz y no escandalizarnos de ella sino entender que por ella vino la alegría al mundo entero.
Y así, además, podremos cargar nuestra propia cruz y seguir al Señor en este itinerario hacia Jerusalén -lugar del calvario, pero también de la resurrección- que es la cuaresma.

La cuaresma «penitencial» y «de la misericordia» (Ciclo C)
Pero también la cuaresma es un tiempo penitencial, porque renovar nuestro bautismo significa también un camino de conversión.
En los primeros siglos de la Iglesia también era la cuaresma el tiempo en el que los que habían pecado gravemente hacían penitencia, con ayunos y oraciones y con la ayuda de la comunidad, para ser reconciliados en la mañana del Jueves Santo y poder celebrar la Pascua reintegrados en la comunidad, cuya comunión había roto el pecado.
La cuaresma del ciclo C resalta mucho esta dimensión penitencial. Esta es la perspectiva desde la que se nos invita a vivir la Cuaresma este año, centrada no solamente en el pecado y la conversión, sino sobre todo en la misericordia de Dios, de la mano del “evangelista de la misericordia”, San Lucas.
La historia de la salvación, donde Dios nos muestra su amor
Que la cuaresma es un itinerario lo sabemos bien. ¡Camino hacia la Pascua! Pero si además somos observadores y tenemos un poco de buena memoria, vamos a descubrir un detalle precioso escondido en las lecturas.
La primera lectura de cada domingo de cuaresma nos muestra una etapa de la historia de la salvación que culmina en Cristo. Son cinco domingos, descontando el de Ramos. Si tomados esas primeras lecturas una tras otra vamos tener un precioso resumen de cinco fases de la historia del pueblo de Israel, elegido por Dios en el Antiguo Testamento para mostrar su salvación:
- La creación y el pecado (primer domingo). Este año C leeremos las promesas de Dios y la alianza con .
- Abrahán (segundo domingo). Escucharemos, en el libro del Deuteronomio, la profesión de fe del pueblo elegido.
- El éxodo (tercer domingo). Se proclamará el episodio de la zarza ardiente, donde Dios le da la misión a Moisés de liberar a su pueblo.
- El periodo de los reyes de Israel (cuarto domingo). Se nos narra la primera Pascua después de entrar en la tierra prometida.
- El periodo del destierro y de los profetas (quinto domingo). Se proclamará una palabra de esperanza e Isaías tras el desierto: ¡Dios hace algo nuevo!
¿Es esto un pequeño detalle sin más? ¡No! La historia de Israel preparó y anunció la venida de Cristo. La cuaresma prepara la pascua. Vivamos este tiempo como lo que es: un tiempo de especial presencia y cercanía de Dios, que nos ama y nos salva. Seamos conscientes de nuestros pecados e infidelidades, como el pueblo de Israel, y miremos con esperanza al Mesías anunciado que con su muerte y resurrección, ha devuelto la alegría al mundo entero.